jueves, 31 de diciembre de 2009

Por un 2010 todos juntos

El dígito del año está a punto de cambiar, pero poco más. Mañana por la mañana cuando nos levantemos tendremos la misma resaca que después de cada fiesta, viviremos un 1 de enero tan triste como todos los domingos juntos, y el sábado será sábado y volverá el domingo, seguido del lunes... y 2010 solo será una cifra. Para quienes creemos que el año nuevo comienza en septiembre, la de hoy es una fiesta más, pero como ninguna fiesta sobra, celebrémosla y deseemonos FELIZ AÑO. Un año en el que podamos seguir, como dice Benjamín en su habitual columna del jueves, todos juntos "significa al lado, no unos encima y otros debajo".

Que no sea lo que Dios quiera. Por Benjamín Prado.El País.


"Ahora mismo les hablas de la Nochevieja y les ofreces tus mejores ojalás para el temible 2010, pero antes préstame unos párrafos para que explique la diferencia entre la historia y las religiones", me dice Juan Urbano, que se ha presentado en mi casa para intentar colarse en este artículo, como hace todos los jueves. Le digo que vale, pero que se dé prisa, porque efectivamente necesito espacio para desearles a todos ustedes un año maravilloso.

La diferencia entre la historia y las religiones -escribe, poniéndose al teclado- es que en estas últimas, cuanto más fuerte sopla el viento menos se mueven las banderas. No hay más que leer, por un lado, el libro de la filósofa norteamericana Martha C. Nussbaum Libertad de conciencia y, a continuación, para compensar, las noticias que resumen la misa que dio el cardenal Rouco Varela el otro día en la plaza de Lima, que se convocaba con lemas como "La familia cristiana, esperanza de Europa" y en la que el arzobispo de Madrid habló del aborto, una "gravísima violación del orden moral" que consiste en "legitimar la muerte de un inocente"; censuró cualquier pareja que no sea "el verdadero matrimonio entre el varón y la mujer"; y criticó el divorcio, que niega "el modelo de la familia cristiana", que es el único "que responde fielmente a la voluntad de Dios", que nos condena al "matrimonio para siempre", a "la unión irrevocable de un varón y una mujer". Eso sí, no dijo que todo eso valía para todos menos para algunos, es decir, que su ley ultraterrena es irrevocable siempre y cuando los contrayentes no sean princesas, multimillonarios o aristócratas con mantilla y crucifijo, en cuyos casos la Iglesia anula con mucho gusto sus matrimonios.

"Bueno, vale", le digo a Juan Urbano, "ahora apártate y déjame que hable del 2010, que desee que baje el paro y suban los sueldos, que el peso de las hipotecas se traslade del cuello de sus clientes a las cajas fuertes de sus directivos; que los juzgados estén más cerca de los que le deben 27 millones de euros a Caja Madrid que de los que deben doscientos o trescientos...". Me pide sólo unas líneas más, para recomendar un antídoto "contra los fanatismos", que es como se subtitula ese libro de Martha Nussbaum, Libertad de conciencia, que acaba de publicar Tusquets.

"Diles que es una obra indispensable, que nos explica el modo en que una de las grandes luchas del siglo es la que enfrenta a las religiones y a los Estados, en la que las primeras quieren imponerse como Gobiernos en la sombra y ofrecen un pacto: ustedes los manipulan por fuera y nosotros por dentro, déjennos sus conciencias y nosotros les dejaremos sus existencias. Nussbaum nos pide que tengamos imaginación ética, o lo que es lo mismo, sentido de la tolerancia y respeto por la diversidad. Su mensaje es hermoso: nuestro empeño más noble es aspirar a vivir juntos. ¿Lo ves? Juntos significa al lado, no unos encima y otros debajo".

Tiene razón, pero hoy no es el día, porque de lo que se trata es de despedir el año y esperar a que el que viene sea mejor, que no haya, sólo en nuestra Comunidad, un 22% de familias afectadas por el paro, qué horror, 483.000 personas, ni más ni menos. Que los 500.000 empleos que, según los sindicatos, se han perdido en Madrid a causa de la crisis puedan recuperarse. Que el pacto social que ha firmado la presidenta Aguirre, con el reloj de la Puerta del Sol a punto de dar las campanadas, se cumpla y se logre "mejorar la competitividad en la industria, potenciar el tejido industrial, atraer inversiones y fomentar la internacionalización de las empresas madrileñas, potenciar la transferencia del conocimiento de los científicos a las empresas, impulsar la innovación en las compañías y apoyar la creación de firmas innovadoras". De momento, apuntamos esos planes y, si se cumplen, el año que viene por estas fechas, Juan Urbano y yo mismo abrimos una botella de cava para celebrarlo.

Y en cuanto a lo otro, pues tampoco me parece mala idea empezar el año leyendo Libertad de conciencia e intentando extender su mensaje, que parece mucho más sano que el que el otro día se dio en la plaza de Lima. Las ideas son como los pájaros: si las metes en una jaula, pierden todo su sentido. Feliz 2010 para todos, sean quienes sean, piensen como piensen, vengan de donde vengan. Y que no sea lo que Dios quiera.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Las listas

Esta semana nos veremos inundados por las listas de los más de 2009... y como es imposible luchar contra esta tendencia, nos uniremos a ella. O mejor dicho, nos haremos eco de una que ha aparecido en el especial de cultura de El País, Babelia, según la cual el mejor libro de 2009 ha sido "Anatomía de un instante", de Javier Cercas. Una lista en la que se ve cómo el ensayo pasa por encima de la novela.

