sábado, 27 de agosto de 2011

La felicidad, en corto

El Periódico de Catalunya en su versión impresa publicaba ayer un perfil de Benjamin Prado, para describir, así, en corto qué necesita para ser feliz:


"El escritor madrileño publicó en primavera la novela de espías Operación Gladio. Estas son sus razones para ser feliz:

Mi hija y mi mujer: estoy con ellas y todo lo que hay alrededor se vuelve París a la hora del almuerzo.

Leer. Abro un libro y el hotel o el aeropuerto en que esté son mi casa. Como al maestro Ángel González, con los años, leo más.

Escribir. Especialmente la parte en la que estoy poniéndole los andamios al libro.

La música. Quieto o moviéndome, siempre tengo música puesta. Adoro mi iPhone.

Actuar. Me gusta hablar y tener el privilegio de ser escuchado.

La comida japonesa en un restaurante con poca luz y sin música ambiental.

Rota, en Cádiz. Ahí me siento en casa más que en ningún otro lugar de este mundo.

La noche, siempre con amigos y un destornillador (vodka con naranja). Me llevó a esa copa José Manuel Caballero Bonald.

El fútbol. No me importa, pero me apasiona. Mientras ocurre no existe otra cosa.

Benjamín Prado

ESCRITOR

jueves, 25 de agosto de 2011

Alicia en el país de Gladio

Ya hemos dicho y leído mucho sobre Operación Gladio, pero aunque el
proceso de promoción de un libro parezca siempre igual, Benjamín sabe ir dejándonos miguitas para que las vayamos rastreando y acercando cada vez más a una novela muy completa, pues ni leyéndola llegamos a descubrirla del todo, necesitamos, y disfrutamos, de su ayuda. Y si se le añade alguien que sabe leer, escuchar, y preguntar, como el autor de esta entrevista, Jordi Corominas, en RevistaDeLetras.net nos encontramos con una nueva pista, y sabemos, por ejemplo, por qué Alicia Durán se llama Alicia.

Pregunta.Alicia hace como la Alicia de Alice en Wonderland, se mete en el agujero, en un mundo invisible que sin embargo está insertado en la superficie.

Benjamín Prado. Eres el primero que se da cuenta del porqué Alicia se llama así. Haces las entrevistas y toda la promoción deseando que alguien lo pregunte, y bien, has dado en el clavo. Se mete en el agujero de pura casualidad, quiere comprender y lo hace hasta las últimas consecuencias.

Pero quedarse con esta respuesta es como pasar de la primera página de un libro, una pena, descúbrela entera en su ubicación original, clica aquí.

martes, 23 de agosto de 2011

Chupitos

Dos chupitos para refrescar este verano. Dos destellos de Benjamín.

Benjamín Prado nos contaba viva vocce que el texto de Cuadernos Hispanoamericanos que publicamos el sábado pasado en el blog se convirtió, tras una curiosa llamada, en el poema Escrito en Lisboa que nos regaló el pasado mes de julio. Él, como siempre, lo cuenta mejor: Es curioso, porque nada más leerlo, me llamó Joaquín y me dijo: "¡Tio, eso no es un artículo, o es una canción o es un poema!", y entonces yo hice lo que no había hecho nunca y lo puse en verso. Fue divertido."

Pero no es lo único que ha dicho en los últimos días , pues con motivo del 75 aniversario del asesinato de García Lorca Europa Press ha preparado un reportaje (que ha publicado por ejemplo ElDía.es) en el que distintos autores opinan, en breve, sobre el poeta. Benjamín Prado dice en esta información: "Si estuviésemos hablando de una carrera, iría el primero. De hecho, cada vez que empieza a quedarse atrás, lo vuelves a leer y los adelanta a todos otra vez. Para mí todo empezó con su Poeta en nueva York y Bob Dylan de fondo" (Lee aquí la información completa)

Por supuesto sus opiniones sobre Lorca son más amplias en muchos otros foros, pero los chupitos son así, un giro de muñeca y para adentro, ya tendremos tiempo de saborear largos tragos al calor del ordenador en los fríos meses que vendrán. ¡¡Salud!!.

sábado, 20 de agosto de 2011

Pessoa en los Cuadernos

Como director de Cuadernos Hispanoamericanos Benjamín Prado nos explica cada mes, en cada número, un poco más de algunos autores, bien a través de la lectura o relectura de sus obras, bien a través de los libros que otros escribieron sobre ellos. Como fue el caso del mes de Julio, del número 733 de Cuadernos Hispanoamericanos (sigo poniéndome al día y ya solo debo el texto de agosto), en el que Pessoa es el protagonista. Os dejo con él.

