martes, 30 de septiembre de 2008

Benjamín en la Onda

Como ya nos comentó en su día, Benjamín Prado es uno de los contertulios que cada lunes se asoma por el programa de RNE "Afectos nocturnos", en torno a la 1:00. Hasta ayer no había podido escucharle por motivos varios, pero a partir de ahora la cita se convierte ineludible, tanto en RNE como aquí mismo.

Aún no he encontrado la forma de subir la grabación, que la tengo en MP3, pero a falta de audio, buena es la transcripción.

En el programa de ayer se habló de la Justicia, un tema que la conductora del programa, Silvia Tarragona, introdujo con la frase de Víctor Hugo, "Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo".

"Yo no sé muy bien lo que es la justicia, pero de lo que sí tengo una idea bastante aproximada es de lo que no debe ser. Yo creo que una de las cosas que no debe ser la justicia, y a menudo lo es, y a mi me preocupa, es incomprensible. Pongo un ejemplo que nos está afectando a todo y estamos leyendo y viendo noticias todos los días, la economía. Es algo que se supone que afecta a todo el mundo, el efecto mariposa de la economía, como se dice en un artículo de José Luis Izquierdo de El País, funciona de tal manera que dos banquero se toman dos copas en Omaha y un electricista de Tarrasa se queda sin trabajo y sin embargo siempre hemos oido hablar de economía con un lenguaje incomprensible, que no nos llega, con algo que parece patrimonio de unos cuantos elegidos, pero que al final nos afecta.

Con la justicia pasa lo mismo. Uno tiene la sensación de estar todo el día o muchos días escuchando veredictos o decisiones de jueces que te extrañan. Te extraña que un juez le de un permiso penitenciario a una terrorista para hacerse un tratamiento de dertilidad que se puede hacer en la cárcel, te extraña que un juez exima de parte de culpa a un violador, como ha ocurrido alguna vez, porque después de violarla le dio un vaso de agua, lo cual demuestra cierta humanidad. Te extraña que un juez dictamine que no hay ensañamiento en un crimen en el que el asesino le pego 25 o 30 puñaladas a alguien.

Todo eso que parece tan poco comprensible desde las personas normales, que leemos sin tener esa carrera de leyes, sin ser jueces, sin ser fiscales, sin ser abogados, parece que al final terminan por complicar la justicia, por entorpecer los juzgados, y terminan por convertir a los jueces ( en algunos casos, no en todos, hay jueces extraordinarios, como en todas las profesiones) en unas personas que están más allá de los ciudadanos, incluso con una actitud a veces un poco soberbia. Parece que los jueces deberían ser infalibles. Estamos hablando de justicia humana, no divina, una justicia, como decía Nuria, inventada por los hombres para administrar la vida de otros hombres, las personas infalibles no existen.

Nadie le pide a los jueces que lo sean, se pide que sean lógicos, razonables, y a menudo me temo, y creo que el 90% de los oyentes piensan lo mismo, que no parece que les podamos entender".

[...]

"Muchas veces tenemos la sensación de que hay un cierto corporativismo entre los jueces, no suelen sancionarse unos a otros. Tenemos la sensación de que un juez deja libre a un asesino que después mata a otra persona, o como ocurre con la jueza, que se niega a aplicar la ley y a casar a parejas homosexuales o cosas de ese estilo. Realmente tengo la sensación de que hay corporativismo y no se les sanciona. Existe una paradoja muy grande y es que parece que los jueces están por encima de la ley o más allá de la ley, muy llamativo".

[...]

"Lo que me parece muy llamativo es que la ley tenga una parte teatral, que solo existe de cara a la galería. Esta mañana estaba oyendo en Tele5, en el programa de María Teresa Campos, creo recordar, al juez Martín Palina, que explicaba que explicaba como muchos ciudadanos nos extrañamos que a una persona se le condene a 3.000 años y nos extrañemos de que solo cumpla 12 , 18 o 22 años, y él explicaba que sabemos que nadie puede llegar a vivir 3.000 años. Me parece una persona respetable y cuyas decisiones hay que tener en cuenta. Pero no estoy de acuerdo con él. ¿Para qué condenar tantos años a una persona?, ¿para qué esa parte teatral de cara a la galería de poner penas de 1.000, 2.000, 3.000 años? Que se ahorren la parte teatral y que pongan condenas que realmente se van a cumplir, que uno tenga la sensación de que cuando lee en los periódicos que alguien por matar a 20 , a 30 personas, ha sido condenado a 50 años y los va a cumplir".

A los comentarios de los oyentes, que intervienen en directo en el programa, Benjamín ha apostillado:

"Respecto a lo que comenta Crescencio, cuando hablamos de la justicia hablamos de ella como si solo existiera para castigar los crímenes que se cometen, para imponer penas, para llevar a la gente a la cárcel, también debe existir para que no se cometan, para prevenir esos crímenes. La justicia no es solo castigar, también es prevenir, para que algunos crímenes no se cometan".

Casi concluyendo...

"Yo desconfío de todo aquello que resulta intocable, sobre lo que parece que es mejor no opinar. Creo que es verdad que los jueces a veces tienen más trabajo del que pueden abarcar, se les acumulan las causas. Yo recuerdo una cosa que comentaba Little Richard una vez que se le acercó MIck Jagger y se quejaba mucho de los autógrafos, de la gente, del acoso de las personas y le dijo, "querido si eres conocido, fastídiate", no le dijo fastídiate... es decir, que si eres juez, fastídiate, va en el contrato, has elegido una trabajo difícil que consiste, ni más ni menos en decidir sobre la vida de otras personas, en cambiar la vida de otras personas en muchos sentidos. El juez que juzga un delito tiene una responsabilidad, pero el que dirime en un divorcio, que pone una pensión alimenticia exagerada, o reparte mal los bienes de una pareja también tiene una enorme responsabilidad porque toma decisiones que afecta a la vida de las personas de una manera tremenda. Si eres juez tú mismo has pensado que tienes capacidad de hacer una tarea que a mi me parece, encomiable, admirable, difícil, pero tienes que ser capaz de llevarla a cabo".

"La ley debe ser tan entendible, tan sujeta a la lógica que cualquier ciudadano puede y debe entenderla, para, como jurado, poder juzgar, ejercer su derecho a hacer de juez. Lo que me preocupa es que la ley sea incomprensible, que se aleje de la capacidad de entendimiento de las personas, eso me preocupa mucho más".

Al comentario de otro oyente, sobre la cordura de los jueces y la oportunidad de los jurados populares Benjamín comentaba:

"Siempre he pensado que al menos en el sistema judicial español se puede apelar poco, conozco muchos casos de personas que sienten la frustación de que tienen un juicio, tienen una apelación, y se acabó. No hay tiempo, no hay juzgados donde hacer todo lo que se puede. Cada uno debería tener el derecho de apelar más veces".

La conversación sigue, cambiando de tercio... pero eso es harina de otro post. Mañana más...

sábado, 27 de septiembre de 2008

Benjamin Prado en transporte público

Nos decía Benjamín, en uno de su comentarios, con motivo de un texto de Ángel González que había encontrado en el Metro de Madrid, que nunca había visto su texto que la iniciativa Libros a la calle había elegido y puesto en el transporte público de la capital. Le prometí que la buscaría y que la compartiríamos con los lectores del blog, y aquí la tenemos.
La iniciativa Libros a la calle es una magnífica idea en la que colaboran el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, La Asociación de Editores de Madrid, el Consorcio de Transportes, el Metro, la EMT y el Gremio de editores de Madrid.

Gracias a ella los millones de usuarios del transporte público hemos cogido por costumbre, desde el año 1997, leer esos textos que cada cierto tiempo se van renovando en las paredes de los vagones o en los cristales de los autobuses. Textos con poesías, textos con fragmentos, que nos animan a no quedarnos en la primera página, que nos dicen "ni un día sin poesía".

Benjamín Prado fue "publicado" en los vagones del metro en el año 2002, compartiendo ese año cartel con Ángel Guache, el Arcipreste de Hita, el sempiterno anónimo, José Martí, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Joan Margarit, Benito Pérez Galdós, Guillen Vilador, Manuel Hidalgo, Eduardo Galeano, Covarrubias, Rafael Fraguas, Miguel Gila y Victor Erice.

Podía faltar a la verdad diciendo que mi labor de investigación me ha llevado a encontrar toda esta información, pero lo cierto es que hoy en día internet te regala todo el tiempo que antes se perdía en buscar lo que hoy tienes a un par de páginas. En este caso se pueden encontrar todos los carteles con todos los textos de todos los años (bravo por la iniciativa) en la página http://www.librosalacalle.com/web/


Aquí podemos disfrutar del texto de Benjamín Prado, pero merece la pena visitar la página y releer, para los viajeros de Madrid, o descubrir, para los foráneos, estos textos. Me sumo al lema. No os quedéis en la primera página, adelante, pasad, los libros están abiertos.


El hombre que escuchaba
Por Benjamín Prado. Libros a la calle.

Cada noche, al salir de su casa, ponía el pie en un lugar distinto. Entraba en un bar y ese bar estaba en Argel o en El Cairo, estaba al principio en Marrakech y luego en Ankara. A veces, para regresar a su casa, debía pasar al pie del Tubkal o cerca de la laguna de Hodna, junto a la mezquita de al-Hakim o sobre el río Cubuk. Aprendió dos cosas, una en la calle, mientras tenía los ojos abiertos, y otra en su piso, cuando los cerraba para dormir: la primera es que hay hombres que sueñan con los labios; la segunda, que hay muchas formas de ver la luz, pero sólo una de estar ciego. Cuando murió, lloraron por él en cinco ciudades distintas.

viernes, 26 de septiembre de 2008

El viernes que fue lunes

Este se me pasó el lunes, pero me lo ha recordado Benjamín (gracias por el quite). Lo publicó en la sección de opinión.
Por cierto, en breve comenzaré un especial de prólogos de Benjamín Prado, que los tiene, muy buenos y muy dispares (los hay hasta de cómics).

