domingo, 1 de junio de 2008

De corto (I parte)

Se había anunciado, y no ha defraudado. Mucho y muy bueno es lo que hoy nos tenía preparado Benjamín Prado desde las páginas de El País Semanal "El Once". ¿De fútbol? Pues sí, Benjamín Prado no es la primera vez que escribe de fútbol, en su día escribió crónicas semanales (más adelante me dedicaré a ellas). Además, se dice que se le ha visto de la mano de Juan Urbano por Concha Espina. Algún defecto tenía que tener.


Un extenso artículo en el que relaciona literatura y fútbol como sólo él sabe hacerlo, dandole continuidad a la jugada, abriendo el campo, achicando, atacando. Puede consultarse íntegramente en El País, desde aquí quiero destacar algunos toques de oro, de esos que da mirando para otro lado, esos penalties de Panenka, esas paradinhas, esas folhas secas, cola de vaca, taconazos, cuerda, vaselina... y demás toques magistrales con los que llena su literatura. La que usa Benjamín para escribir también puede llamarse la mano de Dios.

El once de 'El País Semanal'

por Bejamín Prado
El novelista Alfredo Bryce Echenique suele contar que su infancia en Lima fue dura, porque consistía en sentarse junto a una radio a escuchar la Copa de América y oír a un locutor enfervorecido que, una y otra vez, gritaba: "¡Ataca el Perú! ¡Ataca el Perú! ¡Ataca el Perúúúúúúú... y gol de Chile!" No sabe bien el autor de El mundo de Julius lo que nos identificamos con eso los españoles, tan acostumbrados a secarnos las lágrimas con la camiseta roja de la selección en los cuartos de final de todos los mundiales y eurocopas. [...]

[...]¿Algún día podremos vengarnos de los que se burlan de nosotros y salir a la calle a cantar lo que cantaban los seguidores del Real Madrid la noche en que ganaron la séptima, aquello de en colores, en colores, oé, oé, oé...? Ojalá, porque ya hemos tenido toda la ración de ataca España... y gol de Italia que una persona decente puede soportar. ¿Será este nuestro año? Me temo que no estamos muy convencidos: las previsiones no pueden ser optimistas en un país donde cada ciudadano es un seleccionador, pero ninguno querría ser este seleccionador. Mala cosa. [...]

[...]"el goleador es siempre el mejor poeta del año", según escribió Pier Paolo Pasolini, y el gol del siglo que le hizo su dieguísima a Inglaterra en el mundial de México 1986 fue una Divina comedia de 60 metros, escrita sobre el césped del Estadio Azteca a base de regatear defensas rivales, engañar al portero y tocar a la red con la misma delicadeza con que Mozart debió de ponerle el punto final a La flauta mágica. Debe de ser verdad que "ningún jugador es tan bueno como todos juntos", porque lo dijo Alfredo di Stéfano, pero qué pena que no hayamos tenido alguien así metido en nuestro uniforme, ¿no? [...]

[...]Además de no haber Maradona, tampoco hay una afición, y lo mantengo. [...]

[...]He sufrido con todo eso y, aún más, soy una de esas personas que juran que no piensan morirse sin ser campeonas del mundo, dicho así, con ese sentido de la propiedad que consiste en creer que el que mira y los que juegan pierden o ganan juntos. O sea, que la selección es mía, a pesar de su entrenador, de cuyo apodo, el sabio de Hortaleza, lo único que puedo decir es que no dudo que sea de Hortaleza, pero ni una palabra más.[...]

[...]un par de amigos y 12 cervezas a mirar un partido entre dos selecciones extranjeras con la esperanza de que la débil derrote a la fuerte y nos allane el camino a la final. El problema es que la selección teóricamente más fuerte solemos ser nosotros, y la que nos elimina o nos pone el camino vertical, otra más modesta pero que termina dándonos una lección[...]

[...]Y, así, campeonato tras campeonato[...]

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