jueves, 28 de junio de 2012

Retrato en papel cuché

Leiva fue el primero que pasó por su página de MarieClaire. Ahora le ha tocado el turno a Miguel Poveda.Todo aquel que siga a Benjamín o haya leído alguna de sus novelas sabrá que es un genio describiendo personas. Los retratos de los demás, a grandes rasgos, con punta fina, en detalle o en latigazo, son dignos de más de un post (que me anda rondando la cabeza, por cierto). Por eso los retratos que leemos, en hojas huérfanas que nos regalan las amigas, son dignos de cualquier museo.

Voz de poesía
Sobre Miguel Poveda. Por Benjamín Prado, en Marie Claire

Miguel Poveda es un purista innovador, y esa contradicción es el origen de su arte. A la hora de buscar un repertorio, le gusta, según dice, "abrir el abanico" para ser coherente a base de no descartar nada, que es otra paradoja que lo define, porque él admira por igual a heterodoxos y revolucionarios como Camarón de la Isla, "con su forma de cantar tirando muros", o Enrique Morente, "que tenia un Picasso en la garganta"; a los intérpretes más raciales y a los más dulces, "con Antonio Marchena a la cabeza". Así que lo mismo se adentra en la copla y multiplica por mil su público con un disco como "Las cosas del querer", que se pasa varios meses en el barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera, para "meterse en el pozo del flamenco" y empaparse "de una gracia que está en Moraíto Chico, pero también en el modo de decir las cosas de la gente de la calle.

Cante a Fondo
Ahora regresa por su propia puerta de entrada a ese mundo que ya había pisado en "Viento del este" o "Suena flamenco", con un disco llamado de tres formas con una sola palabra "ArteSano" (Universal), en el que vuelve a mezclar técnica y pasión con el objetivo de "aprender cada cante hasta el fondo y después echarlo fuera de  forma que te parta el cuerpo". Su apuesta por el mestizaje vuelve a quedar clara en canciones como "Convivencia", que habla de lo poco que debiera importar "si uno se pone la gorra / y el otro gasta sombrero,/ si tiene soníos negros/ o la voz de caramelo". Para escribir algunas de las letras ha buscado un consejo en la posía que más le gusta, que es la de Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Gil de Biedma o Rafael de León. Y para la música se ha rodeado de los mejores guitarristas, entre ellos Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía, a quien siempre hay que oír de usted: "Lo suyo es de otro planeta, sus dedos lo saben todo". Eso lo dice Poveda como sin querer ser visto: no parece él cuando no está en un escenario, sino un joven tímido y respetuoso que habla con veneración de sus maestros y con modestia de sí mismo.

Clásico futuro
estamos en un café-librería de Madrid que se llama Tipos Infames, y si le preguntas cuál es, en su opinión, el "toque Poveda", ese que hace que artistas tan distintos entre sí como Sabina, Leiva o Carmen Linares se vuelvan iguales a la hora de hablar de él y coincidan en que hoy es extraordinario y el día de mañana va a haber sido uno de los más grandes, abre unos ojos enormes, agrandados por la incredulidad, se sonroja, mira los tres o cuatro libros de poemas que ha comprado para tener una coartada que le permita bajar los ojos, y te pregunta, con una frase que parece tener las palabras muy pequeñas y las interrogaciones muy grandes: "¿De verdad te han dicho eso de mí?". Una hora más tarde, cuando nos despedimos, nos hacemos una foto juntos, le deseo suerte con "ArteSano", salgo a la calle, echo a andar y cuando he dado unos pasos, oigo que me llama. Me doy la vuelta y veo que señala un libro mío que tiene en la mano y me dice: "Bueno, y a ver si una vez canto algo de aquí, ¿no?". Le contesto que son poemas de verso blanco, sin rima, difíciles de convertir en canción, y me responde: "Ya veremos, todo se puede". Si eres Miguel Poveda, seguro que sí.

martes, 26 de junio de 2012

Pura Lógica, un asunto propio

"A los aforismos se llega como se huye del miedo, despacito... No son ocurrencias, son ideas. Destellos de la realidad. La suma de todos los aforismos soy yo"