Un listado en el que además, hay noticia sobre Benjamín Prado. No, Romper una canción no está en el listado :-) pero Benjamín sí forma parte de esta noticia porque él se ha encargado de escribir el texto, la crítica, la opinión, como se prefiera, del elegido mejor libro de poesía de 2009, Aquí, de Wislawa Szymborska . Así dice Benjamín:

Bendito sea el año 1996, que puso la foto de Wislawa Szymborska en todos los periódicos del mundo, porque acababan de darle a ella el Nobel de Literatura y a nosotros la oportunidad de descubrirla. En los trece años que llevamos con sus libros, publicados en España por Hiperión, Igitur, Lumen, Columna y Bartleby, no ha dejado de crecer nuestra admiración por cada obra suya, que unas veces se titula Gran número o Gente en el puente, y otras Fin y principio, Instante o Aquí, pero que, en el fondo, siempre podría llamarse igual que su libro de 1954 Preguntas planteadas a una misma, porque eso es su escritura: meditación, búsqueda y análisis; es decir, una defensa contra la prisa y la brutalidad de este mundo en el que “la ignorancia tiene mucho trabajo, / todo el tiempo cuenta, compara, mide, / saca conclusiones y raíces cuadradas”, y en el que sobrevivir consiste en lograr un equilibrio entre lo que ya se sabe y lo que es mejor fingir que no, para escapar del pesimismo. Esos versos pertenecen al primer poema de su último libro, Aquí, publicado por Bartleby, pero también lo son estos otros en los que Szymborska nos ofrece su medicina clásica contra el abatimiento, que es la inteligencia, y un truco para fomentarla, que es adoptar un estado de vitalidad irónica: “La vida en la tierra sale bastante barata. / Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. / Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. / Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo”. Se puede saber que tenemos “caras de segunda mano” o que el único consuelo del pasado es “que pudo haber sido peor”, y ser feliz pese a todo: ésa es su filosofía. Por fortuna, Szymborska ni deja de sonreír ni se rinde, como explica otro verso de este extraordinario Aquí: “El tiempo apremia. Escribo”. No pare, por favor, doña Wislawa.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Tengamos la fiesta en paz

Benjamín nos ha prometido que en 10 minutos nos escribe un artículo sobre la iluminación navideña, pero mientras tanto no ha escrito este otro que ha publicado El País. Más conciliador y menos político, a su manera, también nos desea Feliz Navidad.

Yo también: Felices Fiestas

No pienso escribir esto. El País. Por Benjamín Prado.

Si hoy no fuese 24 de diciembre, escribiría este artículo. Pero como lo es, Juan Urbano me ha pedido que no lo haga: "Hombre", dice, "si ya sabes que para mí las navidades no son mucho más que una suma de cuñados y turrón de Jijona en la que el orden de los factores no altera el producto, pero aún así, no me parece el día más apropiado para hablar de la huelga del taxi, ¿no?" Tal vez tenga razón, y por eso, en lugar de hacer este artículo nos ponemos a discutir sobre el origen de la palabra taxi, que él sostiene que viene del griego, de la unión de t???, tasa, y µt???, medida, y yo mantengo que sale de un apellido, que puede ser Tassis, el que usaba el Conde de Villamediana cuando trabajó como Correo Mayor en la Corte de tiempos de Felipe III, o Thurn und Taxis, que era el de la aristócrata en cuyo palacio escribió Rilke sus Elegías de Duino. "¡Anda ya!", me dice, "tú, con tal de emparentarlo todo con un poema, eres capaz de decir que ciervo viene de Cervantes y garza de García Lorca".

Pues igual tiene razón, porque a uno le gusta jugar con los significados de las cosas para intentar entender lo que ocurre alrededor, convencido de que el lenguaje y la realidad se parecen tanto que, igual que en la vida siempre hay más rivales que victorias posibles, cada palabra también tiene muchos contrarios, y por eso lo opuesto a "libertad" puede ser "esclavitud", "tiranía" o "sometimiento", pero también "imposición", porque el que te pinta una raya delante de los pies te pone una mordaza. Y ahí me paro, porque he prometido no escribir este artículo y si sigo esa línea terminaré por regresar al asunto de los taxis y por decir que lo contrario de "huelga" es "piquete", y que no hace falta ser un lince para comprender que el derecho a la huelga no incluye la coacción, el chantaje, la amenaza, el boicoteo o el insulto, ni te autoriza, por ejemplo, a liarte a patadas con los que no secunden el paro que sea por el motivo que sea. Porque eso es lo que hacían estos días los taxistas de Madrid, patear los coches de los compañeros que intentaban trabajar, confundiendo de ese modo pedir justicia con tomarse la justicia por su pie.

Mi amigo Juan Urbano justifica el paro de los taxistas, porque dice que si ellos creen que la famosa Ley Ómnibus, y en concreto su artículo 21, les perjudica, por qué no iban a manifestarse. Le digo que sí, por supuesto, pero que protestar contra una reglamentación que les perjudique no significa que puedan impedir que otros compañeros piensen y actúen de otra forma; ni tampoco que puedan detener la ciudad, como si les perteneciese, que es lo que hicieron en el aeropuerto, montando barricadas y cortando el tráfico en la T-4; y en los intercambiadores o las estaciones de tren. O atascando la Puerta del Sol, y la plaza de Cibeles, y la de Colón. "O sea", le digo, "no te preocupes porque te he regalado no escribir esta columna y no lo voy a hacer, pero esto es como lo de Berlusconi, que por muy mal que te caiga no puedes alegrarte de que le partan la cara, porque las cosas no se solucionan de ese modo, y porque la mejor manera posible de dejar de tener razón es perdiéndola a puñetazos".

