viernes, 28 de octubre de 2011

Una de vida

Juan Urbano era más puntual que yo, lo reconozco. Él llegaba, cada jueves, a su cita y yo, en un intento de emularlo y homenajearlo llego, tarde, cada viernes. En esta ocasión, el texto que he escogido es más reciente y más terreno, más de los que más me gustan a mi, más ley de vida que ley de leyes, más nosotros y menos política, más filosofía y menos ellos. Y pese a todo encaja perfectamente a un mes de las elecciones. Creo que ya ocupó lugar en el blog, pero con él no me importa repetir.

Se prohíbe hacer lo que ya está hecho.
Por Benjamín Prado. El País 30/10/08

"Y quién no", se dijo Juan Urbano después de leer el titular de una entrevista en la que un físico que ha dedicado su carrera a estudiar la materia oscura del universo decía: "Llevo toda la vida buscando algo que no se ve". Tiene razón, porque la mayoría de las personas somos así, y a menudo pensamos que lo posible vale menos que lo probable, le damos la espalda a lo que tenemos para luchar por lo que no quiere ser nuestro y, muchas veces, a base de ser generosos nos convertimos en esclavos de los egoístas, cuyo viaje consiste en ir saltando de tonto en tonto hasta quedarse solos, porque ya se sabe que no se puede engañar todo el tiempo a todo el mundo.

Pero Juan Urbano pasó pronto esa página del periódico y se interesó por otra que demostraba que si empeñarse en lo irrealizable es bastante común, lo raro es lo contrario: prohibir que se haga lo que ya está hecho. Por eso era tan extraña, aunque fuese tan frecuente, la noticia de que un juzgado de Madrid había anulado la obra de la M-30, como si con esa orden los túneles y el asfalto sobre el que ruedan los coches fueran a desaparecer. No se alarmen: que algo sea a la vez extraño y frecuente es normal, y no tienen nada más que pensar en ustedes mismos y en la forma en que a veces se engañan o se confunden; o en mí, que en alguna ocasión también he creído desenterrar un tesoro mientras en realidad cavaba una tumba; o en la propia ciudad de Madrid, donde lo que ahora sucede con la M-30 ocurrió antes con el cierre de la colonia Marconi, la imposición de la tasa de vados, la ampliación de Mercamadrid, la ampliación del Plan General de Ordenación Urbana y la ampliación del Servicio de Estacionamiento Regulado, todas ellas disposiciones que también fueron anuladas por un juez cuando ya estaban hechas. Ya lo ven, la diferencia entre el teatro y la política es que aquí Romeo y Julieta primero se suicidan y después se enamoran.

Como tenía un día creativo, porque acababa de despertar de una pesadilla y tenía ganas de empezar a vivir de nuevo, o de recuperar su vida a fuerza de aplicarle ese método que consiste en correr hacia delante para recuperar todo lo que se había dejado olvidado atrás, cosas como la ilusión, el orgullo o la seguridad en sí mismo, Juan Urbano cerró los ojos y se puso a imaginar una sociedad en la que los juzgados tenían una máquina del tiempo que realmente podía corregir los errores y los delitos arrastrando el presente hasta el pasado, para resolver allí sus equivocaciones adelantándose a ellas. De pronto, cuadrillas de obreros municipales llenaron la ciudad y empezaron a demoler edificios y replantar parques, comenzaron a tirar bloques espantosos y a reconstruir casas históricas, y, en general, como sabían lo que iba a ocurrir en el futuro, ellos y los legisladores que los dirigían iban evitando los problemas, las injusticias y las equivocaciones.

Pero Juan también sabe que la realidad siempre gana, y que ese sueño hermoso que él forzaba en aquel instante por el puro placer de hacerlo, es el mismo que todos tenemos cada vez que nos damos cuenta de que hemos hecho algo mal y nos hemos metido en un callejón sin salida: nos gustaría volver atrás, no hacer lo que hicimos sino otra cosa y, de ese modo, fabricarnos un ahora mejor, más feliz, menos lleno de arrepentimientos, fallos y derrotas. No, las M-30 de la vida van a seguir ahí, porque lo hecho se puede deshacer, pero no eliminar; y las carreteras de verdad también, porque no hay juzgado en este mundo capaz de parar los relojes y conseguir que no se haga lo que ya está hecho. La ley es una ficción y, en ocasiones, parece que es una burla, o un montaje de cara a la galería.

Juan abrió los ojos y, por algún motivo, tuvo la impresión de que lo hacía por primera vez en años. Empezó a andar, alejándose de la plaza de Ópera, y de pronto sintió que, según caminaba, la energía regresaba a él; tanto que en un momento determinado, sin ninguna razón aparente, empezó a correr, y una sonrisa triste, pero al fin y al cabo una sonrisa, asomó en sus labios, y se sintió muy feliz al ver lo deprisa que avanzaba.

martes, 25 de octubre de 2011

Un inédito dedicado a Leonard Cohen

Ya se estaba echando de menos en este blog la poesía y el texto que el fin de semana pasada Benjamín Prado dedicó a Leonard Cohen, dentro de un especial sobre el músico poeta, con motivo de la concesión del Premio Príncipe de Asturias. Una vez más Benjamín y la música se unen, una vez más la poesía y la música se abrazan, una vez más, aquí tenemos a Benjamín contándonos cómo es para él, Leonard Cohen.
El salvoconduto.
Por Benjamín Prado. El Cultural

Conocí a Leonard Cohen en el año 2001, en un hotel de Madrid donde iba a hablar con él, por encargo de una revista musical, de su disco Ten new songs. Le gustaron tres cosas: que mi canción favorita fuese “Alexandra Leaving”; que le regalase un cd en el que le había grabado las dos interpretaciones en directo que Bob Dylan hizo de su canción “Hallelujah” y, especialmente, que en lugar de llevarle alguno de sus álbumes para que me los dedicara, le llevase uno de sus libros de poemas, La caja de especias de la tierra, y su novela Los hermosos vencidos. A mí de él me gustó todo.

Hablando con él de literatura, de música y de la vida en general, te dabas cuenta de que mintió dos veces cuando dijo que era un escritor que se hizo cantante al oír a Dylan y pensar que él también podía hacerlo igual de mal: la primera mentira es que Cohen canta imitando su propia voz, y de hecho cuando hablas con él parece que pudieras bailar lo que dice a ritmo de vals; la segunda está en el pasado del verbo: Cohen no era escritor, lo ha seguido siendo con o sin guitarra en la mano, en prosa o en verso, porque la raya de salida de todo lo que hace está en la poesía. Para cualquiera que intente escribir una canción que se pueda leer, Cohen no es una influencia, es una obligación. Si no tienes su sello, no pasas la frontera.

Cuando estábamos en Praga escribiendo las canciones de su disco Vinagre y rosas, Joaquín Sabina leyó en un periódico unos versos de la canción de Cohen “Everybody knows”, y se vino abajo: “Quememos todo lo que hemos escrito, porque jamás vamos a llegar a esto.” Y yo le contesté: “Al contrario, vamos a escribir una canción que le hubiera gustado escribir a Cohen.” Hicimos “Virgen de la amargura”, en la que se dicen cosas como: “La guerra ha terminado,/ yo vengo a arrodillarme ante tu cama./ Te rezan mil soldados / y el palacio está en llamas,/ tu general arría mis banderas, / las fieras entran en la catedral./ El rey murió en el campo de batalla,/ la reina se ha pasado al enemigo,/ yo no me cuelgo más que la medalla/ de no saber contar menos contigo.” No sé cuánto nos acercamos al maestro, pero él está dentro de esa canción.