Así define Benjamín sus aforismos en el programa Asuntos Propios de RNE en el que se habla del compendio de aforismos "Pura Lógica". Clicad sobre la imagen:


jueves, 21 de junio de 2012

Libros y Líberos

Ya lo adelanté y colgué un vídeo de la charla que Benjamín Prado y Jorge Valdano tuvieron sobre fútbol con motivo del número 1 de la revista Líbero. Una revista que nace para unir literatura, y buenos textos con el fútbol y buenas jugadas y que habrá que marcar muy de cerca.
Una revista que además de todo lo bueno que tiene: el papel, la cuidada edición, el diseño, el tacto... está escrita bajo licencia Creative Commons que nos permite hablar de ella y difundir sus contenidos, ya que ni tenemos fines lucrativos ni vamos a dejar de decir que el equipo de Óscar Abou-Kassem y Diego Barcala son los artífices de esta joyita que acaba de nacer en una época de claras extinciones, y que esperemos que al número 1 le siga el 2, y así sucesivamente.
Por ello hoy os acerco la charla entre Benjamín Prado y Jorge Valdano. Con píldoras de cada una de las páginas... (al completo en la imagen o, lógicamente, en la revista, que tiene otro olor).
"En una charla cómplice, trufada de Raúl y Guti, y entre las aficiones de España y Argentina. Jorge cerca de personalidades como Menotti o Di Stéfano. Benjamín debate desde el bagaje de quien compartió madrugadas con Rafael Alberti o Ángel González." ¿Por qué los intelectuales le perdieron el miedo al fútbol en los últimos años?", le pregunta Valdano a Prado a bocajarro. "Antes, cuando llegabas a un ámbito cultural y decías dos palabras sobre el fútbol te miraban como diciendo , "este va de listo o es que es tonto" no había otra opción. Ahora todo ha cambiado", sentencia Benjamín antes de contar la primera anécdota de la charla. Una sobre Puskas.

Página 1

Benjamín Prado. El otro día tuve una experiencia maravillosa. Fui a Budapest invitado a una conferencia. Inmediatamente fui a ver, como Dios manda, la tumba de Puskas. Está enterrado en una catedral en el centro. Ahí está Puskas. Un tipo me llevó al restaurante al que iba a comer Puskas. Los camareros me dijeron que me iban a sentar en el sitio exacto donde se sentaba Pancho con su mujer. Y en ese momento, entró una señora, a la que todos los camareros besaron la mano, y es la mujer de Puskas. Me emocionó tanto como visita la tumba de Borges.
Jorge Valdano. Hay quien dice que fue el mejor jugador que pasó nunca por Madrid. Amancio habla de él con tanto amor como de Alfredo (Di Stefano). Me sorprendió mucho.
Prado. Esas son mis teologías. Las tumbas y esculturas de escritores. Allá donde hay tumba de Cortázar desecho la Torre Eiffel. Y además, los futbolistas. La primera vez que fui a Argentina fui a ver la tumba del boxeador (Luis Ángel) Firpo. Un cementerio lleno de ángeles y ves la estatua de él, en batín de cuerpo entero. Vamos, ni Gardel. Un boxeador.
Valdano. Me decia un argentino que en el año 30 murió Gardel en un accidente de avión, en el año 60 murió Hugo del Carril, un cantante, en un accidente de coche y en el año 75 murió (José María) Gatica que es un boxeador de última generación cruzando la calle. Eso marca la decadencia de Argentina. Morir caminando.
Prado. En Buenos Aires, me preguntaron. ¿Se puede hacer poesía y novela? Y en una película o jugando al fútbol. ¿O es que el gol de Maradona no es un poema? Y Diego me mandó una camiseta de Boca dedicada. La guardé y pensé: Cuando tenga un hijo me la pongo. Tuve un primer hijo y pensé: es solo un niño. ¿Y si la mancho? Está sin estrenar. Me la regaló en el 94 o por ahí. Por cierto, nunca entendí la sanción de ese Mundial. Siempre desee que lo que tomó Maradona lo hubiera tomado Julio Salinas para que lo expulsaran a él. Entiendo que te sancionen por tomar algo beneficioso para el cuerpo, pero no por algo perjudicial.
Página 2