Le deseo una feliz Nochebuena a Juan Urbano, cuelgo el teléfono y me quedo pensando en ese tipo de actitudes violentas que avivan con toda seguridad ejemplos como el de la agresión salvaje a Berlusconi o, un paso más allá, el prendimiento de Sadam Hussein, capturado como un animal, we get him!, expuesto como un trofeo de caza en la televisión y ahorcado vía satélite. Claro, si eso es lo que hace la democracia más reputada del mundo, qué van a hacer el resto de los ciudadanos del planeta, ¿no creen? O sea, como aquello que decían en una película de Mel Brooks: "Hay que conseguir que el presidente se lo haga a su esposa, o de lo contrario se lo hará al país". Eso, pero sin gracia.

Pero, en fin, tengamos la fiesta en paz. No voy a escribir este artículo, sino otro en el que hable de la iluminación navideña y en el que les desee una noche maravillosa. Denme 10 minutos y me pongo con ello.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Oportuno

El jueves pasado Benjamín Prado no descansó, fiel a su columna de opinión semanal se presentó en El País, y calzó su sombrero más político para hablar de los sindicatos, de Izquierda Unida de Madrid... un artículo no exento ni de polémica ni de razones, las que él mismo, ayudado por Juan Urbano, expone.

Descansa en paz, IU. El País.
Por Benjamín Prado

El oportunismo es una mezcla de la oportunidad y el cinismo, acaba de decirme Juan Urbano, a quien, como bien saben, le gusta buscarle tres pies al gato que tienen dentro todas las palabras. "Es que, en este caso, y tal y como están las cosas, resulta demasiado sencillo caminar por ella e ir de un extremo al otro, ¿no crees?", me pregunta, al otro lado del teléfono y en mitad de esa llamada que me hace cada miércoles para que le cuente de qué pienso hablar en esta columna y para tratar de influirme para que escriba de otra cosa. Cuando le hago caso, él tiene un buen jueves y yo le suelo gritar, medio en broma y completamente en serio: "¿Quién diablos te crees que eres: Cyrano de Bergerac?".

"Piénsalo bien", añade, "¿qué es lo que ves y oyes estos días cuando abres los periódicos o enciendes la radio y la televisión? Pues te encuentras a alguna diputada que corre a fotografiarse con la activista saharaui Aminetu Haidar para sacarle un cartel electoral gratis antes de que se muera, o la deporten, o regrese a El Aaiún con su bandera en la mano, ojalá. O ves a algún presidente de un equipo de fútbol que va a dejar su puesto y se prepara para pasarse a la política, ensayando un discurso en el que no se sabe si dice más disparates sobre Cataluña o sobre Madrid. O ves a los dirigentes del PP intentando darle el abrazo del oso a los sindicatos, en cuyo madroño, por otra parte, no se pone la fruta roja ni a tiros. O ves a la presidenta de la Comunidad de Madrid intentando convertir en lo que no es la desdichada agresión a un periodista de su televisión privada, ésa en la que comparan las concentraciones de CC OO y UGT con las que montaba el Funeralísimo en la plaza de Oriente. O ves, en el colmo de lo increíble, volver a sacar la pinza a esa gente de Izquierda Unida que jamás creyó ni en la unidad ni en la izquierda, para asociarse a la derecha y desbancar al PSOE de la alcaldía de Velilla de San Antonio. Los cinco miembros de IU Abierta, que es la minoría de la coalición encabezada por Inés Sabanés, abandonaron la ejecutiva regional como protesta. Y, claro, dan ganas de decirle: mujer, y qué esperabas de esa gente de la cual debisteis de separaros hace mucho porque son la peor clase de tripulación posible; la que hace agujeros en su propio barco para luego poder ofrecerse a salvaros del naufragio. ¿Ves? Oportunidad y cinismo por todas partes".

No le falta razón, y es dramático, porque supongo que aquí casi nadie duda de que un partido a la izquierda del PSOE resulta necesario, sobre todo para el propio PSOE. Pero los honrados dirigentes de la coalición, con Gaspar Llamazares a la cabeza, han cometido desde el principio el error de pensar que, dándole muchas vueltas a la cucharilla, el aceite y el agua terminarían por mezclarse, y esa ingenuidad, o tal vez la falta de sitio para hacer maniobras, han condenado a IU al rincón de los partidos decorativos. A sus enemigos les da igual, porque son lo contrario a Sabanés y su gente, es decir, son una IU Cerrada, y de ese castillo no los saca ni Dios.

"Mientras nosotros defendíamos una mayoría de izquierdas en Velilla, alguien de la dirección de IU estaba pactando con el PP, y ahí tenemos el resultado: un alcalde del PP en un municipio con mayoría de izquierdas", ha dicho amargamente el diputado Fausto Fernández. Ahí está el problema, en esos "alguien" que se comen la madera de Izquierda Unida. ¿Se han fijado con qué rima Anguita? Exacto: con termita.

Por si lo quieren más claro, vamos a sintonizar con el extremo derecho de oportunismo, para oír la explicación del coordinador de IU y de su portavoz del Ayuntamiento de Madrid, que niegan categóricamente, ja, ja, ja, que se haya negociado con el PP: "Hasta el último minuto hemos hecho lo posible para que no saliera". Genial, sea lo que sea que han bebido, me gustaría que me pongan lo mismo. Eso sí, como Génova no paga traidores, el secretario general de los populares, Francisco Granados, les ha dejado con la pinza al aire, al asegurar que si ellos "no fueron instigadores de la moción, nunca se han mostrado contrarios, ni nos han dicho", ha dicho, "que se opusieran". Ahora expulsarán a los desleales; o no, que diría su nueva jefa, Esperanza Aguirre; tal vez IU-CM ni siquiera lo haga, o no sea tan fácil aplicarles el Pacto Antitransfuguismo. Y además, es igual, el daño está hecho y, por una vez en la vida, el secretario general no se equivoca: "En vez de hacer autocrítica y rectificar, hemos iniciado un camino hacia el ridículo más lamentable". Si lo dice el que va delante, cómo le vamos a llevar la contraria. Si quieres saber dónde está el muerto, pregúntale al enterrador.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sabina: "Le dije cuéntame... y nos fuimos a Praga"

El "teatro" de los Deportes de Madrid fue ayer el escenario de un gran concierto de Joaquín Sabina. Una mezcla acertadísima de canciones clásicas del maestro con las del nuevo disco, de canciones movidas con canciones lentas, de dedicatorias a sus músicos y coros (¡qué gran banda!) y de poemas, tantos como canciones.

