¿Cuánto suman el 101,2% del sueldo y la 'ex'?
Por Benjamín Prado. El País.
Al leer que los jóvenes y jóvenas madrileños necesitan aportar un 101,2% de su sueldo para adquirir una vivienda y que, por eso, la edad media de emancipación en nuestra comunidad son los 34 añitos, Juan Urbano soltó una carcajada amarga, llena de ironía y cáscaras de limón, y se dijo: "¡Hombre, a mí me lo van a contar!" Es que él no tiene 23 años ni acaba de terminar la carrera, pero lo mismo que muchos hombres divorciados de un pozo sin fondo vive a contracorriente de su dinero, intentando remontar las facturas, las letras y los gastos que se le echan encima cada primero de mes y contra los que lucha como si fuera una trucha que pelease contra el río Urubamba con una llave inglesa atada a la cola. "Qué le vamos a hacer, si así está montado esto: unos nadamos entre tiburones y a otras las llevan en barca por el estanque del Retiro", pensó nuestro filósofo de cada jueves, que es uno de esos desdichados que si va por la calle y se encuentra un euro, tres días más tarde le llega una denuncia del juzgado en la que se le obliga a darle la mitad a su ex mujer: "¿Acaso no fue ella quien lo incitó durante años a pasear por el campo y con esa labor abnegada consiguió que su capacidad de andar no se atrofiase? ¿Y acaso no es su condición de persona que no se ha quedado paralítica la que permitió que esa mañana pudiera salir a la calle, y agacharse, y recoger del suelo la moneda en cuestión? Pues 50 céntimos para la señora".
Entre eso y la hipoteca a 20 años que vive enroscada a él como las serpientes al Laocoonte, no levanta cabeza. Y más ahora en estos tiempos de crisis financiera que a mí, por algún motivo que ustedes comprenderán dentro de unas cuantas líneas, me hace pensar en una anécdota que cuenta Luis Buñuel en el libro Mi último suspiro, y que el otro día recordaba el escritor Julio Llamazares, sobre el modo en que daba las noticias un periódico anarquista de la época de la guerra, que en una ocasión en que un grupo de sindicalistas militantes de la CNT le había dado una paliza de muerte a un cura en plena calle, iniciaba el relato del episodio de esta manera: "Ayer, un grupo de unos 25 ó 30 obreros paseaba tranquilamente por la Gran Vía cuando, de pronto, vieron que por la misma acera venía hacia ellos un sacerdote. Ante semejante provocación...". Bueno, pues ahora uno abre el diario por las páginas de Economía y lo que lee es lo mismo, sólo que con otras palabras: "El otro día, un grupo de banqueros, empresarios y constructores multimillonarios salía de una reunión indignado porque en el último trimestre sólo había ganado 8.000 millones, en lugar de los 10.000 que esperaba. De pronto, se encontraron con un ciudadano que salía llorando de una caja de ahorros porque no tenía dinero para pagar su piso. Ante semejante provocación, se vieron obligados a subirle un 2% la hipoteca".
De modo que Juan Urbano no es joven, pero es divorciado, y sabe perfectamente lo que significa que tu casa se lleve el 101,2 % del sueldo. De hecho, últimamente le han hablado de algunas técnicas que está dispuesto a compartir con esos miles de jóvenes a los que no les llega el futuro al cuello porque, según el informe del Consejo de la Juventud de España (CJE), que acaba de hacerse público, para poder marcharse de casa de sus familias necesitarían tener un salario de 3.300 euros mensuales durante 15 años, y todos sabemos que lo que se lleva ahora es el mileurismo y el contrato de dos semanas. Una de esas técnicas es un sistema de meditación oriental que consiste en aguantar la respiración y hacer fuerza con los hombros, a ver si te salen otros dos brazos y con cuatro manos puedes tener dos empleos a la vez, ambos de ocho a cinco. Otro consiste en irte de Madrid, donde las casas están imposibles y las autoridades toman frente a la crisis medidas como la de volver a subir el precio del transporte público. La tercera es hacer una comida menos al día y pasarte de lunes a jueves por cualquier conferencia en la que al final se sirva un cóctel, a ver si le puedes echar mano a tres o cuatro canapés; eso sí, con la condición de entregarle la mitad de las anchoas y un 20% del falso caviar al abogado de su ex mujer. Como verán, Juan Urbano es un hombre de recursos y, por eso, no se asusta tan fácilmente. De hecho, ayer mismo llamó a su madre y le preguntó: "Oye, ¿mi cuarto sigue desocupado?".
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