Prado. ¿Crees que Messi le llega (a Maradona)?
Valdano. No tiene ese sentido artístico preo tiene un talento igual de eficaz. La pregunta es un homenaje. Con 24 años, emparentarlo con Maradona, ya tiene algo de reconocimiento, porque le quedan diez años de carrera. No sé hasta dónde puede llegar. Ahora, cuando empiezas a compararlo y ves alguna imagen de Diego, te das cuenta de que tenía un sentido poético. Todo en él expiraba fútbol. La pausa, la carrera, cómo escondía la pelota, cómo daba el pase más simple del mundo, pero te lo daba perfecto. Sin ningún defecto. La sensación de que el arte redime. Regordete, enano, pero con la pelota en los pies era bello.
Prado. Yo empecé a ir al Bernabéu en la época de la Quinta, la gente a Butragueño le quería mucho. Y cuando empezó a estar mal, la gente le aplaudía y le animaba. Ahora tengo la impresión de que tres cuartas partes del campo está deseando que Cristiano, a quien tanto necesitan, falle para pitar a gusto. Noto admiración, pero no noto cariño.
Página 3

Valdano. Primero van a desaparecer los 10 y luego los espectadores que aman a los 10, así que tienes fecha de caducidad.

Prado. La llevo escrita en la frente. A mi el fútbol demasiado físico, como la literatura demasiado ampulosa no me gusta. Me pasa lo mismo con los futbolistas que lo basan todo en el físico como Lass. Me fatigan tanto como los poetas ultraístas que lo basan todo en la imagen. La mezcla es lo magnífico pero ahora los jugadores son muy atléticos. Incluso Messi que parece pequeño y vaya piernas tiene.
Prado. Ahora en el fútbol cada vez hay menos sitio para lo distinto. Todo parece igual.
Valdano. Eso lo dijo muy bien Menotti con respecto a Maradona, "es impensable un Maradona japonés". Maradona es hijo de Villafriorito, un lugar donde es perfectamente posible jugar ocho horas al fútbol porque donde te metas te vas a encontrar a ortos diez con la misma enfermedad que tú por el fútbol.
Valdano. ¿De dónde sale la fuerza del fútbol para no hacer sospechoso al que levanta una bandera?

Prado. Todo el mundo acepta que el fútbol es algo al margen de la realidad y por eso la gente no suele entrar en esos debates sobre el precio de un jugador. Siempre digo que en el campo de fútbol es el único lugar donde estoy plenamente relajado. No trato de buscar inspiración para una novela o un poema. En el fútbol solo estoy en el fútbol.
Página 4

Prado. A mi el fútbol es una de las cosas que más me gustan. Me importa menos de lo que me gusta. Al acabar el partido ya vuelvo a pensar en mis cosas.
Prado. Me recupero antes. Vamos juntos al Bernabéu y mi imagen del Madrid si empatamos o perdemos un partido importante es la de estar consolando a un Luis (García Montero) abatido, com desinflado y yo intentando animarle. Supongo que será porque vivimos rodeados de gente del Atleti, Almudena Grandes, Chus Visor, Joaquín Sabina...
Valdano. ¿Pero Joaquín no es muy futbolero no?
Prado. Se está haciendo porque cada vez sale menos de casa. Un día nos llamó para preguntarnos qué nos parecía el himno del centenario del Atleti. Luis le dijo: "Demuestra dos cosas. Que no entiendes nada de fútbol ni de himnos". Nos juntamos a ver partidos en casa de Joaquín que es el que tiene la tele más grande. Recuerdo el derby en el que a los quince segundos el anterior Ronaldo ya había metido un gol. Luis y yo nos limitamos a hacernos un gesto, que repetimos en el segundo. Cuando el Madrid metió el tercero a los 40 minutos, Joaquín se levantó y nos gritó "¡Meteos vuestra piedad y educación por el culo. En mi casa se celebran los goles o ya sabéis dónde está la puerta!". No soportaba nuestra falta de entusiasmo. Si algo detesto en este mundo es el futbolista que no celebra el gol.
Valdano. El gol es el acontecimiento hasta en el parque de la esquina, es una cosa que te sale por los poros.
Prado. Rechazar el Nobel vale, pero no festejar un gol...
Página 5








martes, 19 de junio de 2012

NO es un poema urgente

Si me descuido se me pasa... Benjamín publicó en su muro, hace ya algunas fechas, un poema que leyó en una manifestación en Alcalá. Un poema urgente, lo llama él...