Y de eso es este blog, de poemas, de literatura, y de Benjamín Prado. Y de esto también hubo. Joaquín Sabina dedicó a Prado un sentido homenaje, porque junto a él escribieron las canciones de Vinagre y Rosas, porque gracias a los desamores de Benjamín las musas se fueron con ellos a Praga y desde allí se trajeron medio disco, que pudimos escuchar en Madrid.

No, Benjamín no subió al escenario (sí lo hicieron los "perezitas" como los llama Sabina, y pusieron al público en pie con Tiramisú de Limón y la ya clásica, por derecho propio, Embustera). Pero Benjamín sí estuvo allí arriba, y sino, ved y escuchad. Aquí os traigo este cachito de concierto:



Y aprovecho para dejaros también esta pequeña crónica descriptiva y enumerativa que Benjamín ha publicado hoy en El País:

Los camerinos son para la familia. Por Benjamín Prado

La familia de un cantante es el público que baila sus canciones, y luego estamos sus primos y familia lejana, los que las escribimos con él, los músicos que las tocan en los discos y en el escenario, los jóvenes cineastas que nos filman mientras trabajamos, las hijas a las que les dedica Joaquín sus canciones, la familia por lo civil y por lo policiaco, los futbolistas del otro equipo, las novias, las ex novias, los músicos jóvenes que le meten sangre nueva a las canciones, los periodistas de cabecera, los editores que publican sus sonetos y mis poemas...

Todos esos estaban en el camerino de Joaquín, quince minutos antes del concierto, viéndolo tan histérico que no estaba ni nervioso. Después estaban aplaudiéndole, coreando sus canciones, y ahora, mientras se escribe esta columna, están en una fiesta para los íntimos, en el piso de arriba del Palacio de los Deportes. Están Almudena Grandes, Fernando León, los Pereza (Rubén y Leiva), que han incendiado el escenario con las dos canciones de Vinagre y rosas a las que han puesto música. Está David Trueba, Eduardo Mendicuti, el pintor Ramón Hernández. Hay poetas jóvenes como Antonio Lucas, el futbolista Guti, el escritor José Manuel Caballero Bonald, aprendiendo rock and roll a los 82, y con su mujer bailando al lado; está el cineasta Javier Rioyo y Javier Krahe, Alejo Estivel, Azucena Rodríguez, y por haber, estaba hasta algún miembro de la familia Real, sacándole humo a los zapatos a base de bailar. Había tanta gente que estábamos en familia.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Like a rolling stone II

A la espera de que llegue el concierto de Sabina mañana en Madrid y que veamos a los Pereza y a Benjamín sobre el escenario (¿alguien lo duda?), abramos boca con un texto de Benjamín Prado. La semana pasada publicaba la primera parte de lo que podemos leer en la Revista Rolling Stone de este mes. Es decir, lo que decían los Pereza, García Montero, León de Aranoa... y nos quedamos a las puertas de saber lo que escribió Benjamín Prado sobre Sabina.

Una gran ciudad cabe dentro de una canción. Por Benjamín Prado


En realidad no queda mucho que decir, porque a estas alturas de Vinagre y Rosas, la historia ya la conoce casi todo el mundo: Sabina y Prado se fueron a pasar ocho días a Praga y volvieron de allí con medio disco escrito; el maestro afirma que goza de una felicidad doméstica de la que no pueden salir las canciones de desamor que a él le gustan y como Benjamín acababa de dejar a una novia a la que en lugar de vivir abrazado vivía atado- con lo cual era como uno de esos presos que alsalir de la cárcel y cambiar un calabozopor el espacio libre se marean con la perspectiva-, su camarada le propuso marcharse al sitio que él quisiera a componer likearollingstones conra su ex-chica. Aceptó y el resultado son Embustera, Cristales de Bohemia, Tiramisú de Limón, Virgen de la Amargura, Agua Pasada y otras canciones escritas entre Praga, Rota y Madrid y que a los dos les sirvieron para levantarse, uno de su chaisse-longue y el otro de su tumba.

Joaquín suele definir las canciones que escribimos en Praga como "el núcleo duro" de Vinagre y rosas. Quizás haya quienes se pregunten, en consecuencia, qué parte del disco es culpa de la ciudad. La respuesta es que una está dentro del otro, porque le añadió su melancolía, su ambiente culto, su mezcla de majestuosidad y decadencia, la música de sus calles, la belleza trágica de su río, la sombra grandilocuente de sus torres y la rima inesperada de sus edificios, en los que conviven todos los estilos arquitectónicos imaginables. La expresión más clara de todo es es Cristales de Bohemia pero no es la única. Yo creo que si van a Praga y se llevan Vinagre y rosas en el MP3, disfrutarán aún más del uente Carlos, la Torre del Reloj, la Casa de Campana de Piedra, el cemeterio judío o el barrio entero de Malá Strana. Y los más mitómanos, los que quieran saber dónde escribió el disco de su Sabinísima, pueden ir al piso de arriba del Café Savoy, a la cafetería del hotel Kempinski Hybernská, a la Taberna del Soldado Svejk y, desde luego, al Darling Cabaret, del que les recomiendo salir en su limusina blanca: nunca he visto nada que sea a la vez tan macizo y tan serpenteante.