Daniel Ortega persigue a Ernesto Cardenal
Por Benjamín Prado. El País.
Hay países cuya historia es una sucesión de pesadillas, y para comprobarlo sólo hace falta visitar Nicaragua y ver que allí se vive igual que si todos los días fueran el día siguiente del terremoto que devastó Managua en 1972, entre ruinas, edificios a punto de caer y saqueadores que roban cualquier cosa que se les ponga por delante. Aquel seísmo que arrasó la ciudad la noche del 23 de diciembre, y que fue descrito como un ensayo en 30 segundos del Juicio Final, causó 10.000 muertos y entregó las calles a la oscuridad y el fuego. Las iglesias del Cristo de Rosario, El Carmen, El Calvario y El Redentor se desplomaron y en los muros de la imponente Catedral Metropolitana se abrieron grietas que no han sido reparadas y que mantienen el templo en un equilibrio milagroso. Por desgracia, a ese medio minuto lo han seguido 36 años funestos, porque aunque Nicaragua no ha sufrido un tercer terremoto después de los de 1931 y 1972, tampoco ha podido salir de entre los escombros, a causa de los sucesivos Gobiernos rapaces que desangraron un país que no ha tenido presidentes, sino carteristas, algo que vale para toda la dinastía Somoza, sirve para el infausto Arnoldo Alemán, condenado a 20 años de cárcel tras expoliar 250 millones de dólares al Estado entre 1997 y 2002, y parece irle como anillo al dedo a su actual mandatario, Daniel Ortega, el antiguo rebelde que cristalizó en autócrata y sobre el que recaen sospechas y acusaciones terribles que le atribuyen actos de corrupción, abuso de poder y violación, esto último por parte de su hijastra, Zoilamérica Narváez, que ha denunciado ante los tribunales la forma salvaje en que abusó de ella desde que tenía 11 años y la forzó sistemáticamente a partir de los 15. En un artículo publicado en EL PAÍS, Mario Vargas Llosa definió su drama como "la historia de una violación impune; de un movimiento hecho trizas, el sandinismo, y de una espuria alianza entre el ex revolucionario Ortega y el corrupto ex presidente derechista Arnoldo Alemán que evitó la rendición de cuentas de ambos ante la justicia y abrió paso a una suerte de autoritarismo institucional en Nicaragua". El terremoto de 1972 dejó la Casa Presidencial deshecha, pero en pie. Sus sucesivos inquilinos la han transformado en una guarida.
El comandante Ortega, de quien hoy se declaran enemigos irreconciliables casi todos los dirigentes históricos del FSLN, ha dado su última muestra de despotismo con la cacería a la que somete al poeta Ernesto Cardenal, a quien persigue con la justicia en la mano hasta el punto de haber hecho que se reabriera de forma arbitraria un caso contra él que había sido archivado hacía años y que se congelen sus cuentas bancarias. Todo ello, para vengarse del sacerdote, que desde hace años lo critica sin miedo. Si digo que Ortega lo persigue con la justicia en la mano, no es porque sus actos se ajusten a la ley, sino porque tiene a la mayoría de los magistrados de su país metidos en un puño. Ese control lo usó para que la Corte Suprema declarase prescritos los cargos que su hijastra hizo contra él y lo utiliza ahora para silenciar a sus opositores con la colaboración de los magistrados serviles a los que maneja desde las alturas.

El supuesto delito de Cardenal, que ha esquivado la cárcel por su edad pero está bajo arresto domiciliario, fue un artículo en el que imputaba al empresario alemán Immanuel Zerger numerosas anomalías en torno al hotel que regenta en la isla Mancarrón, en Solentiname, el archipiélago donde el escritor fundó hace casi medio siglo una comunidad en la que se enseñaba a leer y escribir poemas a los campesinos. Zerger le puso una demanda y el autor de El estrecho dudoso fue sancionado con una multa simbólica de 20.000 córdobas, unos 700 euros. Pero ésa es la coartada y la realidad es que Ortega intenta silenciar a Cardenal por atreverse a censurarlo, cosa que hizo por última vez en Asunción, mientras asistía a la toma de posesión del presidente de Paraguay, a la que no fue el tirano por las protestas de diversas organizaciones feministas del país y de la propia ministra de la Mujer, que aseguró que si el presunto violador asistía al acto, ella presentaría su renuncia. Cardenal fue recibido como un héroe, y cuando le preguntaron qué pensaba de Ortega contestó: "Es un ladrón".

La protesta internacional por el ataque al poeta la encabezan autores como Mario Benedetti, Nélida Piñón, José Saramago, Gioconda Belli, Tomás Eloy Martínez, Eduardo Galeano, Ángeles Mastretta, José Emilio Pacheco, Eugeni Evtuchenko, Laura Restrepo, Antonio Skármeta, Sergio Ramírez o Mario Vargas Llosa. Para los que aún tienen dificultades a la hora de distinguir a un inquisidor de un libertador y se preguntan si este caso "favorece a los enemigos de los procesos emancipadores de Latinoamérica", como ha hecho la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el propio Cardenal, que como se sabe fue durante 10 años ministro de Cultura de Nicaragua, ha dejado escrita la respuesta: "Ortega no es el sandinismo, sino su traición".

jueves, 25 de septiembre de 2008

Prado para parar lo imparable

La cita con el jueves, la cita con Benjamín Prado, la cita con Madrid, la cita, hoy, con la política, pero también con la sanidad, con la cultura, con el agua, con la litareratura. Es lo que tiene Benjamín, en un artículo de opinión de escasa media cara es capaz de meter todo esto, y de que se entienda y tenga sentido.


¿Quién le para los pies a Espe?
Por Benjamín Prado. El País.
¿Quién teme a Virginia Wolf?, ¿Quién mató a Palomino Molero? y quién le para los pies a Esperanza Aguirre. A Juan Urbano se le vinieron a la cabeza esas tres preguntas después de leer en el periódico que además del Canal de Isabel II la presidenta iba a privatizar los servicios no sanitarios de los cuatro grandes hospitales públicos de la Comunidad, el Ramón y Cajal, el Gregorio Marañón, La Paz y el 12 de Octubre, y se preguntó por qué habría hecho, de manera intuitiva, esa asociación mental. ¿Quién teme a Virginia Wolf? es una obra de teatro de Edward Albee con la que Mike Nichols, el director de El graduado, hizo una película, protagonizada por Richard Burton y Elizabeth Taylor, que ganó cuatro oscars. ¿Quién mató a Palomino Molero? es una novela policiaca de Mario Vargas Llosa en la que un detective, el sargento Lituma, investiga la oscura muerte de un soldado que se enamoró de quien no debía y lo pagó caro. Y a Esperanza Aguirre, como es obvio, no la detienen nada ni nadie, ni su partido, ni la oposición, ni la lógica. Porque si recurres a la lógica, no te puedes explicar que por una parte diga que se ve obligada a quitarle el agua a los ciudadanos porque no tiene dinero, y por otra se gaste millón y medio de euros en una fiesta para presentar los Teatros del Canal, que es algo así como comer en el hotel Palace y luego salir a pedir limosna a la puerta, para poder pagar la cuenta.
Aguirre puede dedicarse a vender humo y a esconder la verdad tras el humo que les sobra
Aunque, en realidad, da lo mismo, para qué perder el tiempo imaginando parábolas, si cualquier argumento a favor de la sanidad, la educación o cualquier otro servicio público resulta inútil cuando se le plantea a una política que cree que una región o una ciudad no se gobiernan, sino que sólo se poseen, lo cual será menos democrático pero es más fácil de poner en práctica, porque por una parte no exige explicaciones, dado que nadie te puede obligar a rendir cuentas de lo que hagas con algo que te pertenece, y por otra resulta más rentable: vender lo que no es tuyo no duele y, sea cual sea el precio, sales ganando.

Pero dejando al margen el escándalo concreto del Canal de Isabel II, la cuestión de fondo es la que acaba de plantear Juan Urbano: ¿cómo es posible que en una democracia un cargo público tenga un poder incontestable? ¿Qué clase de sociedad es ésta en la que cualquier alcalde con mayoría absoluta, por ejemplo, puede hacer con su ciudad cualquier cosa que le apetezca o le venga bien, desde recalificar un espacio protegido para levantar una urbanización, hasta llenar las plazas de estatuas horribles o monumentos injuriosos de puro feos? Porque Aguirre y etcétera pueden ser tan autocráticos y tan poco autocríticos como ellos quieran, pueden dedicarse a vender humo y a esconder la verdad tras el humo que les sobra, o pueden mentir hasta tener calambres en la lengua sin por ello perder la sonrisa, como hizo un consejero al que cuando le preguntaron por la millonada que había costado la inauguración de los Teatros del Canal, respondió que la celebración se había hecho para todos los madrileños, y cuando le recordaron que a la fiesta sólo estaban invitadas algo más de 800 personas, hizo un escorzo moral, cambió de tiempo el verbo y como quien intenta cerrar una puerta giratoria de un portazo, añadió: será para todos los madrileños. Pues qué bien, yo ya me voy a ir poniendo en la cola para comer jamón de pata negra, bombón de foie almendrado, mediasnoches de carpaccio, tartaletas de brandada de bacalao, redondo de brie con membrillo y pinchos de atún rojo marinado en soja. Esa gente puede ser todo eso, pero lo frustrante es que la ley se lo permita. ¿Por qué? ¿Cómo es posible que no ocurra nada cuando la presidenta monta una subasta en el hotel Ritz y ofrece al mejor postor los hospitales que pertenecen a la sanidad pública, que son un derecho constitucional de los españoles, utilizando para la convocatoria un reclamo que decía: "Aproveche las oportunidades de negocio para su empresa"?

