miércoles, 12 de noviembre de 2008

Venganzas en la noche

Hoy (porque ayer la actualidad y el maravilloso poema inédito mandaban) quiero reseñar esos comentarios que Benjamín Prado vierte cada madrugada en RNE, en el programa "Afectos en la noche". No es literatura, pero nos describen a la persona, y la literatura no es sin el sujeto.

Del lunes al martes escuchamos de 1 a 2 de la madrugada como, tras hablar en semanas posteriores de la justicia, el reconocimiento, la discrección, la memoria, la paternidad y las elecciones americanas (sí, también aquí), hoy tocaba hablar de la venganza, o el perdón.

Silvia Tarragona, la conductora del programa, introducía el tema con una frase de Benjamin Franklin: "las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo", además de las palabras de Pedro Calderón de la Barca, "vencer y perdonar es vencer dos veces". Así, daba paso a la opinión de los contertulios, Nuria Ribó, Benjamín Prado y Óscar López. Ellos, intercalados con el sentir de los oyentes, nos argumentan sobre el tema. Argumentar, en este caso, como sinónimo de hacernos pensar. Sano, es muy sano.

"El que me atacó tiene que pagarlo", así comenzaron, con las palabras del profesor Neira, tras salir del coma. ¿Venganza?

B.P. Yo creo que la venganza siempre está más cerca de la brutalidad que de la justicia. Creo también que lo contrario, la capacidad de ser vengativo, de perdonar, de no querer que un tiro saque a otro tiro, que una bofetada saque otra bofetada, como un clavo saca a otro clavo, siempre es una victoria de la inteligencia, de la civilización. Por eso muchas personas estamos en contra de la pena de muerte, porque no nos gusta que los Estados hagan justicia al nivel de los criminales. Es muy difícil en la vida real. En la radio siempre se quiere cuantificar. Pero a mi a veces me cuesta perdonar a la gente cuando me hacen cosas que no me gusta nada. Sobre todo cuando la gente que hace algo que te hiere muy personalmente, alguna acción en la que encuentras una maldad inesperada que hace daño a las personas que quieres. Vengativo no soy, pero tampoco soy el rey del perdón.

B.P. No todos somos igual con todo el mundo. A algunas personas las tratamos bien, a otras las tratamos peor, por lo que sea, existe la química, existe la incompatibilidad de caracteres. Antes recordabas la frase, ni perdono ni olvido. Siguiendo el hilo de lo que decía un oyente. Tampoco esta mal perdonar, pero no olvidar. Porque el olvido te puede llevar a que la misma persona u otra persona te puedan volver a hacer daño del mismo modo otra vez. El oyente, Juan, ha pronunciado la palabra clave, la palabra odio. Cuando uno se llena de odio se deja llevar por la venganza es un plato que se sirve frío, que recordaba Nuria. La frialdad requiere tiempo y ese tiempo requiere rencor. Sin el rencor no se puede mantener vivo el sentimiento de odio. Son sentimientos muy malos, llenarse de rencor, llenarse de odio, llenarse de deseo de venganza... uno siempre debe preguntarse si merece la pena, si la satisfacción que vas a obtener cuando consigues por fin vengarte de quien o de quienes deseas, si merece la pena guardar esos sentiemientos que te ennegrecen, que te hacen una persona más desdichada. Siempre que me he visto en la situación he pensado que no merece la pena y he pensado que era mucho mejor perdonar que no olvidar.

B.P. Como parece que es tan fácil entregarse al rencor, entregarse a los deseos de venganza, qué admirables son las personas que salen de un horror semejante sin odio. Estoy pensando en un poeta y antiguo líder político del partido comunista, Marco Sala, que acaba de publicar un libro que se llama "decidme cómo es un árbol", y que es muy emocionante. Es una persona que pasó 23 años en la cárcel. Lo metieron a los 18, salió de tal manera de la cárcel que iba caminando y se mareaba, hasta que descubrieron que era por la perspectiva, pues había estado tantos años encerrado en espacios tan reducidos que se mareaba y caía redondo. Lees el libro y hay una ausencia tal de rencor, de odio, y hay unas ganas de perdonar, de empezar su vida sin toda esa hojarasca terrible del odio que es muy emocionante, y como ejemplo muy bonito. (Ha comprado los derechos del libro Pedro Almodóvar, según apostilla Óscar López).

B.P. Es tan cierto lo que dice (a una oyente), el rencor es un dique que no deja pasar nada, es un muro que no puede saltar el que lo siente. Es verdad, lo estamos diciendo toda la noche, el deseo de venganza, el rencor acaba convirtiéndole a uno en preso. Uno deja de tener esos deseos de venganza y empieza a sentir que circula el aire a su alrededor, que no es todo tan espantoso.

B.P. No se puede olvidar. No estamos biológicamente programados. El olvido no se elige. Las cosas se quedan en la cabeza, algunas importantes y otras no tanto. Siempre me acuerdo que Rafael Alberti repetía mucho una cosa, decía, "no sé chico, fíjate cómo son las cosas, yo he sido íntimo amigo de Picasso, de Lorca, de Neruda, y llevo toda la vida acordándome de un anuncio que echaban en la radio cuando era niño y que no se me va la cabeza y que decía, "qué maravilla, la lana marjorete no se apolilla". El olvido no se elige, las cosas se quedan o se van, por sí mismo.

B.P. No sé si habéis leído el libro de Héctor Abad sobre su padre, "faciolince", es un libro maravilloso. A su padre lo asesinaron los paramilitares en Colombia. Él cuenta que la única vez que fue con él su padre severo, violento, fue una vez que se enteró que, por broma, los niños iban a tirarles chinitas a las ventanas de un judío en Bogotá. El padre le explica, es que tú sabes que la noche de los cristales rotos empezó tirándole chinitas en los cristales a los judios, y que eso dio paso al Holocausto... es un momento muy emocionante del libro.

B.P. Estaba pensando que hay una cosa muy fea, que es esa especie de prestigio social que tiene la venganza. Cuando alguien te hace algo y otros se enteran, parece que todo el mundo te empuja a vengarte porque si no te vengas eres cobarde, si no te vengas no tienes dignidad. Aquel que no es capaz de tomarse la justicia por su mano y de devolver el golpe es una persona timorata, despreciable. Yo creo que hay mucha más grandeza en no vengarte, en ser capaz de mirar para otro lado, y sobre todo en no ponerte a la misma altura de aquel que te ha hecho un daño.

1 comentario:

Sonia Betancort dijo...

Qué buenísimo comentario final acerca de la venganza...
Creo que no hay mejor respuesta al dolor causado por otro que la insondable inocencia. La inocencia es valiente y no hace ruido con los dolores que le sobran, sabe que su presencia basta para salvar el mundo. Recuerdo que alguien, (quién?), dijo que "el infierno es el daño que causamos a un inocente".

Qué alegría lo de la Feria del Libro!!! allí estaré, con las alas bien pulidas.