A los seguidores de Joaquín y al público en general les ha encantado Vinagre y rosas; unos y otros se han dado cuenta de la lucha feroz que se esconde dentro de esas canciones que surgieron de una guerra sin piedad y sin enemigos, que duró siete meses y acabó con ambos muertos pero felices y tan satisfechos como pueden estarlo dos personas que creen que siempre es posible encontrar una rima mejor o una estrofa más redonda.

Ser buenos compañeros de viaje, es lo que conseguimos Joaquín y yo desde el momento en que nos embarcamos rumbo a Praga hasta diez minutos antes de que la compañía de discos le quitara de las manos Vinagre y rosas. En todo ese tiempo, hemos vivido en una especie de combustión interminable pero también implacable, porque no dejaban de ocurrírsenos ideas pero sólo nos quedábamos con las más hermosas, que siempre son las que están más lejos y las que nunca se van contigo hasta las siete de la mañana. Para salir a perseguirlos tuvimos que encerrarnos, y él y yo hemos estado tan mutuamente presos que ahora padecemos un agudo síndrome de Estocolmo, del que habrá que curarse si queremos volver a nuestra vidas, porque ambos sabemos que lo que hemos hecho no lo podríamos hacer con nadie más en este mundo, pero también que eso no significa que lo volvamos a hacer. ¿O sí? Quién sabe.


Trabajar a cuatro manos no ha sido poner la mitad de cada uno en cada cosa, sino multiplicarse por dos, porque según el día, y dependiendo de quién estuviera más o menos en forma, nos turnábamos para hacer de liebre mecánica y así obligar al otro a correr el doble. Y les aseguro que cuando Joaquín acelera no es nada fácil seguirle. También es verdad que los dos somos buenos tramposos, y desde el principio recurrimos a todos los trucos posibles para salir de aquella aventura más amigos y con buen disco. Las dos cosas han pasado, pero, ¿qué quiero decir cuando digo trucos? Pues, por ejemplo, me refiero a saber combinar la anarquía con la rutina y la falta de contemplaciones con el respeto: lo primero, lo logramos no mirando el reloj entre febrero y septiembre y no poniéndonos fronteras de ninguna clase a la vez que nos inventábamos unas costumbres de circunstancias, como por ejemplo la de empezar a acabar cada día en los mismos lugares, cuando estábamos en Praga, por las mañanas en el Café Savoy y por las noches en el bar del hotel, que Joaquín bautizó como el Hopper's Bar. Lo segundo, lo conseguimos a base de no pasarnos una educadamente, y así yo dibujaba los ya famosos "corralitos" en los papeles donde escribíamos, para meter en ellos las palabras o las ideas con las que no estaba de acuerdo, mientras que él recurría a los verbos indios comprar/no comprar, para cerrarle la puerta a algo que me hubiese ocurrido y no le interesara. El mayor milagro de todos ha sido que tras discutir más de doscientos días y sus noches cada palabra de Vinagre y rosas, no nos hayamos peleado una sola vez, ni hayamos tenido un problema, ni hayamos caído en la vanidad, la soberbia o la avaricia, y lo mantengo. De hecho, al final de esas once canciones mi conclusión es que Joaquín es el tipo más decente de este planeta.

No escribimos lo que queríamos, sino much0 más. Y ahora, como hemos tenido gemelos sietemesinos nos los vamos a repartir, de modo que aquí estamos, ante todos ustedes, él con su disco, yo con mi libro y los dos con nuestras canciones. Esperamos que las tres cosas les gusten. Y, en cualquier caso, les aseguro que pueden confiar en ellas, porque no les van a contar ninguna mentira. Se lo digo con los corazones en la mano.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Contracorriente

Benjamín Prado escribe este fin de semana en el especial de El País que el diario publica sobre los 100 personajes del año. Al madrileño le ha tocado escribir no sobre una persona, sino sobre un colectivo, sobre los creadores. ¿Y quién mejor para escribir sobre la creación que un escritor?, se puede resumir en "Leer es nadar contra corriente, en lugar de dejarse arrastrar por las corrientes de opinión".

Pero no resumamos, leamoslo entero: No Mirar para otra Parte, por Benjamín Prado.

A todos los ganadores de un premio Nobel les han preguntado qué sintieron al recibir el galardón, pero ninguno dio una respuesta tan sutil como la del novelista Sau Bellow: "No lo sé, porque todavía no he escrito sobre eso." Esa idea de la literatura como algo útil para comprender la realidad vale para los escritores, para los lectores y para definir cualquier otra expresión artística que merezca la pena, y defiende la importancia civil de la cultura: a fin de cuentas, una persona capaz de analizar y comprender, es alguien a quien no resulta sencillo mentir, ni manipular.

Leer es nadar contra corriente, en lugar de dejarse arrastrar por las corrientes de opinión. Mirar un cuadro es enseñar a tus ojos a pensar contra el pensamiento único. Y existen cocinas que son museos para el paladar. Y edificios que siguen siendo música congelada. Y partituras que no puede domésticar el látigo de la corrección política, esa forma de absolutismo que consiste en llenar el pensamiento de lápices rojos y en ponerle un uniforme a las libertades. Se puede discutir si un creador tiene o no tiene que dar discursos, pero lo que está claro es que no debe de aceptarlos,porque no se puede inventar nada a partir de una verdad oficial ni construir nada encima de un lugar común.