Pessoa vuelve a poner los pies en en suelo.
Por Benjamín Prado



Fernando Pessoa pudo equivocarse muchas veces en su vida, pero ninguna tanto como cuando escribió que "morir sólo es dejar de ser visible", porque lo cierto es que tras su fallecimiento en noviembre de 1935, se hizo tan famoso que cincuenta años más tarde tuvo que ser desenterrado para que sus restos se trasladasen al monasterio de los Jerónimos, junto a los de varios reyes de Portugal, el conquistador Vasco de Gama y Luis de Camôes, del que por otra parte el irreverente autor del Libro del desasosiego opinaba que "carecía llamativamente de todas las cualidades sobre las que se levanta la buena poesía". Dentro del féretro de aquel hombre que afirmaba haber "asistido de incógnito a mi vida", no se encontraron varios esqueletos, como habría sido lógico en un poeta que se había desdoblado en tantos heterónimos, y por lo tanto allí no estaban Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos; pero lo más raro no es que Pessoa no estuviese dividido en diversos difuntos, sino que estaba entero: el diario ABC, reproduciendo las extrañas informaciones que llegaban desde Lisboa, publicó en noviembre de 1991 que al abrir su primera tumba descubrieron que su cuerpo estaba incorrupto y sus ropas intactas, por lo cual se decidió guardar silencio, dejarlo donde estaba y llevar a los Jerónimos un ataúd vacío.
Esa leyenda y otras muchas la cuenta Carlos Taibo en Como si no pisase el suelo. Trece ensayos sobre las vidas de Fernando Pessoa, una biografía de biografías que reúne los episodios más extraodinarios de la existencia oscura de aquel hombre esquivo que prefería imaginar a recordar y escribir a hablar: "olvidé mi pasado, no sé quién lo vivió", dice uno de sus versos; y otro: "ser poeta es mi formamde estar solo". Leyendo este libro volvemos a ver a Pessoa desdoblándose en más de setenta identidades, siendo Bernardo Soares, Coelho Pacheco, Alexander Search, Vicente Guedes, Jean Seul, Rafael Baldaya, António Mora o Thomas Crosse para al final llegar a una conclusión deprimente: "envidioma todos porque no son yo". Aunque tal vez todo aquello no fuese nada más que la carrera contra el tiempo de un fatalista que se consideraba "vencido como si supiese la verdad" y trataba de dejar algo inolvidable en este lado del más allá. Lo consiguió, porque como dijo José Saramago la esquizofrenia que para él fue un laberinto, para nosotros es un mapa: " su forma de no saber quién era, nos hace sospechar quiénes somos".
Carlos Taibo nos vuelve a poner delante al peculiar escritor que escribía de pie, igualmque Hemingway, o trabajaba en los cafés de Lisboa de forma tan obsesiva que en algunos llegaban a cerrar con él dentro; al modesto empleado que resolvía crucigramas para intentar ganar un concurso que le  permitiera comprar una casa en la que juntar sus libros; al hombre que odiaba ser fotografiado; al gran fingidor que sólo se sentía seguro siendo un desconocido para quienes les conocían; al incomprensible enamorado que teníammiedo a querer a la única mujer que quiso, hasta el punto de hacer que sus personajes le enviaran cartas hablándole mal de él; y, naturalmente al suicida por puro pesimismo que en lugar de vivir, bebía, quizás empeñado en seguir hasta el fondo del último vaso su propio mal consejo: "cambia por vino el amor que no tendrás".
Y también deja este retrato de aquel ser extraordinario que pasó por el mundo como si no pisase el suelo algunas preguntas: ¿Qué hubiera ocurrido si hubiese aceptado venir a Madrid en 1925? ¿Se hubiera encontrado con los jóvenes    de la Generación del 27? ¿Habrá en algún álbum perdido una imagen suya en las Islas Canarias, donde estuvo haciendo escala en un viaje a Durban? ¿Cómo supo de él Ramón Gómez de la Serna, que lo cita en su famoso Pombo y o define como un creador "frenético de inspiración"? ¿Cómo habrían sido sus libros si los hubiese querido acabar, en lugar de ir acumulando sus manuscritos
en un baúl para convertirse en "el mejor arquitecto de lo inacabado", como guien dijo de él? ¿Quién fue Fernando Pessoa, esa persona "que buscó hasta inventarse " , como dijo de él Octavio Paz. "Siempre fui el que nació para eso", dice en uno de sus poemas más conocidos, "Tabaquería", y sin duda la palabra "eso" lo explica todo pero no aclara nada: si queremos más datos, mejor leer el libro de Carlos Taibo, cuyo gran triunfo es contarlos todo lo que Pessoa no sabía o no quiso saber de sí mismo. Según confesó en uno de sus versos: "Olvidé mi pasado, no sé quién lo vivió". Como si no pisase el suelo soluciona ese problema.