En ¿Quién teme a Virginia Wolf?, Richard Burton y Elizabeth Taylor son un matrimonio que se odia, lo cual le hizo a Juan Urbano pensar en Aguirre y Gallardón. En ¿Quién mató a Palomino Molero? hay una viscosa historia de incestos, celos e intereses económicos bajo lo que parecía un crimen pasional. ¿Por qué será que esos títulos se le habían venido a la cabeza a Juan Urbano cuando leyó la noticia de la futura privatización de los cuatro grandes hospitales de Madrid? En lugar de responderse, se puso a silbar un son cubano cuyo estribillo era: "Quién le para los pies a Esperanza / quién se los puede parar".

lunes, 22 de septiembre de 2008

Juan Ramón y Benjamín

La edición de la colección de obras de Juan Ramón Jiménez, un total de 48, se presentará en breve en el Instituto Cervantes de Nueva York, coeditadas por la Diputación de Huelva y la editorial Visor, con la colaboración de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones culturales, la Fundación Jorge Guillén y la Junta de Andalucía.

Esta colección de obras cuenta con la ayuda, en forma de prólogo, de los mejores escritores contemporáneos en lengua castellana, entre los que se encuentra Benjamín Prado.

Ángel González (debió dejarlo hecho antes de partir), Francisco Díaz de Castro, Vicente Gallego, Manuel García, Luis Antonio de Villena, Francisco Silvera, Antonio Colinas, María Victoria Atencia, Felipez Benítez Reyes, Juan Varo, Luis García Montero, Joan Margarit, José Luir Puerto, Rosaura Álvarez, Miguel Casasdo, Vicente Álvarez y Carlos Marzal, son algunos de estos ilustres que ilustran al ilustre.

Los títulos que ya están a disposición del público y que han sido prologados por estos escritores como el de Poesía Escogida V, que es el prologado por Benjamín Prado; además:

1. Rimas (1900-1902), prologado por Ángel González
3. Jardines lejanos, prologado por Luis Antonio de Villena
4. Elegías (1908-1910), prologado por Felipe Benítez Reyes
7. La Soledad Sonora (1908), prologado por Joan Margarit
9.Poemas mágicos y dolientes (1909) prologado por Antonio Colinas
10. Melancolía (1910-1911), prologado por María Victoria Atencia
17. Eternidades (1916-1917). prologado por Luis García Montero
19. Poesía (en verso) Belleza (en verso) (1917-1923) prologado por José Luis Puerto
23. La estación total con las Cabciones de la nueva luz (1923-1936), prologado por Francisco Díaz de Castro
25. Animal de fondo (1949), prologado por Vicente Gallego
29. Elejías andaluzas, I: Platero y yo (1907-1916) prologado por Manuel García
30. Elejías andaluzas, II: Josefito figuraciones entes y sombras de mi infancia piedras, flores y bestias de moguer prologado por Francisco Silvera
34. Olvidos de Granada (1924-1928) Sevilla, prologado por Rosaura Álvarez

Aún no tenemos el prologo. Seguiremos buscando...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un ensayo metaliterario

Babelia publicó un reportaje con motivo de la publicación de "La librería de los escritores",Ediciones de la central, sobre Marina Tsvetáieva.Un reportaje firmado por Benjamín Prado. En esta ocasión estamos seguros de que no fue ningún error, como a principios de septiemre firmaron un artículo que no era suyo por confusión. Lo sabemos porque Benjamín también ha escrito sobre esta autora rusa.

En su libro "Los nombres de Antígona", Aguilar, habla de 5 poetas unidas por las ganas de escribir y las dificultades de vivir. Así lo transmite en el libro, y así lo cuenta en este artículo de Babelia.

La aventura absoluta de Marina Tsvetáieva
Por Benjamín Prado. El País. Babelia.

"Para vivir un día es necesario / morirse muchas veces mucho", escribió Ángel González, y sin duda la poeta rusa Marina Tsvetáieva (1892-1941) se ajusta a esa idea como muy pocos escritores del siglo XX, entre ellos otras víctimas del totalitarismo como Osip Mandelstam o Anna Ajmátova, que fueron sus compañeros de viaje tanto a la hora de escalar la montaña de la fama como a la de bajar las escaleras del infierno. Algunas de sus muertes fueron físicas, y de hecho acabaron por llevarla al suicidio, que ella consideraba "el heroísmo del alma que se transforma en heroísmo del cuerpo"; pero otras fueron literarias, porque su obra ha sufrido tantos olvidos y censuras que casi parece un milagro que haya logrado abrirse paso y llegar hasta nosotros. Por fortuna lo ha hecho y sus libros no le faltan a ningún idioma importante. Tampoco al nuestro, y más ahora, porque si en España ya había sido traducida y publicada una parte muy sustancial de su trabajo, ahora esa presencia se aviva con cuatro libros simultáneos que se van a encargar de recordarnos que la autora de Indicios terrestres o Carta a la amazona es una de las escritoras más intensas y originales de su tiempo.
El primero de esos libros es una magnífica puerta de entrada a Marina Tsvetáieva, porque se trata de una antología de opiniones entresacadas de toda su obra, que dan una idea de su carácter y de su forma de ver la literatura: Locuciones de la Sibila (Ellago Ediciones. Castellón, 2008). Entre otras cosas, esta colección de sentencias es una emocionante demostración de la fe en la literatura de esta mujer admirable que siguió escribiendo, contra viento y marea, hasta llegar al mismo borde de la muerte. Un borde que estaba lejos, al otro lado de una sucesión de desgracias que casi siempre fueron producto de su lealtad a algún perdedor, y especialmente a su marido, un menchevique que había sido oficial del Ejército Blanco y que decidió regresar a la Rusia soviética, de la que ambos habían escapado tras la Revolución de 1917, en busca de su infortunio y el de su familia. Tsvetáieva lo sabía, y lo dice en una de sus Cartas de Wilno (publicadas en España por ediciones Maldoror en el año 2006), donde expresa su convencimiento de que la vuelta a casa será su perdición, porque allí será recibida como un enemigo que no comulgaba con la retórica soviética, entre otras cosas porque no creía en el realismo socialista sino en la aristocracia de la cultura, puesto que "la altura, como igualdad, no existe; sólo como supremacía"; pero aun así se dejó guiar por el fatalismo: "No puedo no marcharme pero tampoco puedo no regresar: así es como un hijo le habla a su madre y un ruso le habla a Rusia", dice uno de los fragmentos de Locuciones de la Sibila. Por el fatalismo o por el desinterés de quien se sabe extranjero por naturaleza, como dice en un poema de 1934: "¡Nostalgia de la patria! ¡Desilusión / revelada hace tiempo! / Me da absolutamente lo mismo... / el dónde, si es para estar sola. / (...) No me dejaré seducir por mi lengua materna, / ni por su promesa de leche. / ¡Me es indiferente en qué idioma / no he de ser entendida por nadie!". La verdad, no es que su exilio en Berlín, Praga o París hubiera sido un camino de rosas, pero su retorno a un país que según ella se había entregado al mal y en el que se demostraba que "cuando a la gente se la despoja de su rostro amontonándola, primero se convierte en rebaño y después en jauría" fue una catástrofe: su esposo y su hija fueron encarcelados, ella no volvió a publicar, su otro hijo, Georgi Efrón, se convirtió en un egoísta histérico que la torturaba día y noche, que al final fue movilizado para luchar en la II Guerra Mundial y que murió en 1944, a los 19 años. Ese último latigazo del dolor ya no lo sufriría Tsvetáieva, que en 1941, tras ser evacuada a Elábuga para escapar de la invasión alemana, se quitó la vida ahorcándose con una soga que Borís Pasternak le había dado en la estación de tren de Moscú para que atase su maleta. Lo último que hizo en su vida fue pedir un trabajo como friegaplatos en el comedor de los escritores y redactar una despedida para Georgi: "Perdóname, pero seguir sería peor. Estoy muy enferma, ésa ya no soy yo. Te quiero con locura. Comprende que ya no podía vivir más tiempo". Esa nota está incluida en el tomo En el país del alma, una antología de sus cartas que acaba de aparecer en La Poesía, Señor Hidalgo y en la que podemos seguir su intenso diálogo epistolar con Anna Ajmátova o el propio Pasternak, entre otros muchos.
En cuanto a su fe en la poesía, quién sabe si llegaría tan lejos como para incluirse a sí misma en la idea de que "la muerte de cualquier poeta, aunque sea la muerte más natural, es antinatural, es decir, un asesinato, por eso es infinita, ininterrumpida, y dura eternamente, en todo momento". Lo intuyera o no, su obra también ha quedado para la posteridad como una de las más notables del siglo XX, en especial sus nueve poemas largos, tres de los cuales ya estaban publicados en España por Hiperión, los conocidos Carta de año nuevo, Poema del fin y Poema de la montaña, y a los que ahora se unen, en un tomo de la editorial argentina Paradiso, los seis restantes: En el caballo rojo, Zar-Doncella, Poema de la escalera, Cazador de ratas, Ómnibus y Campamento de cisnes. Si unimos estos volúmenes a las muestras de su poesía breve publicadas por Visor, Galaxia Gutenberg, Hiperión o Rubiños, tendremos una buena visión de conjunto de su obra en verso, que en algún caso adoptó forma teatral, como en Ariadna, que también está disponible
para el lector español en el sello Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
El lento drama de Marina Tsvetáieva vuelve a recordarse al leer el extenso capítulo que dedica Tzvetan Todorov a analizar su vida y su obra en Los aventureros de lo absoluto, publicado por Galaxia Gutenberg, un ensayo extraordinario en el cual la autora de El poeta y el tiempo comparte protagonismo con otros dos creadores irreductibles: Oscar Wilde y Rilke. Con este último y con Pasternak, como se sabe, cruzó una correspondencia célebre sobre amores platónicos, analogías literarias y amistades oníricas que se identifican en unas líneas de Tsvetáieva al autor de Doctor Zhivago que reproduce Todorov: "Mi forma predilecta de comunicación es la del más allá: el sueño, ver en sueños. Después, la correspondencia. La carta como una forma de comunicación del más allá, menos perfecta que el sueño, pero sujeta a esas mismas leyes". En el país del alma brinda muchos ejemplos de hasta qué punto Tsvetáieva no bromeaba cuando escribió eso. Sin duda, para ella la escritura era el último refugio de un mundo guiado por la falta de principios, la hipocresía y la crueldad en el que, como leemos en Locuciones de la Sibila, pronto se descubre que "para no ser culpado, hay que convertirse enseguida en acusador".
La última novedad sobre la autora rusa que acaba de publicarse en España es La librería de los escritores (Ediciones de la Central), un diario de la escasez que resume la historia de un local que con ese mismo nombre abrieron en Moscú, en régimen de cooperativa, el escritor Mijaíl Osorguín y algunos colegas, al poco de triunfar la Revolución de 1917, para que sirviera de refugio a ciertos intelectuales que ya pasaban de camaradas a sospechosos y fuese una respuesta a la penuria que se vivía en aquellos tiempos en los que publicar libros era un lujo inalcanzable y la censura se adueñaba de las promesas de libertad con una eficacia siniestra. El novelista Osorguín y algunos amigos decidieron capear el temporal, primero, a base de publicaciones clandestinas y, más tarde, cuando todas las imprentas fueron secuestradas, haciendo manualmente pequeñas tiradas de libros manuscritos. El volumen que ahora se publica en España reúne un texto en el que Osorguín cuenta su aventura, unas ilustraciones del novelista y pintor Alexéi Rémizov, y una serie de poemas de Tsvetáieva, que se ofrecen, junto a su traducción, en versión facsimilar, hecha a mano, y en los que hay versos tan simbólicos como éstos: "Pero el rugir del agua compone una canción / sobre cómo murió, marcado por la estrella... / -¡Llora, Amor! ¡Llora, Mundo! ¡Tú, juventud, / lamenta!". Osorguín y sus camaradas mantuvieron viva La Librería de los Escritores hasta 1922. La obra de Marina Tsvetáieva sigue abierta a todas horas para los lectores y sigue siendo una mina de inteligencia, lucidez y excelente poesía, como evidencian estos libros que ahora llegan a las mesas de novedades y que demuestran que, al contrario de lo que creyó Ángel González, sólo se mueren mucho los que no supieron vivir tantas veces tanto. Y, además, como dice Tsvetáieva, "¿en base a qué indicio se establece la vida o la muerte de un escritor? ¿Acaso X está vivo y es contemporáneo porque puede ir a una reunión y Marcel Proust está muerto porque ya no puede ir a ninguna parte? De esa forma sólo se puede juzgar a los velocistas".
Marina Tsvetáieva: Locuciones de la Sibila. Traducción de Reyes García Burdeus. Ellago Ediciones. Castellón, 2008. 101 páginas. 15 euros. En el país del alma. Traducción de Lola Díaz. La Poesía, Señor Hidalgo. Barcelona, 2008. 244 páginas. 17,50 euros. Cazador de ratas. Traducción de Irina Bogdachevski. Paradiso. Buenos Aires, 2007. 295 páginas. 21 euros. La librería de los escritores. Marina Tsvetáieva, Mijaíl Osorguín y Alexéi Rémizov. Traducción de Selma Ancira Berny y Francisco Segovia. Ediciones La Central. Barcelona, 2008. 70 páginas. 15 euros. Los aventureros de lo absoluto. Tzvetan Todorov. Traducción de José María Ridao. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2008. 292 páginas. 19,50 euros.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Sedientos de Benjamín