Los creadores que forman esta lista, y muchos otros, son como aquel ángel de un texto de Borges que era capaz de volar al mismo tiempo hacia el norte y hacia el sur, porque su trabajo consiste en conservar y descubrir, es decir, en moverse a la vez hacia el pasado y hacia el futuro, Una tarea complicada, teniendo en cuenta que estar sociedades gobernadas por la economía se basan en la búsqueda ciega del porvenir, y ese es un camino en el que todo lo que vas dejando atrás se convierte en tierra quemada: el dinero no tiene pasado.

La autora austriaca Ingeborg Bachmann escribió un verso que es un plano para salir del laberinto: “la tarea del poeta es no negar el dolor.” Sin las dos últimas palabras, la sentencia es aún más poderosa, y eso significa que a mí sólo me interesan las personas en general, y los creadores en particular, que no le dan la espalda a las cosas, que saben que mirar para otra parte te hace, en los casos más dramáticos cómplice del horror y en los más ligeros recadero de la vulgaridad. Otros preferirán el simple entretenimiento, pero eso no es lo mío, ni lo de ninguna de las personas que se han ganado con su talento un centímetro en estas páginas.

Qué buena la respuesta de Saul Bellow, que nos hace darnos cuenta de que en un mundo tan veloz, tan atareado y en el que tantos alardean de decir lo que piensan, resulta mucho más inteligente ser capaz de tomarte el tiempo que hace falta para pensar lo que vas a decir y para reflexionar sobre lo que tantas bocas malintencionadas quieren que escuches y no oigas. Explicar y comprender son los dos extremos de la inteligencia y la distancia que hay de una de esas palabras a la otra es el viaje de la cultura.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Entrevista de poesía

Benjamín concedió al diario El Comercio, de Ecuador, una entrevista mientras estuvo, no hace mucho, en la feria del libro de Quito. En ella comienzan definiéndole como el que aparece en los créditos del disco de Sabina, pero acaban hablando de poesía. Interesante.

La poesía es más importante que la economía.
El Comercio. Por Flavio Paredes Cruz

El nombre de Benjamín Prado figura junto con el de Joaquín Sabina, entre los créditos del último disco del cantautor español. Ambos comparten la autoría de los temas de ‘Vinagre y sal’. Más allá de eso, su firma consta inmortalizada en la solapa de 21 libros, entre poesía, ensayo y novela.

En el ingreso del Hotel Colón, golpetea con sus Converse negras sobre la baldosa blanca. Gesticula con sus manos, mientras su boca deshilvana las palabras...

¿Hay diferencia entre escribir poemas y canciones?
Joaquín siempre afronta la canción como si fuera un poema. Hace 30 años que lo conozco, y muchas veces hemos hablado de poesía, casi nunca de música. Durante los siete meses que hemos tardado en escribir este disco, discutimos como dos poetas: peleando por adjetivos, por cada coma; no hay una sola canción que no haya tenido batallas. Lo gracioso es que hemos salido más amigos.

¿Hay música en tu poesía?
No hay un buen poema, que no tenga música; tampoco hay una buena canción que no tenga poesía. Si no la hay, el lector, el oyente, lo nota siempre.

En la escritura de poesía, ¿cómo maneja el aspecto de la contemplación?
Los ojos son la segunda parte, después del cerebro, más importante del poeta. La poesía no tiene que ser hija de los sentimientos; un poeta no tiene porqué ser más emotivo que un banquero, pero sí debe tener la inteligencia para descender hasta el fondo de las cosas. El poema no va a ser tu historia, sino la autobiografía del que lo lea. Para eso es fundamental la mirada: hay que saber cómo mirar, no tener miedo a observar las cosas. (Evoca la frase de la poeta sueca, Ingeborg Bachmann: “La tarea del poeta consiste en no negar el dolor”). La poesía no tiene que mirar solo a la primavera y el atardecer, sino a la gente, a la pobreza, la necesidad, la injusticia.

¿La poesía es ver o visionar?
Entrever. Es fantástico, encontrar diferentes visiones. La verdad, por fortuna, no es de nadie, sino sería muy aburrido. El maestro Alberti descalificaba a un poeta llamándolo ‘sentado’, el que no sale a la calle, el que se conforma consigo mismo. Los muertos decentes te siguen aconsejando después de todo.

En un mundo lleno de imágenes, ¿cuáles son las posibilidades de la poesía?
Todas. Eso nos lo enseñó Neruda, al llamar a una cebolla “redonda rosa de agua”... después de eso, uno ya no come igual una ensalada. Tiene la capacidad de volver a nombrar lo ya dicho; por eso, me parece más importante que la economía, que la política. La poesía es el arte esencial, nombra el núcleo de las cosas.

Si en la narrativa, el conflicto es parte de la historia, ¿dónde está el de la poesía?
La poesía debe tener un punto narrativo, contar de una manera más directa, atacar por la espalda. No solo debe hacer endecasílabos o alejandrinos, no solo es una cuestión de sonido y rimas. Es nadar hacia donde se desea ir, tener tus propios argumentos, para oponerse o estar de acuerdo.

(Buscando eso, se levanta, es lato y delgado, de mirada apacible. Se coloca unas gafas oscuras y se va, caminando, entreviendo...).

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Like a Rolling

Ni un libro, ni un disco, en esta ocasión la noticia es una revista: la edición española de la mítica Rolling Stone, que en su número de diciembre está dirigida por Joaquín Sabina, quien comenta que "ni en mis
delirium tremens más disparatados se me pasó jamás por la cabeza dirigira Rolling Stone". Pero aquí le tenemos a los mandos de la nave.

Y como buen capitán, mi capitán, se ha rodeado de los suyos y en las páginas de la revista además de mucho Sabina (hay un resumen fundamental de todos sus discos, en pinceladas) nos encontramos con los otros.