Mientras conversábamos en aquel hotel de Madrid, Cohen me pedía que encandiera cigarrillos y se los pasara cuando no lo vigilaban sus ayudantes, que no le dejaban fumar, y me contaba alguna historia que hubiera detrás de cada una de las canciones o una conversación con Dylan en París, en la que él le explicó cuánto había tardado en escribir “Hallelujah” y el otro le respondía que él en componer “I and I”, que a Cohern le había interesado mucho, gastó “unos 29 minutos”. Y luego le regalé un par de libros míos traducidos al inglés y nos hicimos una foto juntos. No me hace falte mirarla para ver la manera en que ese hombre vestido de negro brilla con todos los colores de este mundo. O sea, que es idéntico a todo lo que escribe.

Segunda Carmela

Carmela, nunca mires
las lágrimas en blanco del hipócrita.
No permitas a nadie reemplazar
tu vida por la suya.
No eches de menos cosas que no puedan volver.

No hables con los que creen que sobran las palabras.
No mezcles los recuerdos con los planes.
Cuenta a los otros sólo lo que sean
capaces de callar.
Escucha a los que advierten, huye del que amenaza.
Recuerda que tendrás que correr mucho
para poder salir de la carrera.

No sueñes al dictado.
No sigas las campanas.
No preguntes por gente que esperas que te olvide.

Carmela, este poema sólo quiere un final:
Han pasado los años; hace mucho que el viento
aúlla como un lobo transparente
en mi casa vacía,
y una noche,
en un lugar donde alguien
nada en el mar o alguien cava en la nieve
igual que si buscase el corazón del frío,
piensas en mí
y acabas esta historia:
-Tal vez de algunas cosas me arrepienta
pero no me avergüenzo de ninguna.

Escribe tú eso entonces y yo seré hoy feliz.

viernes, 21 de octubre de 2011

Ojalá

Por no acudir puntual a la cita del jueves, la actualidad me dicta el tema. Ojalá no volvamos a leer una opinión así de Benjamín Prado, ojalá Juan Urbano no tenga que volver a dedicarle una gota de tinta a quien abrió las compuertas de la sangre, inundó el país de lágrimas y encapotó el cielo con nubarrones. Ojalá no volvamos a los atentados. Ojalá para hablar de ETA tengamos que usar siempre el pasado. Ojalá.

Arte explosivo
Por Benjamín Prado (10/02/2005) El País

ETA presentó ayer su última obra en Arco. La instalación, titulada Argumentos, ha sido montada por sus creadores en las cercanías del recinto ferial, en la calle de Ribera del Sena, a la entrada del Campo de las Naciones, y consta de un coche dinamitado que, según la crítica, pretende producir en el espectador una sensación de vértigo, lograda mediante una elaborada combinación de caos y equilibrio -el equilibrio momentáneo de dos trenes que chocan, según dicta el verso del poeta vanguardista César Moro- y que con su propuesta rupturista sigue la senda de creadores experimentales como el doctor Gunther von Hagens, quien muestra en sus controvertidas exposiciones cadáveres plastificados; el escultor Anthony Nelly, famoso por modelar sus obras en cuerpos robados de los cementerios; o el novelista William Burrougs, que expuso en una ocasión una serie de cuadros a los que había disparado con una escopeta de caza.

Argumentos, según sus defensores, es un ejemplo indiscutible del llamado arte participativo, ya que al procederse a la explosión del vehículo en una zona urbana y por sorpresa, en primer lugar se obliga al público a participar, quiera o no quiera, en la performance, lo que supone una revolución del concepto de publicidad y captación de clientes para el mundo de la cultura, y en segundo lugar, se transforma a quienes observan la obra en una parte de ella, dado que al producirse la detonación, algunos de los cristales y fragmentos metálicos del Renault 19 reventado se incrustan en su piel: así, con ese sencillo truco, los damnificados pasan de sujetos pasivos a activos, lo que contribuye a su formación intelectual. "Los hierros retorcidos son un tipo de lenguaje", dice el especialista en la materia Onalgo Artegui, "que representan el idioma de la confusión, un vocabulario del miedo que, al unir unas letras a otras, forma alambradas". A su vez, los artificieros de la policía, los enfermeros del Samur, las sirenas, las cañerías rotas, los perros adiestrados, las ambulancias, los camiones de bomberos y los hospitales de campaña que acompañan a todo suceso de esta naturaleza, se vuelven actores y decorados de una especie de representación teatral que quiere poner de relieve la relación interdisciplinar del arte y la literatura. Como se ve, la voluntad educadora de los forjadores de esta pieza es total.

Los materiales necesarios para la elaboración de Argumentos son, además del automóvil en cuestión -que debe ser robado para simbolizar de esa manera el derecho de los artistas a apropiarse de los bienes que lo rodean-, 30 kilos de dinamita, unas matrículas falsas que suplantan a las originales, lo cual expresa la condición intercambiable de los mitos del capitalismo, y un mando a distancia que actúa como metáfora del desprecio que los integrantes del grupo ETA sienten por los personalismos, ya que desde el comienzo de sus actividades han defendido un anonimato cuyos fundamentos resultan obvios: no somos nadie, con lo cual podríamos ser cualquiera. Esa táctica produce una interesante sensación de intranquilidad entre los ciudadanos, que así se mantienen alerta.

Los visitantes de Arco podrán comprobar a partir de hoy este perturbador montaje de ETA cuyos fines didácticos son evidentes y que ha logrado, una vez más, centrar toda la atención del país en un fenómeno que lleva 30 años acumulando primeras planas, hasta el punto de convertirse en parte del desayuno tipo de los españoles, compuesto de café con leche, magdalena y País Vasco. Todo un fenómeno.

En cuanto a los Juegos Olímpicos del año 2012, sin duda la elección, por parte de ETA, de la capital de España como escenario de sus actividades contribuirá a que la candidatura de Madrid gane enteros en los foros internacionales. Hay que ver cómo es esta gente, siempre pensando en el desarrollo general del país. A fin de cuentas, ¿qué representa Argumentos, sino una llamada a la multiculturalidad y el diálogo constructivo, motores imprescindibles de toda actividad intelectual?

Los ideólogos de la provocativa escultura han manifestado que seguirán esta línea de cara al futuro y que están bastante satisfechos con la instalación de Argumentos, pero no del todo: a ellos les hubiese gustado añadir un poco más de rojo, su color favorito. Otra vez será.

domingo, 16 de octubre de 2011

A casa das duas línguas

Que o portugês e o espanhol seam duas línguas diferentes nao explica a distancia que há entre eles, ao menos no mundo da literatura...

