miércoles, 9 de noviembre de 2011

De tesoros recién desenterrados

Noviembre empieza como el mes de los muertos y en el número 736 de Cuadernos Hispanoamericanos, pese a que es del mes de Octubre, Benjamín Prado escribe sobre ellos, y sobre literatura, por supuesto. Un detalle de calidad en unos cuadernos de muchos kilates, que en esta edición cuentan con Santiago Roncagliolo, Reina María Rodríguez, Hugo Mujica, Ada Salas, poemas de Leopoldo María Panero, o Irene Zoé Alameda, entrevistas a Olga Lucas, José Luis Sampedro, puntos de vista de Juan carlos Abril, Julio Neira, Ramón Acín... así como una extensa "Biblioteca".

Yo os dejo con

Algunos muertos tienen mucho que escribir
Por Benjamín Prado en Cuadernos Hispanoamericanos nº736, Octubre 2011

En este mundo obsesionado hasta la extenuación por el futuro, el progreso y las novedades, es difícil encontrar un minuto para mirar atrás, y por eso el porvenir vive mejores tiempos que el pasado. Nos movemos en la superficie y a la carrera, olvidando, o no queriendo saber, que para que el tiempo sea de verdad oro hay que detenerse y cavar, y no queriendo o pudiendo entender en muchas ocasiones que renunciar a la historia es quedarse sin la mitad de la vida, que está compuesta por "un adelante, la acción; y un atrás: el recuerdo", como dice el psiquiatra y escritor Carlos Castilla del Pino en uno de sus Aflorismos, publicados ahora, a los dos años de su muerte, y en los que se reúnen sus pensamientos más espontáneos pero también más certeros, casi un millar de anotaciones que se amparan en una cita de Samuel Johnson elegida para explicar que el brillo y la profundidad son antagónicos pero no incompatibles y que la concisión es una victoria por lo que ahorra y una renuncia por lo que evita: "Tal vez un día el hombre, cansado de preparar, explicar, convencer, llegue a escribir sólo aforísticamente".

De momento, lo que sí sabemos es lo que ya ha pasado y ya se ha escrito, pero nunca del todo, porque libros como el de Castilla del Pino, preparado y prologado por Celia Fernández, logran que los autores desaparecidos puedan seguir manteniéndose en contacto con nosotros a rtavés de sus inéditos, a veces, como en este caso, porque dejaron lista alguna obra para su publicación, y en otras, como ha ocurrido últimamente con el Diario anónimo de José Ángel Valente y con la Correspondencia entre los novelistas Carmen Martín Gaite y Juan Benet, ambos aparecidos en Galaxia Gutenberg; o con el Epistolario inédito sobre Miguel Hernández, 1961-1971, que ha sacado la editorial Renacimiento y en el que se recogen las cartas cruzadas ente el crítico Darío Puccini y Josefina Manresa, la viuda del autor de Viento del pueblo. Leer todos esos libros no sólo nos permite conocer más acerca de esos escritores admirables, sino también conocerlos desde otro sitio, en este caso desde la intimidad, porque lo que ahora nos llega a los ojos no estaba hecho para la luz pública, sino para ser leído de puertas para adentro. Uno vulnera esa intimidad y aunque por una parte se sienta un extraño que partidipa de una fiesta a la que no había sido invitado, también tiene una sensación de privilegio y un sentimiento de cercanía.

Es una suerte que, a pesar de todo, aún estemos dispuestos unos a invertir su esfuerzo y su dinero en rescatar del olvido textos de esta naturaleza y otros a disfrutar de ellos como lo que son: un tesoro recién desenterrado.

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