viernes, 12 de agosto de 2011

¿Y sobre las nuevas tecnologías qué?

Benjamín Prado no teme a las nuevas tecnologías, "el escritor va a seguir escribiendo para el lector independientemente del medio", "es una ventaja tener siempre a mano las obras de tus autores favoritos", "ya no volverá a pasar eso de que un libro no se encuentra porque está agotado o descatalogado"...

Sobre esto y sobre mucho más, siempre con su singular y atractiva oratoria en esta entrevista que le han hecho en Fraile y Blanco TV, y que podéis difrutar aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=kArb_exHGBE&sns=em

lunes, 8 de agosto de 2011

El "cuaderno" de Luis Cernuda

Con "algo" de retraso, pero todos en orden, rescato los textos que el Director de Cuadernos Hispanoamericanos publica en cada uno de los números de su revista. En la del mes de Junio contó con la colaboración, entre otros, de Zoé Valdés, Antonio José Ponte, Jorge Riechmann, Jorge Boccanegra, Oscar Hahn y entrevistó a Juan Marsé, todo encuadrado por Luis Cernuda y sus textos, o sietes vidas, como prefier decir Benjamín Prado.


Las siete vidas vidas de Luis Cernuda
Por Benjamin Prado


La vida siempre es otra cosa, y por eso no basta con recordarla ni con creer lo que sabemos de ella, sobre todo en estos tiempos en lo único cierto es que "el pasado se está volviendo impredecible". Por eso es tan importante el trabajo de biógrafos tan minuciosos como Antonio Rivero, que acaba de publicar en Tusquets la segunda parte de su biografía sobre Luis Cernuda: leyéndola conoces mucho mejor, como es natural, al autor de La realidad y el deseo, pero también sus poemas, que se llenan de luces que antes estaban apagadas. Hay quien piensa que conocer la vida de un escritor no acerca su obra, pero nunca he estado de acuerdo, sobre todo cuando uno se encuentra con trabajos como éste, que más que un libro es un microscopio.



