Aquí, en esta misma página, la de Benjamín Prado, un gran poema (para Javier Marías), y aquí, en una página algo más allá, un gran análisis.
Viaje al reino de Redonda
Por Benjamín Prado. Iceberg.
Viaje al reino de Redonda
Por Benjamín Prado. Iceberg.
Una noche
el poeta Lawrence Durrell me dijo:
- Dormir no tiene muros.
Un día,
Dylan Thomas escribió para mí:
- No temas a las hélices que hacen girar tu voz
Hoy viajo hacia la isla de Redonda.
Una tarde,
pensé que cada paso que se da bajo el sol
nos acerca a la nieve.
Una noche supe que la verdad
está tan lejos de Jerusalén
como antes lo estuvo Berlín.
Hoy zarpo hacia las playas de Redonda.
pensé que cada paso que se da bajo el sol
nos acerca a la nieve.
Una noche supe que la verdad
está tan lejos de Jerusalén
como antes lo estuvo Berlín.
Hoy zarpo hacia las playas de Redonda.
No busco los placeres sin cicatriz de Ítaca;
no busco un paraíso y las patrias no existen,
no son más que un espacio entre dos extranjeros:
voy a dejar atrás todo lo que nos ciega,
nos vacía,
lo que es dulce en los ojos y acre en el corazón.
Cuando llegue a la Redonda
enterraré en su arena
los puñales que el mundo ha clavado en mi espalda.
enterraré en su arena
los puñales que el mundo ha clavado en mi espalda.
-Nunca seas soberbio
-me aconsejó una noche el poeta John Gawsworth-,
pero defiende siempre tu verdad.
Seguiré estas palabras -
para llegar al reino de Redonda.
Allí seré feliz,
allí estarán ya juntos mis sueños y mi vida
-me aconsejó una noche el poeta John Gawsworth-,
pero defiende siempre tu verdad.
Seguiré estas palabras -
para llegar al reino de Redonda.
Allí seré feliz,
allí estarán ya juntos mis sueños y mi vida
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