Quien así escribe, o mejor dicho, a quien así se lee es a Benjamín Prado en el texto que cada mes escribe en Cuadernos Hispanoamericanos, la revista que dirige. Una revista que en su número 735 está dedicada a la literatura brasileña hoy / Literatura brasileira hoje. Y por ello, en esta ocasión, y por primera vez en todos los números que hemos comentado en este blog, la revista se puede dividir en 2 mitades iguales, pero en distinto idioma, la parte castellana, y la parte en portugués. Los autores que escriben son los mismos: Nélida Piñón, José Manuel Cabello Bonald, Lêdo Ivo, Ferreira Gullar, Joao Almino, Vicente Araguas, Henrique Bastos, Rolando Correia de Brito, Xavier Frías Conde, Adriana Lisboa, Norma Sturniolo.

Una bilingüísmo que aporta, y enriquece a dos culturas llamadas a entenderse. Recomendable, como siempre.

La casa de los dos idiomas
Por Benjamín Prado. Cuadernos Hispanoamericanos nº735.

Que el portugués y el español sean dos idiomas distintos no explica la distancia que hay entre ellos, al menos en el mundo de la literatura: el inglés, que es más lejano, está mucho más cerca, y no hace falta más que entrar en una librería para comprobar cuántos autores norteamericanos publican nuestras editoriales y qué pocos brasileños o portugueses. En cualquier caso, la lengua no puede separar lo que unen la cultura, la historia y la geografía, y por eso preparar un número de Cuadernos Hispanoamericanos dedicado a Brasil es a la vez un acto de pura justicia y de simple lógica, y también que se haga, por primera vez en los casi ochocientos números de nuestra revista, en edición bilingüe. Pero que una cosa sea verdad no significa que no pueda serlo también la contraria, y por eso tampoco le faltaba razón a José Saramago cuando decía que todo español culto tendría que obligarse a leer en portugués la poesía de Fernando Pessoa o, al otro lado del Atlántico, la prosa de Jorge Amado: da gusto hacerle caso para oír, por ejemplo, la música original de estos versos de Manuel Bandeira: "Assim eu quereria o meu último poema. / Que fosse terno dizendo as coisas mais simples e menos intencionais / Que fosse ardente como um soluçosem lágrimas / Que tivesse a beleza das flores quase sem perfume / A pureza da chama em que se consomem os diamantes mais límpidos / A paixao dos suicidas que se matam sem explicaçao".

A pesar de todo, los buenos lectores tendrán en sus bibliotecas, sin duda, algún libro traducido de Amado y de Bandeira; o de Mário de Andrade, tal vez su novela Macunaima; del extraordinario Machado de Assis, probablemente su Quincas Borba o sus Memórias Póstumas de Brás Cubas; de Clarice Lispector, cuyas novelas La pasión según G.H. y La Hora de la estrella triunfaron en nuestro país; de Dalton Trevisan, Guimaraies Rosa o Rubem Fonseca, que tiene numerosos seguidores ente los aficionados a la novela negra; o conocerán a Joao Ubaldo y su Viva o povo brasileiro. Y en poesía, desde luego, no pueden faltar, entre otros, Haroldo de Campos, Joao Cabral de Melo Neto, que pensana que "el que vive incomoda con su vida al silencio", Mário Quintana, que soñó con crear "un poemacomo un trago de agua bebido / en la oscuridad"; o Carlos Drummond de Andrade, cuyo corazón era tan pequeño que no cabían en él sus desdichas: "Nao, meu coraçao nao é maior que o mundo. / É muito menor. / Nele nao cabem nen as minhas dores." O el ingenioso Vinicius de Moraes, siempre a caballo entre la poesía y la música y capaz de definir el güisqui como el "mejor amigo del hombre: un perro embotellado." Y, por supuesto, también habrán tenido entre las manos las obras de los dos clásicos vivos de la literatura brasileña, que colaboran en estas páginas, los maestros Ferreira Gullar, cuyo Poema sucio ha alcanzado la categoría de mito y de quien José Manuel Caballero Bonald dibuja aquí un retrato majestuoso, y Nélida Piñón, a quien Carlos Fuentes atribuye, en su libro La gran novela latinoamericana, haber conseguido con su célebre República de los sueños completar el círculo de la imaginación cervantina.

Para preparar este número de Cuadernos hispanoamericanos hemos citado a algunas de las firmas más sobresalientes de la literatura brasileña actual, algunos como Ledo Ivo ya muy conocidos en España; otros que llegarán pronto como Adriana Lisboa, y una serie de promesas notables como lo son el resto de los narradores y poetas que forman la pequeña antología que ofrecemos aquí, y para cuya elaboración hemos contado con la ayuda y el consejo del profesor Vicente Araguas, que además, coordinó el equipo de especialistas que aquí analizan el estado cultural de este país asombroso cuya sola mención llena de evocaciones a quien escucha su nombre: Brasil, samba, Río de Janeiro, bossa nova, Sao Paulo, el río Amazonas, sus selvas, la cataratas del Iguazú, Corcovado, la playa de Ipanema, la montaña Pao de Açucar... Ni que decir tiene que esas maravillas no son sólo las más sonoras de un país del que Pablo Neruda dijo que despertarse en él era "como vivir dentro de un diamante", ni explicar que estas páginas son nada más que la primera parte de un futuro en el que Cuaderos Hispanoamericanos volverá a ser la casa de los escritores de Brasil, como lo es de los de toda Latinoamérica. No podía ser de ninguna otra forma.

viernes, 14 de octubre de 2011

Oficios curiosos y voces increíbles

No es martes, sino viernes, pero aún no habíamos tenido tiempo de abrirle la puerta a la radio y a la colaboración semanal de Benjamín Prado en Hoy por Hoy. Una colaboración que, como siempre, es doble, y en las que aporta su estilo particular, sus pinceladas de escritor amante de la música.

En un primer audio oiremos cómo Benjamín Prado y Carles Francino hablan con dos escritores con oficios peculiares, el sepulturero Francisco Belmonte y el piloto Antonio Cabanas. Y cómo, además, se conecta con el paraninfo de la Universidad de Salamanca donde se celebra el 75 aniversario del incidente entre Unamuno y Millán Astray del "vencer no es convencer", que contará con Pablo de Unamuno leyendo el discurso de su abuelo.

Escuchadlo... o leed las píldoras que destaco más abajo.


Francino. "Para escribir no hace falta centrarse en el oficio para ser bueno". Benjamín: "Hay escritores que han tenido profesiones raras de las que luego nos hemos beneficiado todos los lectores. Es muy importante que Dickens trabajase en una fábrica de betún, que Bukosvky fuese cartero, porque sus novelas hablan de esa ciudad que iba conociendo, y William Faulkner también fue cartero, trabajadores de Olivetti como Javier Tomeo , o Saint Exupery era aviador, como algún otro que vamos a ver esta mañana".

Antonio Cabanas, piloto: "El cielo siempre te invita a soñar".
Francisco Belmonte, Peter Cock, es su seudónimo, y enterrador su profesión.

Benjamín: "Conocí a Francisco en el cementerio de San Justo estaba haciendo algo para la televisión en el rincón donde están enterrados escritores ilustres como Ramón Gómez de la Serna. Le conocí y me pareció curioso traerle aquí para que nos contase su historia".