Y los otros no son más que aquellos que han rodeado al de Úbeda tanto en la elaboración del disco Vinagre y Rosas como a lo largo de su carrera. Leer las páginas de Rolling Stone es como volver al libro de Benjamín Prado, romper una canción. Un libro en el que sus protagonistas cobran voz.

Si Benjamín nos contó en su libro cómo conoció a los Pereza en una noche Sabinera en Galileo, en la revista los Pereza hablan de cómo conocieron a Benjamín en esa noche y desde ahí cuenta cómo fue para ellos trabajar con Sabina "Benjamín me envió un correo con la mita de una letra titulada Embustera y un reto: A ver qué haces chaval. Dos días después le reenvío una maqueta con el resto de la letra y la música. Es una balada. "Me gusta", me dice, "pero la veo más rockera: al jefe se la enseñé en Praga y te manda un estribillo. Dice que se imagina a la peña en concierto diciendo "embustera" señalando con el dedo". Rehago la estructura. Acelero el tiempo y el estribillo es un tiro. Veo miles de dedos al aire. Joaquín tenía razón. Estoy una noche hacienda la cena y suena el móvil. Es Benjamín. "¡Me encanta, tío, y tal y cual, y espera que te paso con alguien!", ¡Rubén, soy Joaquín! ¡Estoy encantado con 'la embustera!. Se oyen gritos y la canción sonando de fondo. Están borrachos.", dice Rubén en su artículo.

A lo que Leiva, en el suyo, añade "componer para Joaquín acojona mucho. Es como jugar a fútbol con Maradona o tocar por soleá para Fernanda de Utrera: no sabes por dónde empezar. Nuestros queridos Panchito Varona y Benjamín Prado nos empujaron al agua sin saber nadar. ¡Y vaya si nadamos!".
(La foto es de Rolling Stone, de la fiesta de entrega de los Premios por el 10º aniversario).

También relata Benjamín en Romper una canción, el viaje a Rota con Fernando León de Aranoa, quien escribe en la revista: "Alrededor de Joaquín existe también ese dulce caos. Todo puede irse al traste en cualquier momento, pero todo puede florecer también. Es un caos relativo, en el que sus músicos tratan de poner un cierto orden, también sus amigos poetas. Y si el orden está en manos de los poetas, imaginen ustedes el resto."

Además de Benjamín, entre esos poetas que ponen orden se encuentra Luis García Montero, que en Rolling dice "A la hora de elegir a los suyos, Joaquín ha contado con sus músicos de siempre, Pancho Varona y Antonio García de Diego, y ha pedido colaboración a Pereza y al poeta Benjamín Prado. Se abre más que nunca a la colaboración con los otros, pero también suena más que nunca a Joaquín Sabina. Ese es el privilegio de los autores con mundo propio. Joaquín ha aprovechado que Benjamín tenía mal de amores. Se escribe mejor con el sufrimiento que con la felicidad, pero nadie ha dicho que haya que escribir con el sufrimiento propio. El mal de amores de Benjamín le ha permitido a Joaquín hacer un disco estupendo sin necesidad de volver a las andadas. Como a mi me daba mucha envidia verlos pelearse de mostrador en mostrador en busca de versos, les pedí que me colaran una canción. Yo tampoco tengo mal de amores, pero el sufrimiento de Benjamín daba para un trío". "Como la amistad de Benjamín es inagotable, voy a escribir yo otro libro contando todo lo que él no ha querido contar". Se titulará Vino y Cardos, y les ayudará a comprender a ustedes por qué mis amigos han tardado tanto en hacer este disco".

Y claro, Benjamín también escribe en la revista, pero eso será harina de otro post...

domingo, 6 de diciembre de 2009

En los periódicos

Ahí es donde está Benjamín Prado esta semana. En uno hablando y en el otro opinando. En el primero, el Diario Vasco, entrevistado por Iñaki Zarata, y contando cosas sobre Sabina como que "Antes era su amigo y ahora soy su chulo" (no os dejéis impresionar y llevar por las primeras impresiones, poco a poco le vamos conociendo y sabemos que tras esas palabras se esconde "mucho amor y casi nada de sexo". Leed la entrevista, merece la pena.

En el segundo, como es habitual cada jueves, en El País, en la sección de Madrid, y en esta ocasión sobre la discrimación. Y desde hace bastante tiempo, para dar buenas noticias (se le nota relajado).

Una discriminación menos, una plaza más. Por Benjamín Prado.
Aunque parezca mentira, en algunas ocasiones nuestros tribunales actúan para defender los derechos de los ciudadanos, en lugar de hacerlo para romperle la cáscara a sus libertades como quien deja caer el mazo sobre una nuez. Para demostrarlo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid acaba de condenar a la Agencia de Empleo del Ayuntamiento a indemnizar con casi 60.000 euros a una trabajadora por haberle pagado desde marzo de 2004 un salario inferior al que recibía un compañero que realizaba las mismas tareas. En la sentencia, tan rara que la puede entender cualquiera, se dice que se trata de un caso de discriminación de género, y que no, que por ahí no pasan. "Pues mira qué bien, porque en España el salario medio mensual de las mujeres sigue siendo un 24% más bajo que el de los hombres", me dice al otro lado del teléfono Juan Urbano, que anda mal del escudo tras la derrota de su Real Madrid en el Nou Camp, y luego añade: "Siempre he dicho que, de entrada, este país será mejor en cuanto se deje de aplastar a las mujeres en los trabajos y a los hombres en los divorcios". No seré yo quien le quite la razón. La violencia de género no me gusta, en ninguna de sus expresiones.