En esta ocasión ha sido la obligación la que ha podido con la devoción. Disfrutar del blog es antónimo de trabajar lejos de casa. Con un día de retraso llega uno de los artículos que más votos han tenido en El País (ya van por 35 a esta fecha y hora) de las últimas semanas. Al más puro estilo Saramago, ensayo sobre la privatización del agua...
Agua privada, sed pública
Por Benjamín Prado, El País
En ese mundo, el agua ya no se vendía en los supermercados, sino en las joyerías, dentro de unas latas de titanio que daban para llenar dos vasos y que costaban 10 euros. Los bancos tenían cámaras acorazadas en las que los ricos podían guardar los toneles de agua que iban acumulando, pero también habían lanzado un ambicioso plan de pensiones para los pobres, una cartilla de ahorro en la que si metías una botella de un cuarto de litro al mes durante 10 años, al jubilarte lograbas unos intereses de 100.000 centímetros cúbicos. Aunque ahorrar no era nada fácil, porque se vivían tiempos de crisis y los países árabes habían subido el precio del barril de agua a 180 dólares. En algunas zonas de Madrid se habían producido disturbios y actos de pillaje, entre ellos una agresión, por parte de varios ciudadanos sedientos y encolerizados, a un millonario que se paseaba por el paseo de la Castellana con un lujoso camión-cisterna descapotable.
El valor del agua estaba por las nubes, que también eran concertadas, es decir, que el 50% de su propiedad era pública y el otro 50% privada, y que por lo general estaban explotadas por las poderosas multinacionales que podían permitirse el lujo de pagar el precio desorbitado que las empresas aeroinmobiliarias cobraban por el metro cuadrado de cielo. Un precio que seguía provocando quejas, problemas e incluso algunos disturbios en la Comunidad. Los daños producidos por un grupo violento al término de la manifestación convocada el pasado domingo por la UCS, Unión de Ciudadanos Secos, a la que según los organizadores habían asistido casi dos millones de personas y según las autoridades sólo cuatro docenas, ascendían a unos 50.000 euros. En los últimos días, varias personas habían sido arrestadas por piratear agua del grifo, y una banda que operaba en el sur de la capital y que vendía descodificadores de cañerías falsos había sido desmantelada por la policía, que se incautó de un auténtico arsenal que incluía numerosas botellas de plástico, tres cubos y una cantimplora. El inventario de los sucesos se completaba con un atraco en el establecimiento que tiene en la Puerta del Sol la franquicia norteamericana de bebidas basura Water King. Los asaltantes no pudieron abrir los bidones blindados, porque los empleados no conocen la combinación, pero se llevaron varios recipientes llenos hasta el borde de Big Liquid, el agua de cactus, berenjenas exprimidas y coco, que últimamente hace furor entre los consumidores.

A esas alturas, pocos se acordaban ya del día en que empezó esa pesadilla, que fue cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid se presentó en la Asamblea para decir que pensaba convertir el Canal de Isabel II en una sociedad anónima. Pocos creyeron entonces que fuera capaz de privatizar el agua de Madrid como había hecho con la educación y la sanidad, pero no pasó mucho tiempo hasta que incluso los más escépticos tuvieron que aceptar que cuando esa mujer habla de destruir una empresa pública, lo hace en serio. Se entiende, dados los resultados que cosecha con su política. Ayer mismo se conoció un sondeo según el cual su popularidad ha vuelto a subir después de que en un acto multitudinario, celebrado en el Palacio de los Deportes, prometiera construir en cada distrito de Madrid un campo de golf ecológico, en el que el césped se podría regar con Coca-Cola. Los datos de la encuesta revelan que si en este momento se celebrasen unas elecciones autonómicas, Aguirre lograría una nueva mayoría absoluta. En cuanto a sus aspiraciones presidenciales, eran más sólidas que nunca, después de que hubiese logrado apartar de la carrera por el poder a su rival histórico, el antiguo alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al que acababa de contratar como chófer, con un sueldo de tres latas de agua reciclada al día.

Juan Urbano se despertó de este sueño perverso en el preciso instante en el cual la trama daba un giro hacia la ciencia-ficción y una Esperanza Aguirre gigantesca salía del río Manzanares, que era ancho, profundo y caudaloso, hasta el punto de ser navegado por enormes barcos cargueros que traían agua desde los países nórdicos, le quitaba a la palabra agua sus tres primeras letras, que son las mismas con las que se inicia su apellido, y las ingresaba en la cuenta de la familia. Los ciudadanos la miraban desde los puentes y lloraban porque no podían pagar sus hidrotecas a los bancos. Bajo el puente, unos ladrones recogían sus lágrimas, para destilarlas y venderlas en el mercado negro.

domingo, 14 de septiembre de 2008

La noche del 13 se lee la mañana del 14

Tras la noche en blanco, la mañana en blanco y negro, que son las letras del periódico con las que Benjamín Prado nos cuenta cómo fue, para él la noche en la que Madrid celebra la cultura, con cientos de actividades culturales, en cada plaza, en cada edificio, con miles de personas, por todos lados.

El 13 de la suerte. La noche en blanco.
Por Benjamín Prado. El País

El 13 de septiembre y la Noche en Blanco formaban, en principio, una extraña pareja, porque Madrid es una ciudad supersticiosa en la que, como se sabe, ni siquiera existe la línea 13 en la EMT, donde se pasa de la 12, la que va de la plaza de Cristo Rey al paseo del Marqués de Zafra, a la 14, la que recorre el trayecto entre la Plaza del Conde de Casal a la avenida de Pío XII. Y en cuanto al Metro, hay 12 líneas más una, que es el ramal Ópera-Príncipe Pío, la estación Judas si tenemos en cuenta que toda esta historia de malos presagios e infortunios viene principalmente de la lectura que se hace de la Última Cena, en la que los comensales eran los doce apóstoles más Jesucristo. Pero llegó el día 13, salió la luna, corrió el viento y la Noche en Blanco se hizo con la ciudad sin que nada fatal sucediese.

Al contrario, lo que sucedió en esta fiesta que cumple su tercer año es que Madrid se llenó de conciertos, recitales, performances y actuaciones de todo tipo y se vació de coches, haciendo tal vez tararear a muchos de los que paseaban bajo una luna que también estaban mirando desde algún lugar de la capital Al Pacino y Robert de Niro, que habían venido para presentar una película, esa canción de Sabina en la que se desea que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel.

Corría el viento, bastante frío a ratos, y antes de salir de sus casas, los miles de personas que habían decidido echarse a la calle para perseguir la estrella de la cultura igual que si en lugar de estar en septiembre estuviéramos a finales de mayo y esa noche fuera una de las mañanas de la Feria del Libro, tuvieron que colgar la ropa de manga corta.

