miércoles, 15 de octubre de 2008

Discrección nocturna

Hace poco leía en una entrevista que Ricardo Pérez le hizo a Benjamín Prado, en su blog, que "Siempre estoy participando en charlas y ponencias. Experimento un proceso de desacción conmigo mismo en cuanto a esto y empiezo a tener la sensación de que debería callarme. El año pasado iba a tres programas de televisión y dos de radio; los dejé todos porque me estaba convirtiendo en aquello que he odiado siempre, un opinador. Soy un poco más pobre, pero más feliz".

Quizá por eso ha escogido un programa nocturno, "Afectos nocturnos" en RNE, para opinar, sin demasiada visibilidad pero con opciones de poder decir lo que opina, no tanto sobre política, aunque siempre hay algún guiño, sino más sobre lo que más y mejor sabe, sobre la gente, y cómo es. Ya lo hizo en poesía, en Marea Humana, y ahora, cada lunes por la noche, mirando hacia el martes. Si el primer día (que lo empezamos a escuchar) fue sobre la justicia, el segundo sobre el reconocimiento, el lunes tocó la discrección.

¿Son ustedes discretos, piensan que es una de las cualidades
primordiales del ser humano y que dicen mucho de su elegancia
y de su manera de andar por la vida?

"No decir más de lo que haga falta, a quien haga falta y cuando haga falta", según André Moreau,

B. P. Aquí estoy, soñando con convertirme en una persona con el paso del tiempo, que es una cualidad muy importante y muy difícil de conseguir. Lo que pide Moreau es muy difícil, hay que decir lo que se debe, solo a quien se debe y en momentos determinados. En el caso de las enfermedades, como Ballesteros, va con el carácter de la gente. Hay quien piensa que es mejor no decirlo y mantenerlo en la intimidad, hay gente que necesita hablarte de sus problemas de salud. Todos conocemos personas que lo primero que te cuentan cuanto te las encuentras es cómo se encuentran, lo que le pasa a su familia.

Pero también vivimos en sociedades donde parece que la enfermedad es sospechosa. Se oculta el dolor, se oculta incluso la muerte, que los niños no se enteren que un miembro de la familia se ha muerto, que tiene una enfermedad terminal. Yo creo que es un error. La enfermedad, el dolor e incluso la muerte son parte del aprendizaje, forman parte de la vida, y no estoy muy de acuerdo con esa visión aséptica y fría que se quiere dar ahora".


B.P.
(Respecto a Severiano Ballesteros) Estoy pensando ahora también en Luz Casal, que hizo público su cáncer, lo ha superado, ha salido bien, está otra vez cantando, va a dar unos conciertos para una fundación... como Serrat, y mira qué conciertos ha dado también con Joaquín Sabina, son ejemplos bonitos.

Respecto a las indiscretas declaraciones de Rajoy su famoso "coñazo"

B.P.
Había una cosa que contaba siempre Alberti, que le había contado Lorca. Una vez que fue a la residencia de estudiantes a dar una conferencia, había un profesor brasileño muy famoso. A la salida Lorca cogió por un brazo a Alberti y del otro al profesor brasileño y le preguntó al brasileño, "¿qué piensa de Unamuno?" y el profesor dijo "eo no conhaso", a lo que Lorca dijo, ves primo, lo que yo te decía, Unamuno un coñazo.

Rajoy ha caído por la misma escalera. Pero pienso que esas cosas no tienen niguna importancia, no sé qué interés tiene que un micrófono se meta ahí. Y estaba pensando en el tema de Luz, Serrat, Carreras o ahora de Ballesteros, que demuestran que no está reñido con la información. Se puede informar también discretamente, sin entrar en temas escabrosos. Es digno de tener en cuenta.

Contestando a una oyente que hablaba de la poca discreción de un médico al decir que se padece una enfermedad.

B.P.
Es que hay gente que cree que por decir las cosas de manera brutal o descarnada se es mejor. A mi cada vez que alguien me dice, mira te voy a ser muy sincero, le digo que no por favor, me echo a temblar.

Una vez más, sobre las elección americanas.

B.P.
A mi me parece que el respeto no se puede exigir, pues me parecen términos contradictorios. El respeto se pide, y se gana, no se exige.

Sobre el aumento del número de personas que acuden a los comedores sociales y piden discrección, pues sus familias no lo saben.


B.P. Esa es una discrección que tiene que ver con la vergüenza y con el fracaso, lo que nos debería hacer pensar sobre en qué mundo vivimos para que la gente además de estar pasándolo mal tengan que avengonzarse por ello, tengan que ocultarlo. Es un doble dolor. Lo interpreto más como un fracaso de la sociedad en general que como un fracaso personal. Encima que alguien fracasa tiene que esconderse.

B.P.
No hay mayor distancia que la de mirar para otra parte. Por eso la gente cuando no quiere ver lo que ocurre a su alrededor se siente libre de no enterarse de lo que no le conviene.
Por cambiar de tercio estaba pensando en una discreción más íntima, en la que no están políticos y personas célebres, sino los amigos y la familia. Es la hermana gemela de la amistad. En la amistad uno siempre busca confiar tus secretos más íntimos y que no los revele. Pocas pestes en la vida más grandes que un amigo cotilla, que un amigo indiscreto. Te arruinan la vida, te ponen la parte de adentro por fuera, a los pies de los caballos. El amigo cotilla es una especie de maldición. Radioamigo.

B.P. Una indiscrección a la que estamos todos muy expuestos últimamente es a la que nos somete la vigilancia. La cantidad de cámaras que hay en todas partes. La cantidad de registros. A mi me ocurrió hace poco en un aeropuerto que a una mujer que iba delante de mi le abrieron la maleta, le revolvían la ropa interior y la mujer se puso echa una fiera con toda la razón porque todo el mundo estaba viéndola. Me acuerdo que dijo la palabra, si tienen que registrarlo hagánlo con discrección. En nombre de la vigilancia nos tienen a todos indiscretamente vigilados, expuestos por todas partes.

B.P. A veces lo que dicen los políticos están tan embalados, todo lo que dicen parece que ha pasado por el mismo molde, repiten el mismo modelo que a veces esta sinceridad se agradece.

B. P. Como decía Cervantes, cada uno es como Dios lo hizo, y normalmente, peor.
Sobre el padre que violó a su hija en Bélgica.

B.P. Lo que estoy un poco cansado es de los presuntos. Esa protección de los medios de comunicación ante no sé que amenazas o no sé qué denuncias. A un tipo que ha puesto una bomba le llaman presunto etarra... hay muchos casos que tampoco tiene mucho sentido. Eso no es discrección. Podría poner ejemplos en los que la presunción está más que superada.

Sobre la prensa...


B.P.
Estoy bastante orgulloso de cómo es el periodismo español. Quienes nos dedicamos a esto conocemos muchas cosas de la vida privada de los políticos y no entramos en ello. En cualquier periódico inglés sabiendo la mitad cuentan el triple. En España el periodismo es bastante respetuoso con la vida privada, por lo menos de los políticos y la gente seria que se lo ha ganado. La gente que se pasa la vida vendiendo bodas bautizos y comuniones después se quejan de que les tiren una foto en el supermercado. Sé que legalmente tienen derecho a quejarse. Pero también depende de lo que esté uno dispuesto a vender.

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