En el segundo audio la entrevistada es Rebeca Jiménez, una cantante (que tiene una voz en conversación, increíble) que empezó girando con Quique González, y que ahora trae su segundo disco, "Valiente", en el que cuenta hasta con la colaboración del grandísimo Carlos Tarque. Su actuación en directo pone punto seguido al post. No os la perdáis.


"El disco transmite una convicción estupenda. Cuando la oígo escuchar pienso en Luz Casal, Aurora Beltrán... e incluso Janis Joplin". "Miguel Ríos los cría y ellos se juntan. Ella se ha unido a Carlos Tarque, menudo lujazo".

jueves, 13 de octubre de 2011

Otra vez - otra vez - otra vez - otra vez

Vamos a hacer un prueba. Leed este artículo de Juan Urbano, y después, en comentarios, poned de qué año se trata... a mi me resultaría imposible acertar (salvo que supiese lo de la Warner). Debe ser que el punto de vista del hombre de a pie ha variado poco y el de los políticos, nada.

Políticos y norias
Por Benjamín Prado. El País

Juan Urbano tenía cerebro de poeta; no corazón, pero sí cerebro, y ése era, sin duda, el motivo por el que siempre estaba comparando unas cosas con otras y recurría a continuas metáforas para intentar explicarse el porqué de los cómos, los cuándos y los dóndes que le deparaba la vida. No es que lo hiciera a propósito, sino que las imágenes, las conexiones y los por ejemplos se le venían encima igual que una luz y, una vez en él, no dejaban de darle vueltas a la cabeza lo mismo que si fueran sus satélites. Por ejemplo, algunos ministros y alcaldes del PP le hacían pensar en una noria, no en una de las que andan, sino en una de esas que se paran de pronto, llenas de pasajeros, en mitad del cielo alborotado de un parque de atracciones, como había ocurrido hacía poco en el de la Warner Bros. en Madrid. La cosa, tal y como él lo veía, era muy sencilla: el político equis era la noria y los viajeros atrapados éramos todo el país; el ministro daba con su voz impermeable un discurso que sonaba a traqueteo de tren de mercancías y cuyo resumen era otra vez-otra vez-otra vez-otra vez-otra vez, y los ciudadanos se quedaban como suspendidos a 40 metros del suelo en esa monotonía de números, balances y tantos por ciento que emanaba del ministro y daba la impresión de tener tanto que ver con la oratoria como una apisonadora con el ballet. En el último debate sobre los Presupuestos, el líder de la oposición había cavado un agujero negro en el tachín-tachín del ministro de Hacienda hablándole del precio imposible de la vivienda, la inseguridad ciudadana, la precariedad de la educación, el fraude fiscal y la crisis económica, y el ministro se defendió con tres o cuatro y ustedes más y un largo otra vez-otra vez-otra vez-otra vez-otra vez. Y los ciudadanos, como en la noria de la Warner Bros.

Juan Urbano cogió un papel y empezó a apuntar lo que él le habría dicho a ese ministro o, si se terciara, al alcalde de la ciudad y, de inmediato, se vio en la tribuna de oradores del Congreso, dirigiéndose a los diputados, con la mano izquierda en el bolsillo en señal de aplomo, un bolígrafo acusador en la otra y mirada de estadista, ahora van a ver, no saben lo que les espera, atrevánse a discutir el punto de vista del hombre de a pie.

-Y para terminar, le voy a hacer unas preguntas, señor ministro, señor alcalde, señor presidente del Gobierno. Preguntas sencillas, de esas que se le ocurren a cualquiera. Le voy a preguntar por qué España es el país de la OCDE que menos fondos destina a la sanidad; por qué en Madrid cada vez se cierran más hospitales mientras los enfermos se mueren en los pasillos de la Seguridad Social o sufren listas de espera de ocho meses; por qué los médicos de cabecera no se atreven a recetar a sus pacientes casi nada que valga la pena porque ustedes les exigen que ahorren más y más; por qué muchas farmacias no quieren despachar medicamentos como el Glivec, necesario para combatir la leucemia, porque la presión fiscal a que ustedes le someten les hace perder dinero al venderlos, aunque el Estado ganó en el año 2001, por ese concepto, 180 millones de euros. Por qué no hay en la ciudad residencias geriátricas públicas para casi nadie. Por qué España es el segundo país de la Unión Europea en fracaso escolar y por qué, ahora mismo, hay 1.400 alumnos estudiando en barracones incómodos, peligrosos e indignos. Por qué el 70% de los nuevos contratos que se firman en Madrid son por menos de tres meses. Por qué basta con darse una vuelta por Madrid de madrugada para ver que la palabra prostitución cada vez se parece más a la plabra esclavitud y que muchos inmigrantes son explotados de manera vergonzosa por negreros que les pagan con una mala comida y un jergón 14 horas de trabajo a pie firme, como vendedores ambulantes. Por qué la criminalidad aumenta mientras el número de policías y las políticas sociales disminuyen. Finalmente, por qué no se agotan los presupuestos para curar las heridas de Madrid pero el alcalde, según dicen, se gasta 384.000 euros de su cuenta restringida en quién sabe qué.

n Urbano salió de su trance victorioso, coaccionado por todos, con un país resuelto a sus espaldas. Al volver a la realidad, puso la televisión y volvió a ver al mismo ministro o alcalde de Madrid, diciendo lo de siempre, 'bla, bla, bla, bla' y otra vez-otra vez-otra vez-otra vez-otra vez. Juan se quedó colgado en el discurso, igual que en una noria.

sábado, 8 de octubre de 2011

El lápiz rojo de Borges

El otro día opinaba del nuevo disco de Amaral, y hoy, un sábado más (ojalá y se haga tradición), aunque esta vez en Tribuna de El País, escribe un completo, interesante, documentado y muy profesional texto sobre los plagios, copias, continuaciones, tributos... de muchas de las grandes obras, a raíz de la prohibición de la publicación de un remake de El Hacedor de Borges. Es un tema complejo, pero Benjamín nos lo explica claro y documentado, lo cual se agradece y se nota.

Cómo tachar un libro con la mano de Borges
Por Benjamín Prado. Tribuna. El País

La polémica que acaba de enfrentar a los herederos de Jorge Luis Borges con el escritor Agustín Fernández Mallo, al que han forzado a retirar del mercado un libro, El hacedor (de Borges), Remake, en el que recreaba el célebre relato en prosa y verso del autor de El Aleph, pone de nuevo sobre la mesa una pregunta antigua: ¿dónde acaba en estos casos el homenaje y empieza la apropiación indebida?
Los abogados de María Kodama, la viuda de Borges, tenían tan clara la respuesta que tras una llamada suya, la editorial Alfaguara ha retirado de la circulación la obra de Fernández Mallo, pero mientras las puertas de las librerías se cierran, las interrogaciones vuelven a abrirse: ¿hasta qué punto se pueden retomar los personajes o las historias de otros para crear las propias? Bertolt Brecht hizo una secuela de El buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, titulada Svejk en la II Guerra Mundial. Ezra Pound publicó docenas de poemas en los que parafrasea a Dante, Propercio, James Joyce, Baudelaire, Yeats, Lope de Vega o Confucio. Y a Cervantes le salieron discípulos e imitadores de toda clase, desde el impostor que firmaba como Alonso Fernández de Avellaneda y que publicó en 1614 un falso Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, hasta el propio Borges, autor de Pierre Menard, autor del Quijote; pasando por Andrés Trapiello, que imaginó en Al morir don Quijote la vida de algunos personajes de la novela tras la desaparición de su protagonista, y hasta es posible que por el mismo William Shakespeare, que según algunos investigadores escribió junto a su amigo John Fletcher un drama titulado Cardenio que se inspirada en uno de los secundarios de la obra maestra de Cervantes, cuya primera parte había leído porque fue muy pronto traducida al inglés, y que se llegó a representar dos veces en Londres, poco antes de que el manuscrito desapareciera en un incendio. ¿Si hubieran existido los teléfonos en 1613, los abogados de Cervantes habrían llamado a los de Shakespeare para exigirle que el telón del teatro Globe cayera como una guillotina sobre aquella farsa?