Como si arriasen la bandera del verano, y sacar las camisas de entretiempo, las chaquetas de otoño y las cazadoras. Los que estaban sentados al aire libre pasaban frío, pero lo combatían con buen humor, pañuelos al cuello o gracias a la amabilidad de la organización que en algunos lugares, como por ejemplo la plaza de Ópera, repartía café gratuito que hacía mucho más fácil disfrutar de la música que les estaban poniendo, que era una antología de la que se ha interpretado últimamente en el Teatro Real. Un poco más allá, en la plaza de Ramales, una banda de jazz ligero tocaba música que antes habíamos oído en los discos de Billie Holliday o Frank Sinatra y algunos poetas leían sus obras. Las sillas también estaban llenas, tanto las que formaban el improvisado patio de butacas como las de la terraza del restaurante de la esquina, cuyos dueños, igual que los de otros cientos de locales de la ciudad, debían de estar frotándose las manos por la inyección de dinero que la Noche en Blanco le ponía a su negocio. En esta época de crisis, todo lo que no sea quedarse en casa es tirar la casa por la ventana; pero qué le vamos a hacer, un día es un día, sobre todo si se trata de una noche como ésta.

Ya que hablamos de sillas, hay que decir que las más solidarias estaban en Lavapiés, donde se había montado un espectáculo con aire de experimento sociológico que consistía en sentarse a hablar en diez sillas distintas, durante diez minutos, con diez desconocidos, con el objetivo de conocerlos y saber de qué están hechas sus vidas en España, porque en su mayoría son extranjeros que han venido a buscar un horizonte más abierto y menos oscuro en nuestro país.

La Noche en Blanco iba consumiéndose a la luz de la luna y los madrileños, que hacía ya mucho rato que habían cruzado el puente que va del sábado al domingo, no parecían tener prisa por volver a casa. Más bien al contrario: algunos paseaban en bicicleta, otros a pie y todos hacían planes que les permitieran abarcar más de una actividad. Porque la Noche en Blanco es como salir de tapas, sólo que lo que se consumen son tapas para el espíritu, que tampoco están mal. Había, en cualquier caso, bastante gente por todas partes. Tres mil quinientos estaban dentro del Matadero, asistiendo al homenaje-con-alcalde a Pedro Almodóvar, y cientos de aficionados al arte hacían colas del tamaño de la muralla china para entrar al Museo del Prado o al Reina Sofía. Por cierto, que otro de los apellidos de la Noche en Blanco es ese: colas, porque las hubo por todas partes y, de hecho, esas aglomeraciones horizontales servían de señalización para los actos que se llevaban a cabo en unos u otros lugares: llegabas, veías de lejos la fila de los que esperaban pacientemente para ver un cuadro o visitar un edificio emblemático, y te ponías el último. Era pesado pero a veces terminabas haciéndote íntimo amigo del penúltimo, con lo cual la cosa servía para relacionarse.

El río de gente era caudaloso. Unos se quedaban en un sitio, otros se metían en los bares abiertos que había alrededor de los escenarios y muchos deambulaban de aquí para allá; pero creo que en todos los madrileños que salieron a disfrutar de la ocasión coincidía el deseo de hacer algo especial en esa noche fuera de lo común, y era fácil imaginarlos al día siguiente con la familia y los amigos, o el lunes en el trabajo, intercambiándose el relato de su Noche en Blanco como quien se cuenta un viaje a la vuelta de las vacaciones. Y también lo harían los niños, porque los había por todas partes, lo cual le daba al ambiente un aroma familiar y remarcaba el carácter de jornada sin horarios de ese 13 de septiembre que a base de no terminar nunca al final terminó por hacerse corto.

Supongo que en estos casos no hay nada más normal que vivir algo así con una especie de nostalgia por adelantado, lamentándote porque la fiesta se acabe y porque la ciudad no pueda ser más a menudo tan culta, tan respirable, tan inteligente. Ojalá que pudiera ocurrir como con las exposiciones universales, que al acabar no tiran abajo todos los pabellones sino que salvan algunos y los mantienen abiertos de forma permanente. Más cultura y menos tráfico para siempre. ¿A quién que esté en su sano juicio podría no gustarle que eso, en lugar de ser una excepción, fuera la norma que gobernara nuestra ciudad? Ayer fue día 13 y Madrid parecía una ciudad muy afortunada.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Rimbaud y Verlaine, Patti y Dylan, por Benjamín

Benjamín Prado nos regaló el pasado 8 de septiembre en este blog un texto sobre Patti Smith y Bob Dylan, un texto que arranca de una noticia de 2006, en la que se contaba que los cantantes querían salvar la casa de amor de Verlaine y Rimbaud, buscando un comprador. (Ver noticia)

(El día 25 de septiembre Benjamín nos ha dicho, en este mismo blog, que este artículo es el que ha hecho para el catálogo de la exposición del museo Artium de Vitoria, que, como pone en la sección de Sendero, se celebrará a partir del 30 de octubre. En ella se mostrará todas las facetas de Patti Smith. Esta exposición se completará con un colección de poemas y escritos realizada por Benjamín Prado. También habrá un recital poético y un concierto "básico", aún sin fecha

Lo he buscado sin éxito, quizá porque nunca se publicó, quizá porque nunca se haya publicado, aún.

No creo que sea inédito, (si es así sería el primero de estas características). Lo mismo da, si no lo hemos leído antes aquí está, y si lo hemos leído antes, aquí sigue, para disfrutarlo. Es de Benjamín, y desde que salío de su cabeza, de todos.


Patti Smith,
Por Benjamín Prado.