"Bueno, qué demonios, ya que me lo pedís tanto, aquí está el poema de ocasión, o urgente, como los llamaba Rafael Alberti, que leí el otro día en la manifestación de la calle de Alcalá". O como lo definía en un comentario posterior, "hay ocasiones en que conviene echarse a uno mismo al lado, y decir lo que hay que decir aunque sea de un modo diferente, más parecido a tus ideas que a tu estilo.

NO
Por Benjamín Prado

No es entregar el mundo al poder de la usura.
... No es prohibirle el médico que cure al inmigrante.
No es sacarle a Alemania el cubo de basura.
No es mandar policías contra los estudiantes.

No es que sean los ricos los que escriben las leyes.
No es que paguen los pobres lo que debe el banquero.
No es hacerse los ciegos cuando pasan los reyes.
No es convertir la empresa en la cárcel del obrero.

No es echar de su casa al que vive entre ruinas.
No es cobrarle al enfermo por usar la ambulancia.
No es recortar maestros, ni negar medicinas,
ni utilizar las crisis para marcar distancias.

No es caminar encima de los desempleados.
No es encontrar petróleo dentro de la desgracia.
No es dar de beber sangre al lobo de los mercados.
Eso no es hoy, ni ha sido nunca la democracia.

miércoles, 13 de junio de 2012

Ese animal no existe

Lo prometido... Un pequeño adelanto, en esta anécdota sobre Alberti y Gardel, antes de leer completa la charla entre Benjamín Prado y Jorge Valdano. A ver si encuentro el número 1 de la revista Líbero.
Benjamín Prado from Líbero on Vimeo.

martes, 12 de junio de 2012

Una de cultura

Solo con ver la foto en miniatura de la entrevista...
apetece hincarle el ojo
El pasado sábado Benjamín Prado se volvía a asomar por las páginas que le echaron de su periodicidad pero a las que vuelve de vez en cuando. Esta vez fue la sección de cultura de El País, y Máximo José Kahn y el libro de Mario Martín Gijón sobre su personas quienes centraron el tema. Os dejo con el texto mientras sigo buscando la conversación entre Valdano y Benjamín que publica el número uno de la revista Líbero y que espero tener pronto entre mis manos (Por cierto, mañana pasaros por aquí, que un adelanto os lleváis).

