En el post del otro día, en el que informaba del premio Julián Besteiro que le entregaron a Joaquín Sabina, reproduje la semblanza de Benjamín Prado al cantante, pero el audio no era de una calidad extraordinaria, y se me quedaron algunas palabras por el camino.
Afortunadamente Benjamín Prado ha dejado un comentario en este blog desvelándonos más sobre la semblanza, y solventando esas lagunas textuales que aparecían en el post.
"Bueno, ahí tenéis la broma entera. Lo escribí esa misma mañana, y lo acabé en el taxi, como debe de ser... La verdad es que me divertí jugando al ratón y al gato con los que estaban ahí, haciendo primero un par de estrofas más o menos serias y, de pronto, metiendo una ráfaga de ripios ¡terribles! Jajaja, escurrir el bulto / culto... qué cara se le puso a algunos... Joaquin y yo nos estuvimos muriendo de risa toda la noche, acordándonos de la rima After-hours / Schopenhauer. Y podéis estar seguros de que estoy hablando de muchas carcajadas, porque la noche se fe haciendo larga, y más larga, y más larga... ¡A estos sindicalistas no hay quien los acueste!"
Cuando alguien me pregunta quién es Joaquín Sabina,
respondo que un cantante que, además, es mi hermano;
y hablo de su talento, su risa sin esquinas
su popurrí de mago y artesano.
Es un hombre que hiere susceptibilidades
cuando dice que a la hora de escribir un poema
nunca hay cosas más ciertas que las medias verdades
ni mejor oración que la blasfema.
Si se trata de ser culto,
él jamás escurre el bulto:
fui con él a un after-hours
a tomar la última copa
y me citó a Schopenhauer
al lado del guardarropa.
Siempre ha considerado, si hablamos de comer,
la manzana de Newton, peor que la de Eva.
Y si se pasó un poco, lo hizo por aprender:
es de los que no opina si no prueba.
Sé que quiso a las drogas, pero ya no están juntos,
aunque ni él mismo sabe quién ha dejado a quién.
Luego un marichalazo vino a poner los puntos
sobre las íes y un dedo en la sien.
Sintiéndose moribundo,
se quiso borrar del mundo,
y se durmió en los laureles
cuando más soplaba el viento:
mire usted qué mal momento
para perder los papeles.
No encontraba remedio en ningún botiquín
y ni en sueños quería pisar los escenarios:
al hombre cabizbajo se le cae el bombín,
mientras que lee los obituarios.
Pero aprendió la lección
y venció a la depresión.
Y hoy ya es capaz de ser otro
sin dejar de ser quien era.
La vida es igual que un potro:
si la domas, no es tan fiera.
Así que nada ha perdido
y aún es el que siempre ha sido:
alguien que no echa en tu plato
fritangas de sentimientos,
pasiones de economato,
moralejas con descuento.
Un santo que una noche vio a Dios dentro de un bar.
Un abogado que habla del diablo en los juzgados.
Un médico que quiere que vuelvas a fumar.
Un cura que te aplaude los pecados.
Un bailarín que sabe cómo dar un mal paso.
Un ateo que reza a la Virgen del Burdel.
Un anarquista que usa la ley de posavasos
y las banderas blancas de mantel.
Como escritor de canciones
son claras sus intenciones:
ser Lorca con gafas negras,
César Vallejo con banda,
Paul Celan con matasuegras,
Kafka en sábanas de Holanda.
Maestro de desengaños,
hace casi 30 años
nos robó los corazones,
y eso, no lo digo en broma
-ni que ha escrito las canciones
más bellas de nuestro idioma.
Cuando alguien me pregunta quién es Joaquín Sabina,
respondo que un cantante que, además, es mi hermano.
Su casa, para mí, siempre fue una oficina.
La llave de la mía, siempre estará en su mano.
3 comentarios:
En el quinto verso falta una hache..."quién Ha dejado a quien"
El resto, estupendo.
Publicar un comentario