Lo cierto es que la palabra discriminación no termina de borrarse de los titulares, y uno la encuentra emboscada en las noticias más a menudo de lo que querría. Lo cual es deprimente. ¿Qué significa que en el siglo XXI algunas personas aún sean discriminadas a causa de su raza, su género, su edad, su salud o su orientación sexual? Pues, sin duda, significa que este mundo avanza inexorablemente hacia el pasado, y que seguirá haciéndolo mientras los días de tantas personas continúen siendo una cuenta atrás: domingo, sábado, viernes, jueves, miércoles, martes, lunes, diciembre, noviembre, octubre... Si lo dudan, paseen junto a los escaparates iluminados de la Navidad y luego acérquense a la plaza Mayor, sin ir más lejos, a ver a las decenas de pobres que duermen bajo sus soportales, dentro de un zulo de cartón. ¿O zulo sólo se puede decir cuando el que te mete en el agujero lleva una pistola?

"Pero en cualquier caso, qué horror", dice Juan Urbano, "que sea justo el Ayuntamiento el que cometa dllevándole la contraria a sus propias campañas publicitarias de concienciación. Es para reírse de tristeza", concluye, dejando escapar, efectivamente, una carcajada amarga.

La palabra discriminar es un filtro en el que se quedan los derechos de los más débiles, las personas que por el motivo que sea son echadas a un lado, a veces porque no tienen dinero con el que pagar el pasaje hacia la sociedad del bienestar y a veces, simplemente, porque no pueden defenderse. Por ejemplo, los enfermos de sida, que estos días en que se celebra el día mundial de la lucha contra ese infierno de la sangre dan una respuesta a quienes los marginan, los maltratan o los ignoran, con una exposición que está colgada en el Casino de la Reina, en la glorieta de Embajadores, y en la que se pueden ver fotografías hechas en distintos lugares de Madrid por algunos portadores del virus VIH, que hacen visibles distintos ejemplos de la discriminación de la cual son víctimas y ojalá sea un modo de abrirle los ojos a quienes prefieren condenar a comprender y tener miedo a tener información.

"Discriminación" no es una palabra, es un agujero en el barco. Se escribe así: de, i, ese, ce, erre, i, eme, i, ene, a, ce, i, o, ene; pero si se escribiese "desdemocracia", o "desconstitución", significaría lo mismo.

Menos mal que, esta vez, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha dado en
el clavo, y así empezamos bien diciembre, con una injusticia menos y una obra pública más, que es la plaza de Callao cerrada al tráfico y recuperada para los peatones; dos cosas muy distintas que se parecen, según dice Juan Urbano, en que son las dos mejores noticias de esta semana. Ya sólo falta que sean sólo el principio de otras muchas iguales.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Querida. Un epistolario a 18 manos

En pocos lugares se siente más que en una carta. ¿Os acordáis? Yo no mucho, y eso que practiqué bastante. La tecla ha sustituido al bolígrafo. Afortunadamente nos quedan poetas, autores que siguen escribiendo cartas. 18 de ellas forman el libro "Querida", de ediciones Península.

Un libro que quizá pase desapercibido pese a que tiene kilates con nombre de Eduardo Arroyo, Bernardo Atxaga, José Luis Borau, Sergio Cabrera, Francisco Calvo Serraller, Medardo Fraile, Carlos Franz, Luis Goytisolo, Pedro Guerra, Gustavo Martín Garzo, Antonio Martínez, Eduardo Mendicutti, Benjamín Prado, Javier Reverte, Santiago Roncagliolo, Daniel Samper, Juan Gabriel Vásquez, Vicente Verdú y Ángel González.

La de este último debe ser para sucumbir, pues es la carta póstuma que Ángel González le dejó escrita a su mujer, Susana Rivera, cuando él muriera. En esa carta, y según la agencia EFE: "confiesa en ella que sólo le entristece la muerte por una razón, por no poder volver ver a su esposa, la persona "que más quiero en este mundo -dice-, también la más honesta, la más íntegra, la más buena: la mejor".

"Gracias por toda la felicidad que me diste. Recuerda tú los momentos de felicidad que vivimos juntos y que esos recuerdos te sirvan de ayuda en estos momentos tristes. No te dejes dominar por la tristeza", continua el poeta, quien se despide con un beso "muy largo, interminable".

EFE sigue informando que: "Para publicar este volumen, el editor Pepe Verdes invitó a una serie de intelectuales a escribir a una mujer y, fortuitamente, tuvo noticia de la carta de González a través de Benjamín Prado y decidió incorporarla a "Querida. Cartas de Hombres a Mujeres", gracias a la generosidad de la viuda del gran poeta, Susana Rivera.

Los intelectuales invitados al proyecto debían redactar una carta a una mujer, sin que la relación existente con ella fuese determinante, ya que podía tratarse tanto de una amiga del colegio, como de una amante, una madre, una desconocida en el metro, etcétera. "

Aún no conozco la de Benjamín, habrá que buscarla, mientras tanto, y para abrir boca, pinceladas de algunos lienzos a la carta:

«Ésta es una carta de protesta, de protesta airada y por delegación, además...» (J. L. Borau).
«¡Que sorpresa encontrarnos después de tantos años y qué poco nos hemos visto!» (M. Fraile).
«Nunca vas a leer estas líneas. ¿Tiene eso importancia?» (L. Goytisolo).
«Tenemos una crisis doméstica con la mortadela» (A. Martínez).
«Estaba acodado mirando al vacío en el palco de la ópera...» (F. Calvo Serraller).
«Esta misma mañana he pasado la palma de la mano por la parte superior del armario ropero...» (V. Verdú).
«El canal para adultos pone esta noche Lo que el viento me metió...» (S. Roncagliolo).
«El matrimonio nos está distanciando» (E. Mendicutti).
«Muchas veces a lo largo de este tiempo me he preguntado dónde estarías...» (G. Martín Garzo).