Un personaje robado al siglo XX
Por Benjamín Prado en Cultura de El País


Ninguna historia vuelve a estar completa hasta que se le devuelven los personajes que han desaparecido de ella con el paso del tiempo. Y es fácil intuir que unos acontecimientos tan llenos de ángulos y bifurcaciones como los que dieron lugar a la II República, la Guerra Civil y la diáspora del exilio tuvieron que tener más actores de los que caben en el cartel de la obra. Uno de ellos es Máximo José Kahn, nacido en 1897 en Fráncfort de Meno, la ciudad con mayor índice de ciudadanos judíos de toda Alemania, y muerto en Buenos Aires, en 1953 y con un pasaporte de ciudadano español en el bolsillo. Sus tres pasiones fueron el judaísmo, España y la literatura, y supo hacerlas compatibles muy pronto, a los 24 años, cuando se trasladó de Berlín a Toledo y empezó a colaborar en La estafeta literaria de Ernesto Giménez Caballero como corresponsal de la literatura alemana, igual que hacía de cronista de la actualidad cultural española en el semanario Die Literarische Welt. Lo primero sirvió para que se empezase a hablar aquí de Thomas Mann, Rilke o Kafka, y lo segundo para que se tuvieran allí noticias de los libros de Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Ayala o Lorca, que era su gran debilidad. Kahn era en esos años escandalosamente subjetivo, tendía a decir barbaridades y, además, tenía dos caras, porque en muchos de sus textos sobre España publicados en Berlín, la imagen que da de nuestro país es bastante despectiva. Pero todo eso cambió con la llegada del nazismo y la sublevación de 1936, y Kahn terminó avergonzándose de su país antisemita y orgulloso del nuestro, que con tanto heroísmo sin esperanzas combatía al fascismo. En La patria imaginada de Máximo José Kahn, Mario Martín Gijón hace un completo inventario de la vida y trabajos de este intelectual que fue amigo íntimo de Rosa Chacel y Juan Gil-Albert, compartió los dorados años veinte y treinta con los poetas y narradores de la generación del 27; defendió la República, denunció infatigablemente el antisemitismo de Franco y ocupó puestos diplomáticos menores; y que tras la derrota tuvo que exiliarse, pasó por el campo de concentración de Kashba Tadla, en Marruecos, y después por Nueva York, México, donde se hizo muy amigo de Octavio Paz y Elena Garro y, finalmente, Argentina, donde publicó las novelas Año de noches y Efraín en Atenas. Persiguiendo a este personaje casi desconocido, el lector aprende cosas nuevas sobre lo ya conocido, y ésa es una de las virtudes de esta obra, publicada por Pre-Textos. Renacimiento, por su parte, recupera uno de los títulos del propio Kahn, Arte y Torá, donde dio rienda suelta a su pasión por el judaísmo sefardita. En él se juntan, eso sí, erudición y delirio, dadas sus teorías sobre el origen judío de casi todo, desde la fiesta de los toros, que justifica relacionando, por ejemplo, las esculturas de Guisando con el mito del Becerro de Oro, hasta los nombres de nuestras ciudades: el de Cádiz, según él, viene de la palabra hebrea kades, sagrado. El apasionado Kahn sostiene que los judíos deben afirmar su condición de pueblo elegido, porque “si fueran hombres como los demás, no se les perseguiría”; pero también les exige un camino de perfección: “No sólo hay que creer en Dios, sino merecer que él crea en nosotros”. Es la obra de un hombre de fe, y por lo tanto tiene tanta emoción como falta de equilibrio, como todo lo que no busca la imparcialidad. Y es, junto con la biografía de Martín Gijón, una buena oportunidad para recuperar la historia de este hombre y reconstruir algunos hechos olvidados de los años maravillosos y terribles que le tocó vivir.

martes, 5 de junio de 2012

El espectáculo ha terminado

En el número 742 de Cuadernos Hispanoamericanos, el de Abril de 2012, Benjamín dedica un texto al maestro Mario Vargas Llosa. En mi opinión es de los mejores textos que ha escrito Benjamín en Cuadernos , tanto por lo que dice como por lo que menciona que dice Vargas Llosa. Una mezcla imprescindible.

Eso sí, el título suena a fin de fiesta, como ya anunciamos la semana pasada, pues Benjamín dejará la dirección de los Cuadernos Hipanoamericanos, por obra y desgracia de la política, el próximo mes de junio.

Con textos como este aún cuesta más despedirse.

El espectáculo ha terminado
Por Benjamín Prado en Cuadernos Hispanoamericanos nº 742, abril 2012

Al acabar su último libro, La civilización del espectáculo, cualquier persona de este mundo a la que le gusten la literatura y el arte deseará no estar de acuerdo con Margio Vargas Llosa. Porque lo cierto es que el panorama que dibuja el Premio Nobel, resultad desolador, y es fácil de resumir: a base de bajar el nivel de nuestra cultura, hemos llegado al fondo de un pozo, y no se ve la manera de salir de él. Los siniestros mercados que nos acosan por tierra mar y aire, a los que Octavio Paz ya señaló como "responsables de la bancarrota de la cultura en la sociedad contemporánea", dirigen con mano de hierro la sociedad de consumo y no le reconocen a nada, tampoco a un libro, a una composición musical o a una escultura, más virtud que su cuenta de resultados, de modo que el único valor de las cosas es su precio: lo que vende, importa, y lo que no, carece de interés. Uno va viendo cómo las editoriales prestigiosas se entregan de un modo patético a la búsqueda del best-seller, las salas de teatro apartan a grandes actrices  y actores para usar de señuelo en sus carteleras a famosos de las series de televisión o los museos usan de reclamo a artistas más conocidos por su provocaciones que por sus obras, y entiende por qué el autor de El sueño del celta, La casa verde o Travesuras de la niña mala se rasga la camisa al recordar que si Grecia estuvo gobernada por la filosofía, Roma por el Derecho y la Ilustración por la ciencia, nosotros estamos en manos de la economía, y sometidos a las leyes de la publicidad. "El fetichismo de la mercancía - escribe - produce la cosificación del individuo, entregado al consumo sistemático de los objetos, muchas veces inútiles o superfluos, que las modas le van imponiendo". Uno siempre está en manos de aquello que desea y, en ocasiones, es su cautivo: no hay más que ver a los miles de ciudadanos que hoy día viven atrapados en sus casas, bajo arresto domiciliario de su hipoteca.