El ejemplo de Cervantes explica que no es lo mismo que te sigan Shakespeare o Borges a que lo haga el oportunista Avellaneda. William Thackeray escribió, además de La feria de las vanidades y Barry Lyndon, una secuela del Ivanhoe de Walter Scott, titulada Rebeca y Rowena, y un autor portugués llamado Alfredo Possolo Hogan, que era contemporáneo de Alejandro Dumas, una continuación barata de El conde de Montecristo llamada La mano del muerto. Dos notables narradores como Peter Ackroyd y Brian Aldiss se atrevieron a seguir el Frankenstein de Mary Shelley en Diario de Victor Frankenstein y Frankenstein encadenado, pero otros tres mucho menos de fiar, Alexandra Ripley, Katherine Pinotti y Donald McCaig, tuvieron el valor de seguir Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, en Scarlett, Los vientos de Tara y Rhett Butler. Y un nieto de Bram Stoker quiso emular a su abuelo en Drácula: el no-muerto.

Son solo unos cuantos ejemplos que demuestran que todo tiene sus matices. En España, la editorial 451 promueve una serie de volúmenes colectivos en los que autores como Ángela Vallvey, Isaac Rosa, Lorenzo Silva, Luis Sepúlveda, Antonio Orejudo, Juan Bonilla, José Ovejero, Alicia Giménez Bartlett, Juan Madrid, José Carlos Somoza o Jesús Ferrero, entre otros muchos, han recreado desde Las mil y una noches y los Artículos de Larra hasta el Poema de mio Cid. Y, en Gran Bretaña y en el otro extremo de esta cuestión, el sello Quirk Classics se dedica a transformar los clásicos en literatura-basura. Entre sus volúmenes de más éxito, algunos de los cuales han sido traducidos a nuestro idioma en la editorial Umbriel, se cuentan Sentido y sensibilidad y monstruos marinos y Orgullo y prejuicio y zombis, en las que los personajes de Jane Austen son devorados a la orilla de los lagos por pulpos asesinos o se dedican a cazar seres de ultratumba. Incluso se han atrevido a convertir en robot a la Ana Karenina de Tolstói, transformada en Andoide Karenina, y a alterar La metamorfosis de Kafka en The Meowmorphosis, algo así como La miaumorfosis, en la que se cuenta cómo Gregorio Samsa despierta una mañana convertido en un adorable gato doméstico. Los autores de esa colección usan seudónimos, pero se rumorea que uno de ellos, el que firma como Coleridge Cook -el cocinero de Coleridge- es un escritor muy famoso.

Fernández Mallo escribió El hacedor (de Borges), Remake a partir de las ideas que le sugería la lectura de El hacedor, e incluyó en su texto algunos fragmentos literales del original, algo que sin duda puede ser tan discutible como cuando Leon Garfield acabó El misterio de Edwin Drood, la famosa novela de misterio que había dejado a medias Dickens, o Robert B. Parquer escribió el final que le faltaba a La historia de Poodle Springs, de Raymond Chandler, o un hijo de Hemingway editó la novela inconclusa de su padre, True at First Light, reduciendo sus casi 900 páginas a poco más de 300. Pero una cosa es que se comparta o no su manera de agasajar a Borges, o que lo hiciese con más o menos fortuna, y otra que se le pueda impedir hacerlo y, de esa forma, dar a entender que el tributo es un plagio, cosa que podrá ver que no es cualquiera que lea los dos libros.

En el fondo del problema hay un conflicto que va más allá de Fernández Mallo y los propietarios de los derechos de Borges: ¿hasta dónde tiene que llegar el poder de los dueños de un legado literario? Por una parte, en España, como en casi toda Europa, los descendientes de un escritor pierden los derechos de sus obras pasados 70 años de su muerte, cosa que no le ocurre a los de un banquero o una duquesa, por ejemplo, cuyos bienes nunca van a pasar al dominio público aunque se trate de un cuadro de Goya, de Velázquez o de El Greco, o de un palacio neoclásico. Y eso, sin duda, es un agravio comparativo.

En la otra orilla del asunto, mientras los propietarios de los derechos de un escritor poseen el control de su obra, pueden ejercer la censura sin límites y, entre otras cosas, evitar que se publiquen ediciones críticas de sus libros, que se haga pública su correspondencia o que se representen sus obras en un teatro si el montaje no es de su gusto, algo que aquí ha ocurrido, por una u otra razón, con autores del nivel de Valle-Inclán, Alberti, García Lorca o Pedro Salinas. En este caso concreto, los límites están claros: los dueños de la obra de Borges han ido mucho más lejos que él, que no hizo nada contra Guillermo Cabrera Infante ni contra el narrador argentino Fogwill cuando uno y otro publicaron, respectivamente, una imitación del epílogo de El hacedor, en su libro Exorcismos de esti(l)o, y una parodia erótica de El Aleph, convertido en Help a él.

Sin duda, María Kodama, quien por otra parte defiende y propaga desde hace tanto tiempo y con una perseverancia tan admirable la obra de su marido, tendrá sus razones y sus argumentos para actuar del modo en que lo han hecho sus abogados, pero seguro que le habrá inquietado hacer que se ponga la palabra prohibido en la portada premonitoriamente negra del libro de Agustín Fernández Mallo. A Borges no le hubiera gustado tener ese lápiz rojo entre los dedos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Amaral y Benjamín


Bob Dylan, Pereza, Coque Malla, Joaquín Sabina... Las asociaciones musicales de Benjamín Prado son variadas, porque una vez quiso escribir algo de lo que no se avergonzase de enseñarle al primero, porque se subió al escenario para ser el tercer Pereza, porque hizo una gira irrepetible e increíble con Coque Malla, porque escribió canciones primero, un disco después, con su "hermano" Joaquín...

Y por todo ello acabó recalando en Hoy por Hoy para acercar, cada martes, la actualidad cultural, desde el prisma de los libros y desde el de la música. Desde ese altavoz habló del último disco de Los Secretos, del musical Más de cien mentiras, y del disco de Amaral.

Y de todo aquello, a lo que nos ocupa hoy, al programa especial de los conciertos de Radio3 de Rtve. Un lujo de programa con dos partes. Una primera, la entrevista con Ángel Carmona en la que participa Benjamím y luego... el concierto...