Algunas personas son demasiado crueles para ser un héroe y otras demasiado inteligentes como para que las cosas les ocurran por casualidad. No es casual, por tanto, que sean Bob Dylan y Patti Smith, dos compositores cuyas canciones tienen a menudo el rango de un buen poema, quienes hayan encabezado una campaña internacional para salvar la casa de Londres donde los poetas franceses Arthur Rimbaud y Paul Verlaine mantuvieron un romance legendario en 1872 y donde tanto uno como otro escribieron algunos de sus versos más célebres.
Dylan y Smith han señalado siempre a Rimbaud como una de sus principales influencias, ambos lo mencionan en sus obras, él le puso a su guitarra eléctrica el nombre del poeta y ella ha llegado a publicar un poema en el que cuenta un sueño erótico con el joven padre de todos los escritores malditos: “el joven arthur acecha. estoy arriba, en el dormitorio, vendando mi herida. él entra. se apoya contra uno de los barrotes. tiene mejillas sonrosadas, aire despectivo, manos grandes. me parece endiabladamente sexy. cómo pasó esto, pregunta él sin afectar importancia. enseño el sanguinolento caos de mi ojo. cae sobre sus rodillas. llora y se aferra a mis piernas. agarro su pelo. casi quema mis dedos. espeso fuego de zorro. suave pelo amarillo, pero con ese inconfundible matiz rojo. oh jesús, le deseo. puerco hijo de puta. me lame la mano. yo sobria. vete rápidamente, tu madre espera. él se levanta. está yéndose. pero no sin la mirada de esos fríos ojos azules que desintegran. quien vacila es mío. estamos sobre la cama. tengo un cuchillo junto a su cuello. le dejo caer. nos abrazamos. devoro su pelo. piojos como el dedo gordo de un bebé. piojos, caviar de los cráneos.oh arthur arthur. estamos en abisinia, en adén. haciendo el amor. fumando cigarrillos. nos besamos. pero es mucho más. azul brillante. piscina azul. diestro lago de aceite. las sensaciones se concentran, se animan. dorado cristalino. bolas de cristal coloreado estallando. costura de tienda berebere desgarrándose. aberturas, abierta como una caverna, más abierta. rendición total.”
Los caminos de la admiración son largos, y por eso no es de extrañar que la misma Patti Smith que descubrió a su ídolo en 1964 al ver su foto en la portada de un ejemplar de las Iluminaciones, pusiera su nombre en ese manifiesto que exigía salvar el nido de amor de Rimbaud y Verlaine en el número 8 de la Royal College Street, en el distrito de Camdem, donde el primero redactó parte de Una temporada en el infierno e Iluminaciones y el segundo comenzó sus Romanzas sin palabras. La iniciativa dio sus frutos, porque un rico admirador de la obra puso el dinero necesario para salvar el edificio y hacer de él un centro de poesía en honor de la pareja. Y la fidelidad de la autora de Horses a su maestro también tuvo premio, al ser condecorada por el gobierno francés con la Legión de las Artes y las Letras, entre otras cosas, por su difusión de la obra de Rimbaud en el mundo anglosajón. En cualquier caso, no cabe dida de que “fidelidad” es una buena palabra a la hora de definir las afinidades literarias de Patti Smith, porque si la sombra de Rimbaud se proyecta en todo su trabajo como compositora y poeta, también lo hacen las de otros creadores que estuvieron desde el principio entre sus maestros, como William Blake, Jean Genet, Federico García Lorca -al que reconoce que solía imitar en sus comienzos, de los que recuerda “una cosa muy lorquiana”, titulada “El almendro”, que hablaba de un muchacho que mataba a su hermana y a su madrastra bajo la luz de la luna y que acababa con él exclamando: “¡Dios, muerta eres tan fría como cuando vivías!”- o el propio Dylan, con el que ha hecho alguna gira conjunta en la que cantaban a dúo canciones como “Dark eyes” o “Knockin’ on heaven’s door” y para el que incluyó en su libro Seventh heaven un poema titulado “Sueño de perro” después de que ella y su amigo Sam Shepard tuviesen a la vez el mismo sueño sobre el gran Bob:
“¿Habéis visto / al perro de Dylan / tiene alas / puede volar / sólo si le hablas / de él / deja Dylan / de mirarte a los ojos...” Un día se encontraron en Nueva York y él le preguntó por qué había escrito ese poema. Smith le contestó: “No te preocupes, sólo fue un sueño, Bob.”
Patti Smith suele repetir que tres momentos fundamentales de su vida fueron las alucinaciones que sufrió cuando estuvo enferma de escarlatina, el descubrimiento de los discos de Bob Dylan y el de la obra de Arthur Rimbaud. Los detalles de ese último encuentro los ha dado ella misma: "En 1964 me gradué en la escuela secundaria, sin formación y sin información sobre la vida. Conseguí un empleo en una fábrica. Era un lugar miserable y me sentí mas extranjera que nunca. Todos los trabajadores eran demasiado jóvenes o no tenían educación como para trabajar en otro lugar. Nos pagaban por debajo del salario mínimo. Paga sucia, trato sucio, pero tenía libres los sábados y los usaba para ir a Philadelphia en busca de alguna magia al alcance de la mano. La encontré en una librería frente a la terminal de autobuses: Iluminaciones, de Arthur Rimbaud. La poesía me atraía, pero el rostro desafiante y perturbador que vi en aquella portada lo oscureció todo. Era el rostro del futuro aunque nacido en la Francia del siglo XIX. Antes de regresar a los campos de New Jersey, ese rostro fué mío. El lunes, de vuelta al trabajo, ya no estaba sola. Rimbaud y yo estábamos juntos en las entrañas de esa basura de fábrica. Fué mi salvación. Había un orgullo secreto en tener a alguien a quien se suponía que yo no debía tener. Alguien que era hermoso, oscuro y completamente mío. Cuyas palabras expresaban todo el noble egoísmo de la adolescencia: el dolor, el éxtasis, todos los ultrajes sufridos."
El primer grupo de Patti Smith se llamó, naturalmente, Rock'n'Rimbaud. La historia del genio francés que empezó cambiando el rumbo de la poesía moderna y acabó vendiendo armas en Abisinia le puso a Patti Smith bajo los pies un camino a seguir que la llevó al Soho de New York, donde encontraría a otras personas que iban a ser muy importantes para su formación, como el estudiante de arte y futuro fotógrafo de fama internacional Robert Mapplethorpe, los escritores Sam Sheppard y William Burroughs, el pintor Andy Warhol o los músicos Lou Reed y John Cale. En ese ambiente, empezo a convertir algunas de sus ideas en canciones, en lugar de escribir sólo poemas, y el resultado fue Horses, un disco que llegó a admirar hasta a quienes lo habían inspirado en su parte musical, que fueron los líderes de la Velvet Underground: John Cale, que lo produjo, y Lou Reed, que se quedó atónico al oirlo: “Cuando la conocí, Patti me dijo que adoraba a la Velvet Underground, no solo por mis letras, sinó por nuestro sonido. Cuando escuché Horses, le dije: ¡Diablos, Patti, qué disco! Dudo que yo pueda hacer algo mejor. Ella se rió y me agradeció el elogio."Al año siguiente, nada más sacar al mercado su segundo álbum, Radio Ethiopia, cayó desde el escenario durante la gira presentación y se fracturó el cuello. Mientras se recuperaba, preparó y editó una versión ampliada de su libro de poemas Babel, cuya primera noticia es de 1974, y en el que, por cierto, vuelven a aparecer Dylan y Rimbaud, éste en “Rimbaud muerto”, donde lo imagina en su agonía, inútil y a merced de sus horribles familiares, cuando “la conciencia le abandona. está iluminándose arrodillándose escalando montañas haciendo carreras. unas veces viajero y otras vidente. (…) en el muro hay un agujero. chincheta duchamp alfiler de luz, un iris abriéndose.” y después ve su pierna de madera corriendo hacia el bosque a través de los árboles y “hacia el espacio puro, tan remoto y descolorido como el rostro del querido arthur un rostro ya incorpóreo y lleno de gracia. ojos hundidos, cerrados para siempre esos tesoros de cobalto.”
En cuanto a Dylan, además del poema sobre su perro, su serpiente y su pájaro, reparece en otro que ya había aparecido en 1972, en Seventh heaven, y que está dedicado a Edi Sedgwick, la joven musa de los artistas de Nueva York muerta a causa de una sobredosis y a quien define como “la verdadera heroína de / rubia sobre rubia”, en alusión al disco de Dylan Blonde on blonde: “oh es injusto / es injusto / cómo hacía volverse a los hombres / su pelo de armiño / tan rubio sobre rubio / (…) me sumaba / a su movimiento / y girábamos / y hacíamos girar la cabeza / de todo el mundo en la ciudad / (…) oh es injusto / cómo soñé con ella / y ella durmió / y durmió / para siempre / y ya nunca podré bailar / con ella.”En 1979, tras publicar su disco Wave, se distanció del mundo de la música para dedicarse a su familia, pero no dejó de lado la literatura, sacando al mercado libros como Early Work y Woolgathering. Hasta nueve años después no reaparecería como cantante, con Dream of Life. Pero ese disco, más que un regreso era otra despedida, porque no volvería a un estudio hasta que la el dolor la obligó a hacerlo, tras la muerte de su marido y su hermano. Entonces, en 1996, grabó el disco Gone Again. Le siguieron, ya a un ritmo regular, Peace and Noise (1997), Gong Ho (2000), Trampin’ (20004) y Twelve (2007), en el que interpreta temas de Dylan, los Rolling Stones, Neil Young, Jimi Hendrix o Nirvana.
Pero la poesía no la dejó nunca, y en su trabajo como escritora no existen las zonas en blanco que muestra su faceta como compositora. Antes de sacar un sólo disco ya había publicado los libros Seventh Heaven (1972), en el que se icluyen los homenajes mencionados a Dylan y a la actriz de la Factory de Warhol, Edie Sedgwick, y otros a la aviadora Amelia Earhart, a Juana de Arco, al novelista Louis Fernand Céline y a Marianne Faithfull, que en aquel tiempo también se movía por el lado salvaje de la ciudad: “herida cuatro veces / sangra tu corazón sagrado / mana y mana / y las mujeres lloran a tus pies / y doce hombres giran a tu alrededor / doce hombres te desean / (…) / un pez estrella tiembla en tu vientre / (…) bendita sea tu caliente boca de virgen / tú serías Judas / o el propio Cristo / o la única mujer que le hizo llorar: / María Magdalena. / (…) Pero no, no creas que te dejaré ir. / No te lo permitiré, ni hablar. / no dejaré que se seque la miel / de tu dulce dulce caja / no dejaré que la multidud sienta vergüenza y se ahogue / mientras cargas con tu cruz / no dejaré que las niñas con flores te abaniquen / tras un gran coche fúnebre negro / no dejaré que las perlas / se derrumben y caigan / de tu boca de niña.”
El breve poema sobre Céline también es una pista sobre las influencias que tuvo su poesía en esos años de Seventh heaven, que como suele ocurrir fueron diversas: “Por ese entonces –ha declarado la compositora de Chicago-, estaba leyendo a Mickey Spillane y me gustó su estilo martilleante, hecho con frases del tipo de “Corrí. Bajé la calle a toda prisa. Y vuelta a atrás”. Frases de tres palabras que son un auténtico escalofrío y que resultan muy efectivas. Me sedujo toda esa rapidez y al mismo tiempo empecé a leer a Céline. Nunca he logrado acabar uno solo de sus libros porque son demasiado intelectuales, pero me fascinaba el hecho de que pudiese congelar cada palabra con sus puntos y seguido y sus puntos aparte, o que se atreviese a poner una palabra como “amarillo” y seguir con otros cuarenta vocablos que suenan como cuarenta movimientos de alguna clase de concierto. También me puse a leer a Michaux, que es muy divertido. En fin, que junté las tres cosas: la velocidad, el humor y el carácter sagrado de la palabra, y con ellas hice mi propia mezcla.” Seventh heaven es uno de los libros más intensos de Patti Smith, en el que llama la atención el aroma onírico de sus ambientes y la fuerza de sus imágenes, ambos tan sugestivos que resulta fácil creerla cuando asegura: “La mayoría de mis poemas los escribo de dos modos distintos. A veces como si fueran una carta a alguien que nunca va a recibirla, y en otras ocasiones limitándome a transcribir mis sueños.”
A Useless Death (1972) fue su siguiente libro, un largo poema feminista que recupera algunas de las claves que, en ese sentido, se mostraban en el poema “Female”, de Seventh heaven, y que apareció en una edición cuya cubierta está hecha a partir de un dibujo suyo. “Estoy subida en un andamio. ¿Qué emoción! /¡Qué está pasando? / Sospecho que es la coronación de la reina. / Pero no. Oh Dios. Estoy equivocada: / Es su ejecución. / Y estoy atrapada. / No puedo hacer nada por impedirlo. / Lo veo todo a vista de pájaro. / Observo el castillo. / Miro a la reina. / Nadie parece reparar en ella. / Y ella se mueve como dentro de un sueño, / ingrávida, / lo mismo que si no tuviera nada que ver con lo que le están haciendo. / ¿Entiende / que su muerte está cerca? / ¡Cómo la admiro! / Ella es una verdadera heroína. / Inconsciente de su fuerza, / del modo en que el poder, el amor y la muerte / giran a su alrededor, / igual que si jamás / se hubiera detenido ante un espejo.”Sus siguientes obras fueron Kodak (1972), Early morning dream (1972), que recupera textos antiguos a los que se añaden algunos inéditos, y Witt (1973), en el que se encuentran el mencionado “Sueño de Rimbaud”, al que dedica el libro junto con William Burroughs, y otros textos extraordinarios, como los dedicados a los pintores Giorgia O’Keefe y a Pablo Picasso.
En 1977, cuando su carrera estaba en su punto más alto, publicó un pequeño libro, más bien plaquette, titulado Ha! Ha! Houdini! y la galería alemana Gallerie Veith Turske (1977) editó un catálogo que reunía gran parte de sus poemas publicados, sus dibujos y fotos y algunas canciones. Una vez más, el nombre de Rimbaud está en el centro de esta actividad, porque a lo que fue Patti Smith a Colonia fue a hacer una hacer una lectura conmemorativa del compleaños del poeta francés, En 1978 apareció la mencionada edición definitiva de Babel, al que siguieron Woolgathering (1992), Early Work: 1970 - 1979 (1994), la prosa poética The Coral Sea (1996), concebida como un homenaje a Mappelthorpe; la recopilación Patti Smith Complete (1998); Wild Leaves (1999), Strange Messenger (2003) y Auguries of Innocence (2005). También ha publicado algunos libros en colaboración, como los dos que salieron en 1976, Angel City, Curse of the Starving Class & Otherp lays y The night, firmados junto a Sam Sephard y Tom Verlaine.Destaca entre esas obras Woolgathering, un tomo e pequeño formato pero de contenido llamativo, entre otras cosas porque se trata de poesía ecologista, cercana a la del poeta beat Gary Snyder, y porque desde su comienzo tiene reflexiones de interés y datos sobre el proceso creativo de su autora: “Siempre imaginé que escribiría un libro, tal vez sólo uno pequeño, que pudiera llevar a alguien a un reino que no pudiese ser medido ni siquiera recordado.”

