El domingo Benjamín prado escribía, en El País Semanal, un poema nuevo e inédito, en exclusiva, en el especial a Miguel Hernández, disfrutadlo:
Poesía Social, por Benjamín Prado.
Lo mismo que inventar es comprender
algo que aún no existía
y traducir lo oscuro al lenguaje de la luz,
leer su corazón
fue soñar un idioma sin la palabra usura,
sin miseria, injusticia, desigualdad, prohibido...
sin palabras que fuesen el veneno en el agua,
y la sal en la herida.
Si otros querían vidas análogas a un mundo
en el que el generoso es rehén del ingrato
y el fuerte hace culpable de su violencia al débil
y el embustero acusa
al engañado de querer saber,
él hablaba de libertad,
banderas,
equilibrio y razón.
Si decían que nada es verdad para siempre,
que todo se transforma con decirlo al revés,
del modo en que el azar se hace la raza
o el líder el redil
o el animal la lámina,
Miguel les contestaba que era posible un mundo
en el que se pudiese cambiar de dirección
sin cambiar de sentido
–como aviva,
como oro,
como radar,
como ala–;
un mundo con respuestas, más allá del pasado,
en el que cada vida no pudiese encerrarse
en un solo destino.
Leías a Miguel y en el espejo
de sus poemas, ya se reflejaban
todos los nombres de sus asesinos.
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