No merece la pena perdérselo... Ni el disco, ni el concierto. Del primero Benjamín Prado opina que "Yo a las canciones de Amaral le veo un melodramatismo que me gusta mucho, que sean tan mentirosas, tan emocionantes creo que le van muy bien a la manera de cantar de Eva y de tocar de Juan"."Me gusta que el disco tenga 12 canciones, el otro día escuché el de los secretos y era igual, parece que se va pasando el que los discos tengan que durar 90minutos. Así son más cortos y vuelven a empezar antes".

Del segundo, del concierto, vosotros mismos...

En este caso no sé insertarlo en el blog, pero en un clic sobre el siguiente vínculo lo estaréis disfrutando:

http://www.rtve.es/radio/20111005/amaral-presenta-hacia-salvaje-programa-especial-conciertos-radio-3/466244.shtml

jueves, 6 de octubre de 2011

Vuelve Juan Urbano

De aquí no se había ido nunca. Hemos heredado su legado y lo vamos a defender de quienes nos han privado de que hoy, jueves, volvamos, como cada mañana, a disfrutar de un artículo inédito de Benjamín Prado. En este blog, en facebook, en Twiter, me he encontrado con mucha gente que echa de menos a Juan Urbano y a los que creen que con esta decisión, en nombre del dinero, hemos dado dos pasos hacia atrás, y no para coger carrerilla, sino para alejarnos de la cultura.

Por eso, cada jueves, aquí, en el blog que hace más de tres años arranqué para difundir y admirar la obra de Benjamín, aquí, que ningún capital puede callar la voz de las palabras, aquí, cada jueves, podréis leer un texto de Juan Urbano.

Y para celebrarlo, por todo lo alto, rescato un artículo que, según la página digital de El País, recibió en su día, allá por el año 2007, 247.939 votos de los lectores. Y leyéndolo te das cuenta de dos cosas: ni debió ser casualidad, ni El País debía haber echado a Benjamín de sus páginas. Solo alguien como él, comprometido con la dignidad literaria, podría escribir un texto que es, eminentemente, atemporal. Por eso volvemos al 13 de diciembre de 2007 y nos encontramos como en casa. La de quienes disfrutan leyendo.

Tiempo líquido miedos sólidos.
Por Benjamín Prado, en El País.

Vivimos un tiempo líquido, le dijo desde las páginas de su último libro el filósofo polaco Zygmunt Bauman, en el que ya no hay valores sólidos sino volubles; en el que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, casi sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como la renuncia al pensamiento, la separación del poder y la política en un mundo en el que el verdadero Estado es el dinero y, entre otros dramas, la renuncia a la memoria, puesto que "el olvido se presenta como condición del éxito".

Y todo eso nos exige que seamos "flexibles", dice Barman, usando una palabra a la que si, en ese contexto, se le hiciera una radiografía, se vería que lleva dentro otra: cínicos.

Juan Urbano leyó atentamente esa obra, Tiempos líquidos (Vivir en una época de incertidumbre) y después, para probar sobre el terreno lo que había aprendido en ella, se fue a pasear por el centro de la ciudad.

Bauman dice que todas las ciudades de hoy son la capital del miedo, lo cual es una paradoja, puesto que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior y hoy ya no son un refugio, sino la fuente esencial de esos mismos y otros peligros. Juan pensó que estaba de acuerdo y que las grandes ciudades tendrán nombres distintos, pero uno de sus apellidos siempre es el mismo: inseguridad.

Por eso ahora todas ellas parecen trincheras, o zonas de guerra, están llenas de accesos infranqueables, guardas de seguridad armados, controles, arcos detectores de metales, puertas blindadas, alarmas, cámaras...

Y todos nosotros, convertidos en ciudadanos "adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella", lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a "normalizar el estado de emergencia".

Caminando por el barrio de Maravillas, Juan Urbano recordó todo lo que había leído en el libro y, al pasar por algunas plazas y calles a espaldas de la Gran Vía, también se acordó de que Bauman habla de una de las consecuencias de esa obsesión por defenderse del peligro, que es la creación de mundos paralelos y áreas en sombra, que unas veces son lugares del extrarradio a los que deben ir a refugiarse las personas con menos medios, que automáticamente son consideradas una amenaza, y otras son "barrios fantasma" en los que opera el lumpen.

Hace unos días, cuando hubo una manifestación más en la que los vecinos de Maravillas protestaban contra la degradación de sus calles, en especial a causa de la prostitución y de todos los males que la prostitución ejercida a la intemperie conlleva, uno de ellos le dijo a la Prensa: "Aquí no todo es la Gran Vía, El Corte Inglés y la Fnac", y de alguna manera, con esa frase resumió desde la intuición lo que Bauman y otros teóricos han pormenorizado desde la reflexión.

Juan Urbano y su chica, Ana, habían visto hace poco la película Promesas del Este, de David Cronemberg, y les había estremecido ese relato de la explotación vergonzosa que sufren las mujeres secuestradas y prostituidas por las mafias. Algunos se refieren a todo eso como un "trabajo", el más antiguo del mundo, y toda esa historia, pero a él le pareció que detrás de la palabra trabajo no puede haber otras como rapto, violación, esclavitud, violencia...

¿Cuántos de esos sustantivos habrán llegado a mezclarse con las vidas de las mujeres que esperan a sus clientes en los rincones de la calle Montera, o junto a los cines Ideal, o en la Casa de Campo? Se hizo esa pregunta mientras miraba las luces navideñas, los escaparates llenos de tentaciones y su llamada luminosa: compre, regale, consuma, póngale precio a la felicidad de los suyos.

Tiene razón Zygmunt Bauman, y no es una casualidad que su libro se llame Tiempos líquidos, en plural, porque, efectivamente, lo singular yo existe, hay tiempos y realidades, no una, sino muchas, dependiendo, básicamente, del dinero que uno tenga en su cuenta del banco.

Lo raro es que eso pase, que la desigualdad conviva con la democracia, que mientras por arriba se busca el futuro, abajo haya quienes viven en la Edad Media y, entre unos y otros, tanta gente que no quiere ver ni opinar, que mira para otra parte, que apela a la libertad de los desdichados para serlo, para malvivir en el fondo de un pozo oscuro.

Tiempos líquidos: no hay evidencia que no puedan llevarse las corrientes de opinión, ni verdad que no pueda escaparse entre los dedos.

martes, 4 de octubre de 2011

Más de cien

Poco a poco nos estamos mudando. Desde el jueves al martes. Del periódico a la radio. Esa es la nueva cita con Benjamín Prado, que ha dejado de publicar su columna semanal en la sección de Madrid, y con él de escribir por boca de Juan Urbano.

Y hoy, además, para que el adiós del jueves se nos pase rápido, en Hoy por Hoy nos han regalado con 50 minutos de radio (con su publicidad y noticias incluídas,del 20.00aprox al 30.00) hablando del musical que se estrena en la Gran Vía madrileña a ritmo del gran, gran Sabina.

Benjamín, socio de Sabina en el último disco (Vinagre y Rosas), escrito a dos manos y detallado en Romper una canción, es ante todo amigo. Pero también colaborador dle programa, y en estos papeles le hemos escuchado hablar así del genio, del artista Sabina.

