domingo, 13 de julio de 2008

A la sombra del Ángel (I) 13 años con Alberti

Hoy comienza una serie de post sobre un libro de Benjamín Prado, "A la Sombra del Ángel, 13 años con Alberti", Aguilar 2002. Él mismo dice "Este es un libro sobre mí que trata de Rafael Alberti: es la historia íntima de un hombre legendario visto muy de cerca y durante mucho tiempo, pero siempre desde mis ojos; y no es, de ninguna manera, ni una biografía del autor de Sobre los ángeles, ni, en un sentido estricto, unas memorias mias, sino una mezcla de las dos cosas..."

Yo quería haber introductido estos post con algún breve resumen, pero un día me encontré con alguien que lo dijo tan bien y al que estamos tan acostumbrados a escuchar su voz, que preferí no pisarle la palabra y dejarle no solo hablar, sino que fuera el protagonista de este primer post sobre el libro. Si Benjamín Prado escribe un libro sobre Alberti, Joaquín Sabina presenta el libro de Benjamín Prado. (Podéis verlo en You tube a partir del 1:59, o rememorar el texto de Benjamín Prado hacia Sabina, que protagonizó un post, y seguir escuchando al de Úbeda... o leerlo, que la literatura, leída, es más).

Joaquín Sabina: "Benjamín entre tantas cosas fue escudero, amigo, hermano, padre, hijo, sobrino y sobre todo chófer de Rafael Alberti los últimos años de la vida de Alberti, los previos a su nefasta boda con María Asunción Mateo, no sé si aquí hay alguien de la familia, pero tenemos un libro de reclamaciones a disposición de nuestra distinguida clientela. El caso es que es responsable de la boda, nefasta, sino también de su muerte y de su enfermedad, porque Benjamín, que no se caracteriza por el sentido de la orientación sino de su fantástica pluma, dicha en todos los sentidos, una noche el semáforo estaba no sé como, pero él creyó que estaba en daltonia, pero en daltonia no hay semáforos y le pegó una hostia al pobre Rafael Alberti, manchó de sangre su camisa de flores y lo dejó varado en un hospital".

Estos son unos versos para el Benja y su relación con Rafael Alberti que yo tanto envidio, aunque gracias a Benjamín pude conocer al viejo Rafael, y alguna noche, que también está contada en este libro, fuimos juntos a mear en la tapia de la Real Academia Española. Me ganó, meaba más largo que yo:

Llenaba los baúles de dibujos
llevaba el corazón manga por hombro
blasfemaba en cristiano sin tapujos
no salíamos, oh lujo, de su asombro.

Qué retorno tan vivo y tan lejano,
qué singular, qué tú, qué diferente
qué cadáver tan dulcemente humano
que nosotros, qué luz, qué de repente.

Quisiera yo a la sombra de este tronco
brindarte al cielo este bulero, ¡maestro!
qué más decir, tan póstumo y tan ronco
sin padre al que rezarle un padrenuestro.

Experto en emociones con saliva
con tal de que no apesten a negocio
quién pudiera vivir en carne viva
lo que vivió mi socio con su socio.

Qué duermevela de canela en llama
qué pirata, qué verbo, que osadía,
qué posdata en el albúm de una dama,
qué serenata de melancolía.

El viento que arrasó las arboledas
no empañará el cristal de la memoria
al final la verdad es lo que queda
cuando ruedan las babas de la historia.

No hay más noble mester que el de escudero
de un juglar con camisa de harlequín.
Nunca fue Rafael tan caballero,
nunca fue Benjamín tan Benjamín.

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