viernes, 12 de septiembre de 2008

Noticia de poesía en El País

A modo de curiosidad...
El País publicó, en su edición del 5 de septiembre, la noticia de que Benjamín Prado era candidato al premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Una gran noticia que ya publicamos en este blog el 29 de agosto, en la que informábamos de que la candidatura de Benjamín Prado "fue realizada el pasado 31 de julio por parte del Poesiafestival de Unione Terre di Castelli, Maranello e Marano (Modena), firmada por su directora artística la Sra. Paola Nava".
Este dato nos lo facilitó directamente la secretaría del festival de poesía y no lo hemos encontrado en ningún otro sitio. ¿Habrá sido este blog fuente de información para El País al igual que El País lo es para este blog tantas y tantas veces?

jueves, 11 de septiembre de 2008

Viviendo en el vacío

Juan Urbano es un contribuyente sin atajos, un ciudadano como cualquiera de nosotros, que piensa como nosotros, que escribe como nadie, y que es de los pocos que lleva la voz de la calle a los periódicos de la calle, algo tan sencillo como poco habitual.

300.000 pisos vacíos
Por Benjamín Prado. El País.
Se dice que en España hay más de tres millones de pisos vacíos, aunque Juan Urbano sabe que muchos de ellos lo están y a la vez no lo están; o por decirlo más claro: están vacíos para Hacienda y ocupados para sus propietarios, que sólo aceptan como inquilinos a personas que paguen sin dejar huellas, en dinero negro. Él nunca ha comprendido por qué se permite que ese negocio que mueve millones de euros sea un río subterráneo que transcurre al margen de la ley, bajo los impuestos, hasta el punto de que en un país como el nuestro, que tiene su principal industria en el turismo, un enorme porcentaje de las casas y apartamentos que se arrienda cada verano se hace sin contratos de por medio; y las autoridades tributarias, que en otros asuntos son tan meticulosas que si les pides la hora te la dan descontándote el IRPF, en esto hacen la vista gorda y permiten que los defraudadores salgan con su recaudación invisible por la puerta verde, ésa en la que está el cartel que dice: nada que declarar. Qué agravio comparativo, piensa Juan Urbano, que es una de esas personas que si se encontrase un euro en la acera y se agachara a cogerlo, a los dos segundos aparecería un inspector de Hacienda para quitarle 30 céntimos. Un contribuyente sin atajos, como casi todos ustedes.
Parece que de esos tres millones de pisos sin usar, más de 300.000 están en Madrid, y por eso cada vez que hay una crisis económica, o los ciudadanos ponen el grito en el cielo ante los precios de la vivienda, o se acercan unas elecciones que obliguen a los políticos a salir de caza por los mercados, vuelve a ponerse en primera línea el asunto de las casas vacías y se anuncian medidas para ponerlas en circulación, se amenaza a sus propietarios con multiplicar sus impuestos si las mantienen cerradas y se dan discursos que si son sonoros es porque están huecos y que en cuanto pasa la tormenta se quedan en nada. No hay nada que teman tanto los gobiernos como el silencio de las monedas que no caen, seguramente porque sobre el resto de las cosas pueden mentir, pero sobre la crisis no, porque en eso no hacemos caso de lo que prometen los ministros, sino de lo que hay en nuestra cartera, en el caso de que a estas alturas todavía haya algo.

Ahora es el presidente del país quien intenta frenar el parón financiero -lo cual, dada su incongruencia, da la medida de lo rara que es la política-, pero no ayudando a las víctimas de la dictadura inmobiliaria, sino a sus creadores, a los cuales van a dar 3.000 millones de euros en préstamos, con la condición de que las viviendas que construyan se dediquen al alquiler. "O sea", se dijo Juan Urbano, "que de lo que se trata es de que los pisos vacíos sigan estándolo y se les puedan sumar las casas que ya se han hecho y no se venden, mientras que las que van a construirse ahora con ayuda pública, se dedicarán al alquiler, que escasea, precisamente, porque las otras están vacías...". Y ahí se paró, porque los círculos viciosos le marean y que le tomen por tonto le pone de mal humor. Se preguntó si esa idea era producto de la buena voluntad, del miedo a las restricciones que se avecinan o de esa costumbre tan habitual que tienen los políticos españoles de intentar contentar a todo el mundo a la vez, por muy lejos que estén los intereses de unos y los de otros. El día menos pensado, a alguno se le va a ocurrir la solución para evitar que el Ministerio de Educación y la Conferencia Episcopal dejen de pelearse: se imparte la asignatura de Educación para la Ciudadanía en las catequesis, y tema resuelto.

Son muchos 340 o 50.000 pisos vacíos. Si se le ofrecieran incentivos a sus dueños, porque obligarlos a vender lo que no quieren vender es complicado y en muchos casos es discutible, tal vez muchas personas podrían tener un sitio donde vivir. Pero lo tendrían muchas más si esos mismos 3.000 millones en lugar de dedicarlos a auxiliar a los constructores se dedicasen a construir vivienda protegida. ¿No creen? Juan Urbano y yo sí lo creemos, pero tal vez es porque no entendemos de estas cosas o porque, en el fondo, no somos nada más que un par de ingenuos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Los proyectos de Benjamín, por Benjamín

Un kilate más para un blog y para su protagonista. Benjamín Prado nos ha vuelto a deleitar con un nuevo comentario en el blog, uno de esos comentarios que quedar en la trastienda cuando él los escribe, pero que merecen el puesto central del escaparate en plena temporada alta. Gracias por el regalo, hoy era un buen día para ello.

En la última entrada, en la titulada Comienza el curso, Benjamín Prado se ha acercado a nosotros para contarnos de su dedo y tecla lo siguiente:

Pues fíjate lo lenta que va la educación en España si todavia están por "Raro" y el pistolero zurdo... Lo de los WIP es alucinante, pero supongo que responde a la necesidad de convertirlo todo en un campeonato.
Bueno, y en cuanto a mí, no al número 90, ya estoy de vuelta en Madrid. Esta mañana me ha llegado una antología de poemas mía que se llama "Aquí y entonces" y acaba de publicarse en Cuba. Es la misma que apareció el año pasado en México, sólo que con otro título. Iré a La Habana a presentarla, en noviembre. Y en un par de semanas, iré a Italia, a Módena y Bologna, a leer poemas y para apoyar la edición italiana de "Mala gente que camina." Mientras, trabajo en mi novela y, cuando me canso de la prosa, en un par de canciones para Joaquín Sabina que saldrán en su próximo disco, si a los dos nos gustan... También he escrito un prólogo para la tercera edición de "Siete maneras de decir manzana" y he revisado las últimas pruebas de la tercera de "Ecuador", que tiene muchos poemas que no salían en las dos anteriores. También me he comprometido a estar todos los lunes, a la una de la madrugada, en un programa de Radio Nacional que se llama "Afectos nocturnos", y sigo dirigiendo la revista "Cuadernos Hispanoamericanos". Muchas cosas y poco tiempo para hacerlas, entre viajes, artículos, conferencias y demás. Qué le vamos a hacer. Igual cuando en lugar del número 90 sea el 30, me puedo relajar...

lunes, 8 de septiembre de 2008

Comienza el curso


En este curso, que esta semana empieza, (quizá también en otros, pero en este es cuando lo he visto), los alumnos de 4º de Educación Secundario Obligatoria que estudien Literatura con el libro de SM, en la página 209, podrán leer en la parte dedicada a la literatura del S.XX, entre las distintas corrientes que menciona (Intimismo e introspección, realidad social...) un apartado denominado Cultura norteamericana, donde incluye la siguiente mención:


(La transcribo porque en la imagen, hecha con el primer movil que pillé a mano cuando vi el libro, no se ve del todo bien el texto). No sabemos qué le parecerá a Benjamín esta clasificación.


Cultura norteamericana


Basada en el cine independiente norteamericano, y en el cine negro, el rock and roll y la generación beat. Sus representantes son Benjamín Prado, con Nunca le des la mano a un pistolero zurdo y Raro, y Ray Loriga con Héroes.


En la radio han puesto una canción de los Lemonheads y los dos tenemos tan pocas ganas de hablar que durante todo el trayecto la única voz que se oye en el coche es la de Evan Dando: este puede ser todavía un mundo hermoso, aún hay cosas que están lo suficientemente cerca como para que puedas tocarlas con las manos.
Benjamín Prado. Raro. Plaza & Janés

sábado, 6 de septiembre de 2008

Benjamín Prado, en el top 1000

Buceando por la web he fondeado en una página curiosa. Este blog no va de páginas curiosas, lo sé. Pero es que en esta página también está Benjamín Prado.

Es una página en la que se mide la importancia de la gente en función de su presencia en la web, del número de noticias y el número de referencias que sobre ellos existen. Su nombre casi bastaría para explicarlo http://www.lalistawip.com/, es decir, Wip como "Web Important People".

Teclée, como no podía ser de otro modo el nombre de Benjamín Prado, y aparece, vaya que si aparece.


