viernes, 20 de enero de 2012

El valor de lo diferente: Nicanor Parra

Para Cuadernos Hispanoamericanos, la Revista Cultural, e imprescindible, que dirige Benjamín Prado le ha costa salir de 2011 casi tanto como poco arrancar el nuevo año. Los número de diciembre y enero han llegado casi a la par, y lo que fue una desazón por la tardanza del primero se ha compensado con la alegría de tener 2 regalos en periodo inesperado.

Cada página de los Cuadernos tiene mucho más que textos, tienen literatura. Y para que me creáis empiezo por el principio, por el Editorial de Benjamín Prado... si el comienzo es así, cómo será el final.

Nicanor Parra y algo más
Por Benjamín Prado, en Cuadernos Hispanoamericanos 738, diciembre 2011

El que no se rinde puede ser derrotado, pero no puede ser vencido, y eso es lo que ocurre con la poesía del último Premio Cervantes, el chileno Nicanor Parra, cuya fidelidad a los principios que alentaron desde los años treinta hasta ahora su escritura se ha mantenido a lo largo de los años y de los libros, a veces en las condiciones más adversas y sobreponiéndose siempre a modas, dictaduras, prohibiciones y olvidos. Los dos tomos de sus Obras completas que ha sacado Galaxia Gutenberg, uno en 2006 y otro este 2011 que ahora termina, son una apabullante demostración de dos mil doscientas páginas del modo en que ha mantenido en pie sus convicciones, a lo largo de siete décadas, el autor de Poemas y antipoemas, Canciones rusas o Sermones y prédicas del Cristo del Elquí o de la antología Chistes para desorientar a la policía poesía, un título en el que la palabra tachada dice tantas cosas como su sustituta. Parra tiene noventa y siete años pero aún es demasiado joven para quienes no pueden comprender ni su ironía, ni su perpetua subversión, ni su carácter "profundamente democrático, liberal y ecologista desde mucho antes de que se pusiera de moda serlo y esquivo a cualquier militancia", como lo define el director de la revista The clinic, que se llama así porque salió a la calle en el momento en que el general Pinochet estaba detenido en un hospital de Londres y que en un momento dedicó un importante monográfico al poeta.

Parra nunca dejó de ser el innovador que quiso "construir una montaña rusa dentro de la poesía", pero tampoco el transgresor que decoraba las calles de Santiago de Chile, en los años cincuenta y junto a Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky, con los combativos murales quebrantahuesos, que eran una suma de recortes de periódico que al mezclarse dejaban ver la parte invisible de la realidad, que siempre le ha interesado por encima de todo a este indagador: "Responde sol oscuro / ilumina un instante / aunque después te apagues para siempre". La poesía de Nicanor Parra es contestataria, es politica y es sobre todo, como podrá comprobar cualquiera que la atraviese de lado a lado, una lucha feroz contra todas las limitaciones del ser humano, las espirituales, las intelectuales y las biológicas: "Qué es el hombre / Nada / si se le compara con el todo / Todo / si se compara con la nada: / Nacimiento más muerte: / Ruido multiplicado por silencio". Su receta teórica es breve, pero lo abarca todo, como podemos ver en uno de sus Discursos de sobremesa: "1% de inspiración / 2 de transpiración / & el resto... / suerte".

Al publicar, en 1972, sus Artefactos, que son poemas visuales, Parra pensó que su famosa antipoesía había llegado al límite; pero el golpe de Estado de los militares le puso en otro camino, que es el que emprendió en dirección contraria a Góngora, es decir, no "entre espinas crepúsculos pisando" sino justo al revés, y de ese descenso a la realidad más oscura, salen su Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, donde reconocía que "a pesar de que vengo preparado / realmente no sé por dónde empezar", pero advertía también, de manera más que simbólica: "pronto me podrán ver / nuevamente vestido de civil". Un camino similar al que siguieron sus Discursos de sobremesa. Lo admirable de Parra es que incluso en esas circunstancias siguió inventando, metiéndose a los rincones de cada cosa, sin acomodarse y sin caer en la repetición: en todo el diccionario no hay una palabra que resuma mejor su poesía infatigable que el sustantivo búsqueda.

En un país de poetas superlativos como es Chile, nadie duda que el nombre de Nicanor Parra va en la misma estantería que los de Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, del que en Also Sprathc Altazor dice haberlo aprendido "prácticamente todo (...) / incluidas algunas malas costumbres"; y Pablo Neruda, de quien se considera "algo + que parientes lejanos / pero bastante menos que hermanos siameses". En cualquier caso, de ellos heredó la seguridad en el poder de la poesía y un punto de arrogancia: "Escribo, / luego tú existes".

Sus obras completas & algo +, que es el título general que le ha puesto a los dos tomos de Galaxia Gutenberg, no se llaman así por casualidad: el extra que anuncia, por supuesto, se refiere a los objetos, las fotos y los collages que reúne su trabajo, dentro del cual la sola escritura no es suficiente; pero al mismo tiempo sugiere que la poesía que él inventó una y otra vez, es algo al margen, distinto, heterodoxo, original. Ese añadido, esa ampliación de los territorios de la literatura también ha sido galardonado por el Cervantes, que esta vez reconoce el valor de lo diferente. Nincanor Parra escribió un hermoso poema a su hermana Violeta que está lleno de versos que sirven para definirlos a los dos. ¿O acaso no es él también un "árbol lleno de pájaros cantores", alguien que escribe "como quien bebe una copa de vino" y a quien se podría decir, sin temor a equivocarse: "basta que tú los llames por sus nombres / para que los colores y las formas / se levanten y anden como Lázaro"? Qué gran noticia, que a Nicanor Parra se le haya metido el Cervantes en el apellido.

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