Los ecos de la clase magistral de Vallecas siguen sonando en estas noches estivales en las que el calor decelera el ritmo de los acontecimientos y los periódicos empiezan a tener menos páginas. Un momento de calma en la agenda de Benjamín para recordar cómo iba a ser la novela que no fue... así nos lo contó en Vallecas, intercalado entre una disertación suya sobre la importancia de mantener la distancia respecto a lo que estás contando...
Cuando empecé a escribir Mala Gente que Camina en realidad era otra novela. Era una novela, también protangonizada por un profesor que también estaba escribiendo un ensayo sobre Carmen Laforet, que también era medio cínico y que también iba a un viaje a Atlanta, a un congreso de estos de locos sobre locos... pero ahí la novela era otra. Pero un día llegué a casa y escuché en la tele el programa de los niños robados a los republicanos por la dictadura y escribí otra novela. Eso lo he contado otras veces, lo que no creo haber contado nunca, y no sé por qué coño lo voy a contar ahora, pero ya puestos lo contaré, es cuál era la otra novela, qué pasaba en la otra novela.
Lo que pasaba en la otra novela es que yo iba en un avión a Atlanta, efectivamente, conocí a una chica y nos volvimos locos. Aún seguimos siendo amigos. Pero antes de amigos fuimos muchas otras cosas. Yo estaba enamoradísimo de ella, muy colgado por ella, y escribí una novela contando todo eso. Y la novela era un espanto, porque estaba tan colgado de ella que no parecía una novela, parecía un anuncio. Todo lo que decía de ella era tópico, era absolutamente patético. Se la dejé leer a mi editora y me dijo "patética".
Era una historia que tenía tan cerca, estaba tan metido en ella en ese momento que lo escribí fue un absoluto disparate. Sin embargo cuando la dejé escribí unos poemas sobre ella que no están mal. Alguno de ellos, no diré cuál, hay quien ha escrito por ahí que es uno de los mejor poemas de amor que se han escrito nunca. No lo digo por presumir del piropo, lo digo para que veáis cómo cuándo estaba con ella escribí una novela desastrosa, cuando dejé de estar con ella escribí unos poemas que no estaban mal.
"Entonces ya no estabas loco", le dicen desde el público. "Es verdad, tienes toda la razón del mundo, la cercanía produce ese tipo de efecto. Es como si me acerco mucho un papel a la cara ya no veo lo que dice. La distancia es necesaria para todo. Estoy haciendo apología de la distancia. Merece la pena guardar distancia para escribir. No hay nada peor para la literatura que la cercanía. Lo mejor es separarse en el tiempo, en el espacio y sobre todo separarte en la emoción.
Estoy seguro que todas las personas a las que todos los escritores de cualquier género a los que más admiro tienen una cualidad que es la frialdad. El propio Bob Dylan, sus mejores canciones... que definió cuando le preguntaron que sonaba a mercurio salvaje, vete a saber lo que quiso decir con eso. Pero suena a frío. El propio Alberti, en Sobre los ángeles. En ese momento estaba peor que yo con esta chica, estaba entre la escritora Maruja Mayo y la escritora María Teresa León. Todo eso lo cuenta en esos poemas. Pero lo cuenta con un distanciamiento que le llevaron al surrealismo. Él se hizo surrealista para que no le pillara la novia, para disimular, para oscurecer un poco.
Yo soy de los que piensa que jamás hay que contarlo, que no hay que permitir que te puedan pillar en nada. Admiro a la gente que es capaz de esconder un poco las cosas, porque le das más misterio. Si Rafael Alberti, siendo quien era, escribe esos poemas más abiertamente, con una manera más abierta, más sencilla de explicar, diciendo "te quiero mucho porque eres mi novia", seguramente hubiera escrito un libro muy malo.
Desde el apasionamiento, la cólera, el amor excesivo, la alegria excesiva, la triste excesiva es imposible escribir bien, porque no tienes control. Las emociones son una manera de descontrol. Cuando uno siente una gran emoción no estás controlado, no tienes el volante en la mano. No creo que desde un exceso emotivo se pueda escribir bien. Eso es imposible si el que va a escribir soy yo y es posible si el que lo va a hacer es Neruda. Hay gente con más talento y con menos.
Pero aún así, al final a Neruda lo recordamos porque escribió Residencia en la tierra, cumbre del surrealismo en español, pero también porque escribió las odas elementales, poemas al ancla, al botón, a los zapatos, a los calcetines, a la calabaza, a la cebolla, son poemas muy pensados. Uno no puede ver una cebolla y decir directamente redonda rosa de agua. No funciona así, hay que buscar, hay que indagar, y la indagación requiere trabajo y el trabajo requiere tiempo, y atención, y la atención requiere frialdad, o distancia.
Desde la cercanía y el apasionamiento es imposible hacer bien nada, ni escribir ni ninguna otra cosa. Bueno, me refiero a cosas que se hagan con la ropa puesta.
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