Nadando contra las corrientes de opinión, Vargas Llosa encuentra el origen de la catástrofe en la democratización de la cultura, "un fenómeno que nació de una voluntad altruista, evitar que la cultura siguiera siendo patrimonio de una élite (...) pero que ha tenido el efecto de trivializarla", porque la función que antes cumplían los sistemas filosóficos, hoy la llevan a cabo las campañas comerciales, "que ejercen un magisterio decisivo en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres" de las personas. Así que lo que antes había que ir a buscar a Kierkeggaard o a Hegel, ahora te lo traen a caso los anuncios. Mala cosa.

La degradación de la cultura, por lo tanto, se hizo inevitable "desde el momento en que la obra literaria y artística pasó a ser considerada un producto comercial que dependía de los vaivenes del mercado", y esa política de tierra quemada se ha extendido a todo, también al periodismo, en vista de la forma en que hoy en día se abaratan algunos diarios, hasta convertirse en una mezcla de revista de modas, prensa del corazón y revista satírica. Vargas Llosa, siempre capaz de mirar desde todos los ángulos posibles aquello de lo que habla, ve en los desmanes de la economía uno de los motivos de la derrota, pero no cree que sea el único. También está, por ejemplo, el esnobismo que ha vivido como pez en el agua en el mar de la posmodernidad. "Desde que Marcel Duchamp revolucionó los patrones artísticos de occidente - dice (...) ya todo fue posible en el ámbito de la pintura y la escultura, hasta que un magnate pague doce millones y medio de euros por un tiburón preservado en formol en un recipiente de vidrio y que el autor de esa broma sea reverenciado como un gran artista de nuestro tiempo", lo cual, sin duda, nos deja en tan mal lugar a nosotros como a él, porque corremos el riesgo de mostrarnos "tolerantes o indiferentes" hacia la inmoralidad. Cerrar los ojos te convierte en cómplice de lo que no quieres ver.

Todo es posible, pero no todo vale, y para explicarlo, el autor de ¿Quién mató a Palomino Molero? recurre al ejemplo de la ciencia, transformada por la combinación de nuestra locura y nuestra inteligencia en un arma de doble filo, que hace incluso del arsenal que los países más poderosos guardan debajo de sus banderas "una hazaña tecnológica" y, al mismo tiempo, una manifestación flagrante de barbarie" que, como él recuerda, contradice a cuchillo el precepto de T.S. Elliot según el cual la cultura es "todo aquello que hace la vida digna de ser vivida".

Mario Vargas Llosa escribe con la autoridad de quien es justo lo contrario de aquello que critica, algo que, si se piensa bien, no es tan común; y por eso cuando se lamenta de que hoy en día "la popularidad y el éxito se conquisten no tanto por la inteligencia y la probidad como por la demagogia y el talento histriónico", uno sólo tiene que recordar cómo y de qué ha hecho él su obra, para darse cuenta de que el camino recto puede estar lleno de curvas peligrosas, pero también existe y es el único que merece la pena. La civilización del espectáculo tiene algo de alarma roja sonando en la oscuridad y otro poco de parte de defunción. Por fortuna, aún quedan intelectuales que se merezcan ese nombre, y Mario Vargas Llosa es uno de ellos, por su valor a la hora de decir lo que piensa en un mundo gobernado a partes iguales por la cautela y el desinterés, donde casi nadie se arriesga a salirse a salirse del círculo que le han pintado alrededor y en el que, por desgracia, poco quieren saber y muchos se conforman con estar al tanto, que son cosas muy distintas. Pero, contra viento y marea, aún hay personas como el autor de La ciudad y los perros, a quienes la edad les añade experiencia y no les quita pasión, y que no han luchado nunca por llegar arriba para que se les viese más, sino para que se les escuche mejor porque no tenían algo que vender, sino algo que decirnos. Si algo demuestra este libro es que también puede ser clarividente cuando se habla con el corazón en la mano.