Le ha gustado Segovia a Benjamín Prado, hoy ha estado por la localidad de Cuéllar, y ayer estuvo en la Tertulia de los Martes, en la capital. Una presencia en un foro con solera y donde acudió a hablar de sí mismo, de su vocación, de su literatura... o así por lo menos nos lo cuenta El Adelantado de Segovia en su edición on line, y así nos lo narra Ana San Romualdo:
El impacto de la casualidad. Publicado en el Adelantado de Segovia.
Cuando tenía 17 años, entre Bob Dylan y Rafael Alberti le llevaron a la poesía. Con unos cuantos más, un editor insistente le ‘casi obligó’ a escribir su primera novela. Para Benjamín Prado (Madrid, 1961), autor de ya larga trayectoria, colaborador en diversos medios de comunicación y, últimamente en boca de muchos por su colaboración con Joaquín Sabina en el último disco del cantante, el impacto de la casualidad ha sido determinante en su carrera literaria y, por cómo habla, está convencido de que lo es también en la vida.
En conversación con este periódico, horas antes de participar en la Tertulia de los Martes (esta tarde estará en Cuéllar), Prado explicaba que cuando le presentan o leen su currículo “parece que tu carrera responde a un plan preconcebido, que todo es consecuencia de un proyecto, cuando muchas veces lo que más influye es la casualidad”.
Cuando tenía 17 años, el autor de “Mala gente que camina” llegó a casa, escuchó una canción de Bob Dylan en la radio “e intenté imitarla en un cuaderno; el lunes lo vio mi profesor de Literatura en el instituto y me dijo que si quería escribir poesía leyese ‘Poeta en Nueva York’, de García Lorca, y ‘Sobre los ángeles’, de Rafael Alberti, así que fui a una librería y compré el libro de Alberti”.
El libro lo compró un miércoles y el sábado se encontró a Alberti sentado en la barra de un bar. Fue el inicio de 14 años de amistad, de muchos viajes compartidos (no pocos de ellos a Segovia) y de una enseñanza: “De Alberti aprendí su fe en la importancia de la Literatura; para él no era algo de relleno, sino algo decisivo y que debe ser parte muy activa de la sociedad”, subraya.
“Hoy ya no somos así, pero aprendí que la Literatura es importante, que hay que tener fe en ella y que los escritores debemos estar en la sociedad, aunque no salgamos a la calle enarbolando ninguna bandera”, explica un hombre que afirma que nunca ha sido “persona de carnet , ni de partido, pero sí de tendencia, una persona de izquierdas”.
La casualidad también tuvo mucho que ver en el desembarco de Prado en la novela, después de años de escribir sólo poesía. “Un día estaba en mi despacho de Diario 16 y Enrique Burillo, editor de Plaza y Janés, se presentó para pedirme que escribiera una novela, porque había leído unas prosas mías que le gustaron; me invitó a comer para convencerme, y me ofreció el sueldo de un año para que me pusiera a escribir una novela, que yo pensaba que a lo mejor vendía 50 ejemplares, y vendió 50.000”.
A todos esos lectores que se acumulan desde entonces, Benjamín Prado les expresa su agradecimiento. “Son los que me permiten tener la fortuna de vivir de aquello que haría pagando, porque yo no tengo vocación de ninguna otra cosa, siempre es lo que he querido ser, y en cierta medida los lectores son tu jefe, porque son los que te mantienen”, concluye.
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