El segundo y último tomo de esta biografía de Cernuda, que es mucho más ágil que el primero e igual de consistente, comienza con la salida del poeta de España, rumbo al exilio, y cuenta sus desventuras en Londres, en Glasgow, en Estados Unidos y, finalmente, su vida a ratos feliz en México, donde, como todo el mundo sabe murió el 5 de noviembre de 1963 en la casa de Concha Méndez de la calle Tres Cruces, en el barrio de Coyoacán, y donde está enterrado, en una tumba del Panteón Jardín del Distrito Federal, muy cerca de la de su antiguo amigo Emilio Prados, desde la que se ven a lo lejos los volcanes Popocatépetl e Iztaccíohuatl y que quizá fue su último acto de dandismo: en la lápida pone "Luis Cernuda Bidou, Sevill 1902-Méxivco 1963. Poeta", con lo que su segundo apellido es una deformación amable del auténtico, Bidón, que sin duda no debía de agradarle. ¿Habría dejado Cernuda indicaciones al respecto? Si no es así, ¿por qué no se corrigió el erro, por ejemplo, cuando la sepultura fue restaurada por la Embajada de España? Cuando un ataque al corazón acabó con su vida, cernuda estaba leyendo a Emilia Pardo Bazán y escribiendo sobre el teatro de los hermanos Quintero, y no se encontraba muy bien, sino angustiado porque sus últimos libros no terminaban de publicarse y porque el dinero que había ganado dando clases en Norteamérica y que tenía en una sucursal de un banco de California, nunca llegaba a México, y de hecho si lo hizo ya fue demasiado tarde.


En el libro de Rivero encontramos a todos los Cernuda que fue el autor de Las nubes y Como quien espera el alba, desde el hombre decente, fiel a sus ideas y en algunos casos hasta dulce, por ejemplo en su relación con los nietos de Manuel Altolaguirre y Cóncha Méndez, hasta el más conocido, o al menos más repetido, que es el hombre colérico y tan atrabiliario que era capaz, ya en sus tiempos en Latinoamérica, de encerrarse en la cocina de la casa de Concha Ménde con su playo y negarse a salir hasta que acabara de comer y se marcharse de allí Emilio Prados, el otro comensal al que la ex mujer de Manuel Altolaguirre había invitado, precisamente, para que se reconciliara con el autor de Desolación de la quimera, o de no acudir a la oficina de correos a recoger el tomo de la poesía completa que Aleixandre le había enviado a México y mandarle una carta diciéndole que no se molestase en mandárselo de nuevo. Y de esa colección de hombres distintos que fue Luis Cernuda, al menos los siete que vivieron en Sevilla, Madrid, París, Londres, Glasgow, California y México, sacamos un conocimiento profundo de su vida y su tiempo, ese terrible siglo XX que le hizo padecer dos guerras pero que no pudo detener su poesía, que se ha abierto paso hacia los lectores de hoy con una fuerza imparable. Que esta biografía nos lo recuerde y nos lleve a releer a Cernuda es algo digno de ser celebrado.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Teoría sobre la poesía

Benjamín Prado anda por el Norte, en el curso de verano de la UIMP, en Santander y como todos los sitios a lo que va acude con la agenda muy cargada y con su polifacética y frenética actividad.

Desde el día 1 y hasta el 5 se pone en el papel del maestro que enseña poesía, dentro de su curso "Licencia para mentir" que él mismo define como " interesante, muy intenso", y del que va a salir un libro con lo que en él se ha trabajado, según él mismo ha desvelado en los Martes Literarios en La Magdalena y según recogió la prensa de la región, como el Diario Montañés , u otros como el
20 minutos, tomados de agencia.

"Fue un martes literario divertido", nos contaba él mismo en referencia a ese martes que compartió con Santiago Rafael Rocagliolo y en los que siguió hablando de algo de lo que sabe mucho y no solo porque la escriba sino porque la ha estudiado y escrito sobre ella, Siete Maneras de decir manzana es su ensayo sobre cómo escribir poesía, un imprescindible para quien quiera entender de poesía pues Prado, riguroso como siempre no se abandona a sus teorías sino que repasa las de algunos de los mejores poetas y teóricos del género. (En los tweets de @PradosUrbanos se dejan caer algunas de estas teorías a menudo).

Por ello, y por su obra, puede dar clases de poesía y teorizar sobre la misma al decir en estos martes literarios que "la poesía tiene que tener "una finalidad civil", es decir, dejar a un lado la primera persona habitual de los poetas y contar cosas con las que los lectores se sientan "reflejados". O que la poesía “no debe escribirse para acomplejar al lector” sino para contarle algo que entienda y, al poder ser, “que comparta”. En mi opinión uno de los pilares de la poesía y de cualquier obra de arte es lo que Benjamín dice de la poesía “el poema solo va a perdurar si es capaz de reconstruir una emoción en otro”.