Prometí que pasado mañana colgaría la crónica del concierto, y pasado mañana se convirtió en hoy. Maravillas de la tecnología.
Quienes queráis verlo casi íntegro podéis hacerlo en el canal que Sonia ha creado en YouTube "Una noche de rock", con una calidad buenísima. Pero como hay un concierto en cada uno de los que estuvimos allí, aquí va el mio.
El concierto más raro y cálido de los tres que ya he visto. Raro desde las gradas, a ambos lados de los artistas, o como dijo Coque "bienvenidos a este interesante y particular auditorio", a las luces "quién anda ahí, algún yonki de la luz..." espetó Coque tras aguantar durante todo el concierto las subidas y bajadas de unos rojos y azules desangeladores. Pero ni la dureza de la luz, ni la rareza de la grada impidieron que Coque, Benjamín y Nico conectaran con el público como no lo habían hecho hasta ahora.
"La frikada", como la definió el autor de La hora de los gigantes, acabó con el público en pie escuchando el inédito de Benjamín, y posteriormente buscado y comentadísimo, "Lo contrario era María". Pero antes Coque se había subio, guitarra en mano, a las barandillas de la primera fila; antes había estrenado una canción, "El barco", y demostándose a sí mismo que "se puede tocar una canción en directo sin esperar tanto. Porque nada me da más placer que hacerlo hoy aquí". Antes tambibén acabaron Laura Gómez y Benjamín Prado recitando "por la esperanza de que no me olviden... con la esperanza de que no nos olviden.
Todo fue antes, porque comencé por el final. Pero al principio, y no por eso menos importante, arrancaron el concierto con una canción que me recuerda la primera maqueta que grabaron Coque y Benjamín en casa de Coque cuando aún estaban ensayando para el concierto de los Veranos de la Villa, la maqueta que nos regaló Benjamín en exclusiva, y por la que conocí a Coque, y hasta hoy. Caminos y Hasta el final.
Pero la de siempre dejó paso a un poema que se ha reinventado y se ha recitado solo tres veces. Viento Negro. Un poema que Benjamín leyó de una hoja de puño y letra de su chica, de María, y que casa a la perfección con el Punto Cero de Coque.
Y da paso a un "que se mojen las balas, que se detengan todas las factorias... porque voy a salir esta noche contigo", que recuerda al mejor Sabina, pero que también es el mejor Benjamin, autor de esa maravillosa letra. De esa y de la siguiente, Números Rojos. Lo he dicho ya, pero no me canso de repetirlo: la versión original es mucho mejor que la que acabó llevando Joaquín a su disco, y me reafirmo en cada concierto.
Como me sigo enamorando de la mejor canción de Coque, la canción "que me duele, pero me duele de emoción de que la cantes conmigo", como le dijo a Benjamín. Y sonó, y cantaron Berlín.
El inmigrante se está conviertiendo en poema fijo en cada concierto, y en cada uno Benjamín grita más y más "¿a cuál te pareces, !!!a cuál¡¡¡?
Nico Nieto dejó la guitarra para decirnos lo que ya sabemos y que aprendemos cada día, "que es necesaria la noche para ver las estrellas...". Y ese cambio de papeles desencadena la exhibición de multifunciones de los allí presentes. Al ritmo de "quiero volverte a ver" Benjamín tira de armónica, justo antes de ajustarse la guitarra y puntear la lectura de Coqe Malla, quien recita "doble o nada". Para dejar claro que en este concierto, como en la vida, "o lo aceptamos todo, o es que todo es mentira".
Lo aceptamos, y por eso Benjamín se atrevió a pedirnos que nos pusiéramos cómodos para leer uno de sus poemas más largos "Zoo", más de 5 minutos de lectura, acompañada por las guitarras de Nico y de Coque, quien hizo gala de su faceta de actor y deleitó a los presentes con un completo repertorio de gestos y caras, que acompañaban cada acorde que sacaba a su guitarra.
El paréntesis solo fue el comienzo del fin, que siguió con la letra más pintoresca y pelín canalla de Coque "se te está resbalando el pantalón"... Ovación, aplausos... para entonces el público se había dado cuenta de que ese concierto era distinto y había entendido lo que los dos artistas proponían. La gente se levantó de sus asientos, vitoreó, aplaudió y pidió otra con descaro.
Benjamín respondió homenajeando a Alberti con "lo mismo y lo contrario", antes de dar paso a aquel final que abría esta crónica. Un final que resume un gran concierto.
¡Gracias, maestros!
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