jueves, 20 de enero de 2011

Arte y literatura

En la facultad a un profesor que nos mandaba a ver exposiciones de arte. Teníamos que hacerle una redacción de 40 líneas sobre la poesía de la exposición y un "afortunado" la leía al día siguiente en clase y se exponía a la valoración pública de sus compañeros y al escarnio del mismo profesor. Todos lo odiábamos, pero creo que el verbo está bien usado, fue en pasado.

Benjamín, en su artículo de hoy de El País, como cada jueves, reflexiona sobre lo que le apetece y como tantas veces la marea humana que formamos todos y cada uno de nosotros es objetivo de su literatura.
Tras el post del otro día, en el que retrataban a Benjamín mientras charlaba con el artista, hoy seguimos con el arte. Y más concretamente sobre el que hoy ha escrito, con motivo de la exposición de Eduardo Gruber en la Galería Evelyn Botella (a la que pertenece la imagen). Él sí ha encontrado la poesía de la exposición, él sí puede salir ahí y leernos su texto, o que nosotros lo leamos y lo valoremos.

Los héroes no tienen cara
Por Benjamín Prado. El País.

Todos los héroes son anónimos. Si se te ve la cara puedes ser una estrella o, como máximo, un ídolo, pero jamás un héroe, cuyo espacio natural es la niebla y cuyo único espacio posible es la distancia. Juan Urbano ha pensado eso esta mañana mientras miraba dentro de la galería Evelyn Botella dos cuadros del pintor Eduardo Gruber que se titulan Pioneros y Héroes. El último encierra 24 figuras borrosas que parecen posar para una fotografía sin rasgos visibles y rebajados por la bruma de la escena a la categoría de fantasmas, gente indeterminada que o bien se hunde en la oscuridad o aún no ha acabado de salir de ella, pero que en algunos casos tienen en la frente una luz misteriosa que los señala y los identifica: son héroes y por eso no importa quiénes son, sino lo que han hecho.

Me dice Juan que viendo ese cuadro hipnótico le ha parecido que era lo que son todas las obras sobresalientes, es decir, no una apuesta, sino una respuesta, en este caso a la vanidad de nuestras sociedades, tan acostumbradas a dividir a las personas en triunfadores y perdedores que últimamente, en lugar de admirar lo extraordinario, coleccionan lo vulgar y se han acostumbrado a los mitos rotos y las estatuas derribadas. ¿O no es esa la oferta que le hacen a sus seguidores la telebasura y ese patio trasero del periodismo del corazón que es el periodismo de las vísceras, tan presente en nuestras pantallas? "Pónganse cómodos", nos gritan, "y verán un desfile de ángeles caídos, celebridades venidas a menos, millonarios arruinados, prestigios abollados, familias en llamas, palacios con goteras, famosos sin éxito...". El horizonte que parecen vislumbrar los personajes del otro cuadro de Gruber, los Pioneros, cuyos ojos en blanco deben de estar cegados por lo que esperaban de un futuro en el que se empiezan a vislumbrar unos incongruentes perros blancos que ya son de otra época y se dejan ver a modo de adelanto del porvenir, resulta que ni era tan brillante ni tan digno de esa mirada llena de interrogaciones. Cuando esos trabajadores a punto de echar a andar desde los azulejos blancos en los que están pintados lleguen aquí y salgan a la calle Mejía Lequerica, descubrirán que no era oro todo lo que relucía, y que mientras ellos avanzaban algunos de sus derechos retrocedían. Bastará que lean el periódico para que lo entiendan.

Juan y yo vamos a salir del bar en el que nos hemos metido a tomar un café y antes de volver a casa entraremos una vez más en la galería Evelyn Botella para mirar de nuevo a los Héroes y los Pioneros de Eduardo Gruber, que son una llamada de atención sobre la realidad que vivimos, y que es tan poco resistente que resulta más fácil de ennegrecer que un vaso de leche en el que se dejara caer una gota de tinta. Me parece que si alguna gente va allí, igual también se le enciende una bombilla en la conciencia y consigue despertar mientras los mira.

1 comentario:

Cris M dijo...

Gracias Benjamin por estas observaciones. No tendré la oportunidad de ir a la galeria (vivo en Banfield, Buenos Aires, Argentina) pero, la lectura de tu nota ya enciende la conciencia.
Difícil es el recorrido que les espera a los pioneros del cuadro, y a nosotros, pobladores de este mundo cada día más precario, más precarizante, con mensajes subliminales (y no tanto) tan vacios (en todos los sentidos posibles)como la importancia de la fama-éxito-dinero.
Nos quedan los libros, las buenas historias, las buenas letras, las buenas músicas, las buenas fotos, los buenos cuadros, las buenas artes, y los espíritus inquietos ávidos de un "algo más".
Un beso desde estas latitudes,

Cris M