domingo, 15 de febrero de 2009

Eso no, vida mía...

Alguien dijo una vez que un poema de Benjamín era "uno de los poemas de amor más bonitos que jamás se habían escrito en lengua castellana". Ni sé quién lo dijo (se lo oí decir a Benjamín en Vallecas, pero sin revelar la fuente), ni sé de qué poema se trata (Benjamín solo comentó "jamás diré a qué poema se refirió").

En su libro Marea Humana tiene una serie de poemas que definen el tipo de "El enamorado". El que hoy recogemos es el III.

La grabación es del Concierto de Benjamín Prado en La Escalera de Jacob.


Benjamin Prado - Enamorado III
Urcloud.com
El enamorado. III.
Por Benjamín Prado. Marea Humana

Eso no, vida mía,
eso no voy a dártelo
yo que te lo doy todo.

Los abismos sin vértigo,
La luz sin quemaduras.
La pasión que es un tigre que salta un aro en llamas
Las mentiras hermosas como camaleones
que fingen el color de la verdad.

Eso no, vida mía.

Las sábanas que llevan a calabozos blancos.
Los triunfos que consisten en sumar dos derrotas.
La lealtad con heridas.
La paz entre cuchillos.
El corazón que exige una balanza.

Eso no voy a dártelo.

Yo que soy por ti el agua que regresa del hielo;
la roca que una nochhe despertó siendo estatua;
yo que te doy mi vida;
yo que quisiera darte hasta mi muerte;
eso nunca,
amor mío.


Eso,
no voy a dártelo.

6 comentarios:

Karmela dijo...

Los poemas del "Enamorado" de Marea Humana son preciosos, para leerlos una y otra vez. Me resulta difícil elegir uno que me guste más que otro.
¡Qué emocionante debe ser qué te dediquen un poema! Es un regalo para siempre, pase lo que pase.

Buen trabajo, Meadow. Un abrazo

Sonia Betancort dijo...

Pues hablando de "los abismos sin vértigo" se me ocurre dejar por aquí un poema que puede ser lo contrario o no, y que acabo de publicar.
Hoy te lo dedico a tí, Bejamín, porque en todo poema de amor hay una reinvención del otro.
Los versos quedan cortados, pero está la versión original en mi blog. Un beso
Sonia


CANCIÓN DEL ABISMO

Nadie me salva de mí.
Me veo inflamando un dolor
que me transfigura hasta enloquecer.
Así voy subrayando mi abismo,
trazando las líneas de su apabullante flagelo,
caída del hemisferio izquierdo del mundo,
como si me abandonara el disfraz del equilibrio.

Nada es suave en el mirarse,
ni siquiera el recuerdo
de unos zapatitos de charol,
el fácil discurrir de tu beso
en las solapas blandas de mi boca,
la puerta giratoria
en la que de pronto tuve miedo.

Una oruga indiscreta atraviesa mi necesidad.
Corro hacia mí, envuelta en mí
me convierto en un ser irresistible,
convocado por su desfiladero.
Soy tajo y cuenca,
la quebrada insuficiente de un campo
donde busco los rostros de mi corazón,
devueltos de mí en el peso de una piedra.

Por eso me invento un otro
que abre las puertas,
que descorre el telón,
que sostiene el escenario
o propone una calle cualquiera
desde la que saludo abiertamente al vértigo,
como si me atrapara una fotografía.

Invento a un otro que verifica el precipicio,
la desfiguración de mi propio abandono de mí,
la fosa ilimitada de mi debilidad.
Invento a otro que justifique mi insignificante derrota,
porque no soporto
que mi desvelo de ser todo
coincida irónicamente con la nada.

Sonia Betancort, "La sonrisa de Audrey Hepburn"

Marian dijo...

Paso por aqui a diario aunque no deje huella... Me encanta este poema, gracias por dejarlo.

Un saludo!!

Anónimo dijo...

¿Donde se pueden leer más poemas tuyos, Sonia? >Me ha encantado.

Anónimo dijo...

Me recuerda a "no te salves" de Benedetti.
También me gusta mucho
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Meadow dijo...

extraordinario poema... me ha llegado.

Gracias anónimo por traerlo hasta aquí!