Como digo siempre, escuchadlo, que de primera mano siempre se entera uno mejor, pues oiréis a Panchito Varona, a David Serrano (el director de la obra), Juan Pablo di Pace (el protagonista), Daniel García (director musical). Pero si no queréis invertir (porque gasto no lo será nunca) vuestro tiempo en esto, seguid leyendo, que he extractado lo mejor, con cierta subjetividad hacia Benjamín, a modo de trailer:

(No sé qué tal estará el musical, pero el fragmento de "Más de cien palabras..." que se puede escuchar en torno al minuto 4. ¡Uf!... que miedo, ¡uf! no me la toquéis, que es sagrada)


Benjamín Prado: "No sabemos si Joaquín Sabina irá el jueves al estreno del musical, porque el verbo ir y Sabina no congenian mucho". "Me recuerda a ese verso que escribió que dice que mi manera de comprometerme / fue darme a la fuga".

Ya se han realizado 7 funciones, solo para un público "selecto", amigos, Benjamin Prado, etc... (ya se les podía caer alguna para los lectores del blog, y ahí queda eso :-)

Benjamín Prado: "Hemingway decía que si quieres saber que un cuento es bueno quítale todas las cosas bonitas, y si aún funciona, se las vuelves a poner y es bueno. Si a este musical le quitas su parte central, que son las canciones de Joaquín, con el máximo respeto a las letras, con la música en sordina... si le quitas todo eso la obra que han escrito de teatro detrás es una buena obra, una buena historia, podría funcionar sola, y no es fácil porque tienen que hilar todas las canciones de Sabina".

Pancho Varona: "Es admirable que han hecho, han tenido que hacer que sonara a Sabina, para un musical es muy complicado".

David: "Empezamos a trabajar con 70 canciones, yo le añadí otras 5. Trabajamos con 75".

Pancho: "Yo seguí las instrucciones de Joaquín, que me dijo que las separara en 3 categorías, las que sean más teatrales, las mejores y las más conocidas o populares".

Benjamín Prado: " A mi esas instrucciones me recuerdan a aquel que fue a buscar al presidente de EEUU y le dijeron que estaba pescando, y dijo, bueno, eso reduce las opciones a solo dos, el Atlántico y el Pacífico".

David: "Duele dejar alguna fuera y recortar alguna de las que están".

Benjamín Prado: "Sabina es capaz de meter mucho contenido en mucho tiempo. Es capaz de contarte una novela entera en una canción. Tiene mucho mérito el musical, jugaba contra ellos el que Joaquín contase una historia en cada canción, porque ser capaces de reducirlo todo a una historia, es mucho mérito".

Juan Pablo di Pace: "España se está convirtiendo en el tercer o cuarto país del mundo en musicales, tras Broadway, Londres..."

David: "Quedamos varias veces con Sabina en su casa y le fuimos contando lo que íbamos haciendo y no le sonaba mal".
Varona: "Sabina decía que si había uno que hiciera de él, tenía que cantar mal, por favor". "Quizá los que pongan alguna pega son los Sabineros talibanes. Muy de respetar, pero muy radicales".

Benjamin Prado: "Lo que es emocionante es ver el resumen, el inventario de muchos años, de su respeto por su oficio, donde se ve la pelea por cada verso, por cada coma. Es una especie de antología que a mi me emocionó mucho".
Benjamín Prado: "Yo del último disco creía que iba a haber más". (Benjamín es coautor de las letras, y lo dijo en broma).

Pancho Varona cuenta la historia de Ojos de gata y de Y nos dieron las 10: "La verdad es que Joaquín tenía hecha desde el principio la letra y le tarareó la música de Y nos dieron la diez... a Enrique y Enrique le dijo a Joaquín, ¿me la puedo llevar? y dijo Sabina, claro que te la puedes llevar. Y con esa primera idea que tenía Enrique compuso el resto de la canción y Joaquín compuso la suya. Son dos canciones diferentes que empiezan igual. Pero ellos dos se adoraban, se tenían mucho respeto. Fue un momento mágico que de esos versos salieran dos canciones tan buenas".

Y se despidieron con Sin embargo (bastante mejor tratada que Más de cien mentiras), a partir del minuto 51:00...

Porque una casa sin ti es una embajada...
(Cómo duele...)

lunes, 3 de octubre de 2011

Siempre nos quedará Babelia

Aunque el pasado jueves Juan Urbano y Benjamín Prado se despedían de sus lectores desde las páginas de opinión de la sección de Madrid de El País, su voz no se acallaba. Benjamín seguirá colaborando en críticas, opiniones, en Babelia, en la sección de sociedad... Y nos dejó poco tiempo para asimilarlo, la mejor forma de olvidar una despedida es con un hola, y aquí le tenemos dándole la crítica a un libro sobre José Ángel Valente...

El misticismo abstracto de un Valente de cristal
Por Benjamín Prado, en Babelia, el libro de la semana

La poesía de José Ángel Valente dice lo que piensa su autor, pero no quién la escribe; no al menos de un modo directo; lo cual, por otra parte, resulta lógico en alguien que sostenía que "la función del arte es llevar el caos al orden"; que hizo suya la divisa de Paul Celan, "palabra, linde de lo oscuro"; que coincidía con René Char en que "un poeta debe dejar indicios de su paso, no pruebas", y que estaba de acuerdo con Wittgenstein en que "lo inexpresable es el fondo sobre el que cuanto se expresa adquiere significado". Las cuatro ideas están apuntadas en este Diario anónimo que reúne las notas que Valente tomó entre 1959 y 2000 en una serie de cuadernos que ahora, editados por Andrés Sánchez Robayna, quien también se ocupó de los dos tomos de sus Obras completas en Galaxia Gutenberg, arman una auténtica autobiografía intelectual del creador de Mandorla y Tres lecciones de tinieblas en la que unas veces es él quien teoriza sobre la función de la literatura, los peligros de la política o la trivialidad, hipocresía y oportunismo de los seres humanos, y otras deja que sean los demás quienes digan lo que él piensa. En ese sentido, Valente aparece como un hombre culto, apasionado e infatigable, que lee sin descanso y en tres idiomas, español, francés e inglés, toda clase de textos; que no cesa en su búsqueda del sentido de nuestra existencia y de la escritura, y que parece condenado a la infelicidad por su continuo rastreo de la perfección. La ironía que formaba parte de su naturaleza, evidente para todos los que lo conocimos, no aparece casi por ningún lado en esta colección de observaciones, lo cual demuestra que en su trabajo no admitía bromas, y si sus famosas afinidades y antipatías, a veces violentas, no van a sorprender a nadie que conozca su trayectoria, sí lo harán una serie de confidencias que lo delatan como una persona mucho más emotiva y hasta romántica de lo que su imagen pública hacía ver, por mucho que sus últimos títulos, Al dios del lugar, No amanece el cantor y, sobre todo, Fragmentos de un libro futuro, tuvieran un notable tono de confesión y de despedida. Diario anónimo recuerda una y otra vez la forma en que la muerte de su hijo, a causa de una sobredosis, le condenó a vivir arañando las heladas paredes de su ausencia, como él dice, desde el mismo momento en que lo alcanzó la noticia fatal: "3 de septiembre de 1989. El 28 de junio murió Antonio. Yo llegué a Ginebra, desde Almería, en coche, el 30. Antonio fue incinerado el lunes 3, a las 2 de la tarde. El 4 de julio por la noche me trasladaron de urgencia al Hospital Cantonal. En las primerísimas horas del día 5, tuve un infarto". Sufrió otro en 1993, y si el anterior había estado marcado por la tragedia éste lo estuvo por la gratitud hacia su mujer, a quien quería con una intensidad que ya conocíamos por un poema de Fragmentos de un libro futuro -"Al norte / de la línea de sombras / donde todo hace agua, rompientes / en que el mar océano / se engendra o se termina, / y el naufragio inminente todavía / no se ha consumado, ciegamente / te amo"- que aquí cuenta haber hecho "después del infarto y antes de la operación, en la Clínica de Genolier", y que tras la lectura de estas páginas queda aún más clara: "Estoy en París. (...) Coral vino de Ginebra para reunirse conmigo ese fin de semana. (...) Cena en la Closerie del Lilas. Domingo noche: todos se han ido. Amé a Coral como si no la hubiera tenido nunca. (...) Su sonrisa, su cuerpo, la proximidad de su boca (...) disuelven los fantasmas. Coral, si alguna vez lees esta página, cuando yo ya no esté, sabe que te quiero". Si escribes un diario, las paredes de tu casa se vuelven de cristal.