En esta web la cifra roba protagonismo a las letras. Así, Benjamín Prado ocupa la posición 941 entre los hombres, en España, que más referencias tienen en la web. (La 24.281 en todo el mundo). Listado nacional que encabezan Nadal, Fernando Alonso y Zapatero, y a nivel internacional, Bush, Obama y Bill Gates.
Si hablamos solo de literatura, Benjamín Prado se mete en el Top 100 en nuestro país, posición nº90 (el 2.394 en todo el mundo). En esta ocasión son Pérez Reverte, Carlos Ruíz Zafón y Francisco Umbral quienes ocupan el podio. A nivel mundial son Stephen King, J.K. Rowling y Dan Brown quienes no dejan entrar en el podio al primer escritor de verdad en este listado, Gabriel García Márquez, en 4ª posición.



En la clasificación de Autor (no llego a entender la diferencia con la etiqueta Literatura, salvo que en este caso excluya a las autoras) sube hasta el 75 en España y el 1870 en todo el mundo.
Para acabar, esta página dice que existen 39.947 referencias al autor en la web (En google aparecen 44.500, pero se cuelan algún tocayo del autor), y 9 noticias. Desde este blog damos fe de que hay muchas más noticias.


Las cifras son los notarios de la vida. Las letras, la literatura.

jueves, 4 de septiembre de 2008

La luz de los jueves

Fiel a su cita semanal Juan Urbano centra su atención en este Madrid de principio de año en una noticia que trasciende la frontera de cualquier ciudad.

Una luz al fondo de las tumbas
Por Benjamín Prado. El País
esperaba en Madrid con sus malos augurios, su crisis económica y sus 2.530.001 parados, pero también con una buena noticia, que es la investigación que acaba de iniciar el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón sobre los desaparecidos del régimen de Franco, esas personas que fueron asesinadas y enterradas en fosas comunes o tumbas anónimas por los golpistas de 1936 y sus partidarios y que según los historiadores oscilan entre las 90.000 y los 180.000. A Juan Urbano, que nunca ha entendido por qué nuestra democracia tiene que tener cadáveres sin identificar en el subsuelo, o por qué algunos familiares de republicanos que sufrieron la represión de los sublevados deben aguantar que sus parientes estén sepultados ni más ni menos que en el Valle de los Caídos, al lado del dictador, le parece una manera magnífica de inaugurar el otoño y un buen modo de celebrar los 30 años de la Constitución. Aunque también puede que se salga con la suya el fiscal, que pide archivar el caso, y muchos se vean obligados a seguir creyendo que la transición fue una transacción en la que se pactaron tantas libertades como olvidos.
El juez Garzón lo lleva claro, porque para empezar ha pedido información sobre el tema al Gobierno, a la Conferencia Episcopal, que debería abrir los archivos de sus parroquias a los investigadores, y a algunos ayuntamientos, entre otros el de Madrid, para poder elaborar un censo de desaparecidos, conocer sus identidades, su paradero y las circunstancias de su muerte; y Juan Urbano se apostaría el anillo de boda de su madre a que ni la Iglesia ni las autoridades municipales de la capital le van a ayudar lo más mínimo, y, de hecho, le van a desobedecer y a obstaculizar su trabajo, siguiendo la fórmula que la presidenta de la Comunidad, por ejemplo, le aplica al asunto de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que ahora que está a punto de iniciarse un nuevo curso académico insiste en sabotear por tierra, mar y aire, demostrando que en este país aún hay quien entiende que ganar unas elecciones te sitúa por encima de la ley.

Si el juez Garzón, a pesar de todos los problemas y la falta de colaboración con la que va a encontrarse, admite a trámite el caso y consigue esclarecer el número de personas enterradas en fosas comunes desde el 17 de julio de 1936, sus nombres y las circunstancias en que fallecieron, habrá logrado abrir la puerta de las tumbas cerradas, tras la cual se oculta la mayor cuenta sin saldar de nuestra democracia, y habrá preparado el camino para que muchas personas que así lo deseen puedan recuperar los restos de sus familiares y completar de ese modo el rompecabezas de su memoria. El Archivo General de la Administración, el Centro Documental de la Memoria Histórica, perteneciente al Ministerio de Cultura, y la Dirección General de Registros y del Notariado, dependiente de Justicia, ya han recibido la orden de proporcionarle la documentación relacionada con desaparecidos que pudieran tener y la de comunicar a todos los Registros Civiles de España que deberán permitir el acceso a sus archivos a la Policía Judicial, para que proceda a la identificación de las posibles víctimas. Y en cuanto a la Iglesia, el juez Garzón se ha dirigido especialmente a la abadía que gestiona el Valle de los Caídos, reclamándole "información sobre los nombres de las personas que en este lugar estén enterradas, procedencia geográfica de los restos y causas del enterramiento allí hecho".

Juan Urbano cerró los ojos, vio mentalmente el ofensivo Valle de los Caídos y pensó que no sólo habría que identificar a los muertos a granel que puso allí Franco, sino sacarlo a él de allí para que su familia lo llevara a un panteón familiar. Que el Estado mantenga un monumento a la memoria de su secuestrador no hay quien lo entienda.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Este es uno de los mejores artículos de Benjamín Prado, de Juan Urbano, en El País. Lo escribió hace hoy 3 años. Hace 3 años lo leí, y puedo asegurar, sin que me tiemble la tecla, que es el texto de Benjamín Prado que más me ha calado. No tanto por el tema sino porque en él entendí que ni yo mismo soy capaz de expresar mis propios pensamientos como lo hace Benjamín. Leyendo este artículo pensé que eso es lo que yo siempre he pensado, que esas eran mis ideas... y que él me las había encontrado. Es una sensación rara, pero te deja marcado.

Cambiémosle la fecha, pongamos 2009, ¿es o no es verdad? Hoy comienza un nuevo año.
Sorprende y sobrecoge. No os confundáis, pese a que lo parezca (maldito eco), el texto es de hace tres años, pero nada ha cambiado.
Aquí empieza 2006
Por Benjamín Prado. El País 1/09/2005
Hoy es 1 de septiembre, el primer día del próximo año. Sí, porque en contra de lo que digan los almanaques y las agendas, para muchos la verdadera nochevieja fue ayer, el último día de su verano, y hoy comienzan una vez más los de lunes a viernes que se repiten como si cada uno fuera el eco de los demás. Claro, y ésa debe ser la razón de que dentro de la palabra "septiembre" esté oculta y como al acecho la palabra "siempre".
Los días son largos, pero la vida es corta, dice un proverbio, y ésa es una verdad que uno asume, más que nunca, justo en esta época, al final de sus vacaciones. Si se fijan, es que dentro de la palabra "vacaciones" está la palabra "canción", pero también está la palabra "vacío", y eso es justo lo que la mayor parte de la gente sentimos hoy, de vuelta en Madrid y a nuestras casas: que la última canción ya se ha acabado y el sitio donde se celebraba la fiesta ya está vacío, hueco de nosotros y viceversa, hasta el año que viene. Qué le vamos a hacer.

A Madrid se vuelve con nostalgia y sintiendo que le gotea a uno en el corazón el líquido negro de las malas noticias que hablaban ayer de bosques destruidos o accidentes fatales en Afganistán y hablan hoy de los cientos de muertos que dejan los huracanes, los incendios y los fanáticos en Nueva Orleans, París y Bagdad; pero también se vuelve con energía, con las bodegas del espíritu llenas y, sobre todo, con ganas de estrenar cosas, de ver qué son y qué van a hacernos las novedades que se avecinan, los últimos libros de escritores que nos importan, la película de Win Wenders sobre el blues y el documental de Martin Scorsese sobre Bob Dylan, el disco de los Rolling Stones y el de Joaquín Sabina. Por ejemplo.

En Madrid nos encontraremos cien obras públicas en marcha, algunas tan monumentales como la del famoso soterramiento de la M-30, y los horrores de tanta zanja, martillo neumático y excavadora en las que ruge el monstruo del subsuelo, nos van a caer encima como una enfermedad. De hecho, algunos irán directamente de la piscina al ambulatorio, víctimas de lo que se conoce como depresión posvacacional. Y no se olviden que, tal y como están las cuentas de la Seguridad Social, ponerse malo es, según dicen, boicotear al Estado. A quién se le ocurre.

De hecho, una de las discusiones políticas que nos esperan es la que va a surgir del cruce de la Sanidad con los impuestos. ¿Querrá la Comunidad de Madrid, como propone el Gobierno, asumir más responsabilidades recaudadoras y a cambio ayudar a financiar la Sanidad? ¿Aceptarán los responsables del PP en la capital la propuesta del Ejecutivo de gravar la gasolina y la luz para paliar el déficit sanitario que generan y sufren las autonomías? Es difícil. Pero, en cualquier caso, será una batalla interesante porque, al fin y al cabo, de lo que se trata esta vez es de nuestra salud y nuestro dinero, y ya se sabe que esas dos cosas son, junto al amor, lo único que realmente importa. Ándense con cuidado, que las urnas son transparentes y a través de ellas se les ve el plumero.

Septiembre es el tiempo de los regresos, y como todo regreso puede ser una segunda primera oportunidad, es también el mes de los buenos propósitos y los planes de mejora. Sería fantástico que aprovecháramos la circunstancia, por ejemplo, para vigilar nuestro uso de este planeta, ahora que acabamos de saber que el agujero de ozono que nos mira desde los cielos del Polo Sur como si fuera el ojo gigante de la muerte ocupa una extensión equivalente a la de Europa, y para asumir en lo que respecta a ese tema algún tipo de responsabilidad personal: por ejemplo, obligarnos de una vez a limitar la contaminación dejando el coche en casa; ahorrar electricidad o agua y volcarse en las energías renovables; plantar un árbol al mes; destinar algún dinero a Greenpeace o, pongo por caso, a Unicef. Esas cosas, y otras similares, serían un gran modo de contribuir a que el infierno se vaya transformando poco a poco, no diré en el paraíso, porque en los paraísos no hay relojes de fichar, ni nóminas, ni monos de trabajo, pero sí en un purgatorio aceptable.

Igual si todos, los que mandan y nosotros, tratamos de ser más responsables, más limpios y más justos, el año que viene, al volver a Madrid, podremos pasar de la playa a la oficina sin detenernos en el ambulatorio. Hagamos de este 2005 un gran 2006.