Otro aspecto interesante es el modo en que representa la evolución ideológica de Valente desde la izquierda hasta su distanciamiento global de la política

Entre las afinidades de Valente, aquellos maestros que le servían de faro, están Baudelaire y Eliot; Coleridge, del que tenía subrayada en rojo la frase "nunca busques el negocio con la literatura", o Robert Browning, del que recoge en este Diario anónimo estos versos: "El arte es la única manera posible / de decir la verdad, / al menos para bocas como la mía". Entre los más o menos contemporáneos, se refiere de manera muy especial a Edmond Jabés, al ya citado René Char, a Luis Cernuda, cuya tumba fue a visitar en México y al que dedicó un poema escrito esa misma tarde, al regresar a su hotel; o a Max Frisch, y en menor medida a Borges e Yves Bonnefoy. Entre los colegas que le disgustaban, encontramos a Neruda, cuya poesía califica de "adiposa"; a José Hierro, Gabriel Celaya y, entre otros, al ruso Eugeni Evtushenko, un "mediocre" compositor de "versos retóricos, huecos", que además empeora al recitarlos "con gestos de actor barato", y a Leopoldo María Panero, a quien llama "difunto cómico" tras leer un artículo suyo en el que se apoyaba en Derrida para afirmar que "todo poema corre el riesgo de carecer de sentido", a lo que él, jugando a la contra, responde que en su caso el problema es que "todo sentido corre el riesgo de carecer de poema". A todos ellos los acusa de insustanciales, un delito que no podía tolerar quien sostiene en este Diario anónimo que "no estamos en la superficie más que para hacer una inspiración profunda que nos permita regresar al fondo. Nostalgia de las branquias". Como es lógico, a la hora de valorar las muchas lecturas que hace a lo largo de las cuatro décadas que abarca el Diario anónimo, también deja claras sus preferencias: "Jorge Edwards, Adiós, poeta... (título ya en sí un poco ridículo). Leo esta autobiografía, fundamentalmente apoyada en la presencia invasora de Neruda, al mismo tiempo que el libro de Reinaldo Arenas Antes que anochezca. Qué diferencia. El de Edwards no rebasa el modesto nivel del testimonio -más bien un poco exterior o superficial- (...) y el chileno queda pálido ante la terrible realidad vivida que con tan insólita intensidad transmite el cubano".

Pero Valente no vivió aislado y también tuvo una vida literaria. En sus anotaciones, registra diferentes encuentros con Borges en Buenos Aires; con Neruda, a quien nota "cordial y próximo" cuando lo ve en Eslovenia o en Italia, en el festival de Spoleto, sorprendiéndose de que aquel poeta "efusivo y sobreabundante" sea en la distancia corta un hombre "que se retiene al hablar, calcula lo que dice y cómo lo dice"; o con otro de sus ídolos, José Lezama Lima, al que conoce en La Habana a la vez que a Virgilio Piñera, Roberto Fernández Retamar o Heberto Padilla, y del que admiraba su "don de la abundancia justa".

Otro aspecto interesantísimo de este Diario anónimo es el modo en que representa la evolución ideológica de Valente desde la izquierda, donde estuvo, al menos como compañero de viaje, hasta su distanciamiento global de la política: si en 1962 denuncia que "el anticomunismo pasional de los norteamericanos (creado y fomentado desde arriba) se ha convertido en un sentimiento tan irracional como el antisemitismo de la Alemania hitleriana", en 1965 ya reclama "romper el tabú de la izquierda" y "no considerar que cualquier crítica al Partido supone favorecer activamente al Régimen". Al año siguiente, pasó por los calabozos de la Puerta del Sol: "Viernes 11, a las 10 de la mañana (después de haber pasado la noche en los locales de la Brigada Social)". Un policía le grita: "¡Todos sus amigos son comunistas!". Y él responde: "No señor, en esa lista que ustedes me han quitado (una lista de personas que he visto en Barcelona) hay conocidos católicos (cito ejemplos)". Y el otro replica: "¡Ser católico ya no es una garantía!". Diez años más tarde, a finales de 1979, para dejar claro lo que piensa de las relaciones entre "el escritor y la órbita de lo político", recuerda, aunque sin citar al autor, un aforismo del filósofo calvinista belga Arnold Geulincx que solía repetir Samuel Beckett: "Ubi nihil vales, ibi nihil voles. (Donde nada vales, nada quieras)". Y, un poco más adelante, reproduce a modo de conclusión unas palabras de Arthur Miller: "Los intelectuales son los primeros que llaman al cambio social y los últimos en aceptarlo". No podemos decir que esos cambios no sean coherentes con su certeza de que "el poema es una implosión, una explosión hacia adentro", que expresa a menudo en este Diario anónimo, apoyándose, por ejemplo, en Marcel Schwob: "El arte es lo contrario de las ideas generales, sólo describe lo individual, no busca más que lo único. No clasifica, desclasifica".

Valente fue adentrándose en una poesía que lograra una especie de misticismo abstracto, persuadido de que la música, la pintura y la poesía son "un espacio único donde se reúnen lo visible y lo invisible"; y en ese territorio escribió obras admirables, hasta que lo detuvo la enfermedad, que reaparece en una de las últimas anotaciones, de septiembre de 1998, en la que certifica que le han detectado un cáncer. El día 11 de ese mismo mes, escribe este poema: "Me cruzas, muerte, con tu enorme manto / de enredaderas amarillas. / Me miras fijamente. / Desde antiguo / me conoces y yo a ti. / Lenta, muy lenta, muerte, en la belleza / tan lenta del otoño. / Si esta fuese la hora / dame la mano, muerte, para entrar conmigo / en el dorado reino de las sombras". Y después de eso no hay nada más que cuatro breves anotaciones. Murió en Ginebra, en el año 2000, con 71 años recién cumplidos. Este Diario anónimo lo convierte en un hombre mucho más reconocible de lo que fue mientras estaba aquí para no tener que publicarlo.