sábado, 20 de agosto de 2011

Pessoa en los Cuadernos

Como director de Cuadernos Hispanoamericanos Benjamín Prado nos explica cada mes, en cada número, un poco más de algunos autores, bien a través de la lectura o relectura de sus obras, bien a través de los libros que otros escribieron sobre ellos. Como fue el caso del mes de Julio, del número 733 de Cuadernos Hispanoamericanos (sigo poniéndome al día y ya solo debo el texto de agosto), en el que Pessoa es el protagonista. Os dejo con él.

Pessoa vuelve a poner los pies en en suelo.
Por Benjamín Prado



Fernando Pessoa pudo equivocarse muchas veces en su vida, pero ninguna tanto como cuando escribió que "morir sólo es dejar de ser visible", porque lo cierto es que tras su fallecimiento en noviembre de 1935, se hizo tan famoso que cincuenta años más tarde tuvo que ser desenterrado para que sus restos se trasladasen al monasterio de los Jerónimos, junto a los de varios reyes de Portugal, el conquistador Vasco de Gama y Luis de Camôes, del que por otra parte el irreverente autor del Libro del desasosiego opinaba que "carecía llamativamente de todas las cualidades sobre las que se levanta la buena poesía". Dentro del féretro de aquel hombre que afirmaba haber "asistido de incógnito a mi vida", no se encontraron varios esqueletos, como habría sido lógico en un poeta que se había desdoblado en tantos heterónimos, y por lo tanto allí no estaban Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos; pero lo más raro no es que Pessoa no estuviese dividido en diversos difuntos, sino que estaba entero: el diario ABC, reproduciendo las extrañas informaciones que llegaban desde Lisboa, publicó en noviembre de 1991 que al abrir su primera tumba descubrieron que su cuerpo estaba incorrupto y sus ropas intactas, por lo cual se decidió guardar silencio, dejarlo donde estaba y llevar a los Jerónimos un ataúd vacío.
Esa leyenda y otras muchas la cuenta Carlos Taibo en Como si no pisase el suelo. Trece ensayos sobre las vidas de Fernando Pessoa, una biografía de biografías que reúne los episodios más extraodinarios de la existencia oscura de aquel hombre esquivo que prefería imaginar a recordar y escribir a hablar: "olvidé mi pasado, no sé quién lo vivió", dice uno de sus versos; y otro: "ser poeta es mi formamde estar solo". Leyendo este libro volvemos a ver a Pessoa desdoblándose en más de setenta identidades, siendo Bernardo Soares, Coelho Pacheco, Alexander Search, Vicente Guedes, Jean Seul, Rafael Baldaya, António Mora o Thomas Crosse para al final llegar a una conclusión deprimente: "envidioma todos porque no son yo". Aunque tal vez todo aquello no fuese nada más que la carrera contra el tiempo de un fatalista que se consideraba "vencido como si supiese la verdad" y trataba de dejar algo inolvidable en este lado del más allá. Lo consiguió, porque como dijo José Saramago la esquizofrenia que para él fue un laberinto, para nosotros es un mapa: " su forma de no saber quién era, nos hace sospechar quiénes somos".
Carlos Taibo nos vuelve a poner delante al peculiar escritor que escribía de pie, igualmque Hemingway, o trabajaba en los cafés de Lisboa de forma tan obsesiva que en algunos llegaban a cerrar con él dentro; al modesto empleado que resolvía crucigramas para intentar ganar un concurso que le  permitiera comprar una casa en la que juntar sus libros; al hombre que odiaba ser fotografiado; al gran fingidor que sólo se sentía seguro siendo un desconocido para quienes les conocían; al incomprensible enamorado que teníammiedo a querer a la única mujer que quiso, hasta el punto de hacer que sus personajes le enviaran cartas hablándole mal de él; y, naturalmente al suicida por puro pesimismo que en lugar de vivir, bebía, quizás empeñado en seguir hasta el fondo del último vaso su propio mal consejo: "cambia por vino el amor que no tendrás".
Y también deja este retrato de aquel ser extraordinario que pasó por el mundo como si no pisase el suelo algunas preguntas: ¿Qué hubiera ocurrido si hubiese aceptado venir a Madrid en 1925? ¿Se hubiera encontrado con los jóvenes    de la Generación del 27? ¿Habrá en algún álbum perdido una imagen suya en las Islas Canarias, donde estuvo haciendo escala en un viaje a Durban? ¿Cómo supo de él Ramón Gómez de la Serna, que lo cita en su famoso Pombo y o define como un creador "frenético de inspiración"? ¿Cómo habrían sido sus libros si los hubiese querido acabar, en lugar de ir acumulando sus manuscritos
en un baúl para convertirse en "el mejor arquitecto de lo inacabado", como guien dijo de él? ¿Quién fue Fernando Pessoa, esa persona "que buscó hasta inventarse " , como dijo de él Octavio Paz. "Siempre fui el que nació para eso", dice en uno de sus poemas más conocidos, "Tabaquería", y sin duda la palabra "eso" lo explica todo pero no aclara nada: si queremos más datos, mejor leer el libro de Carlos Taibo, cuyo gran triunfo es contarlos todo lo que Pessoa no sabía o no quiso saber de sí mismo. Según confesó en uno de sus versos: "Olvidé mi pasado, no sé quién lo vivió". Como si no pisase el suelo soluciona ese problema.

6 comentarios:

Benjamín Prado dijo...

Es curioso, porque nada más leerlo, me llamó Joaquín y me dijo: "¡Tio, eso no es un artículo, o es una canción o es un poema!", y entonces yo hice lo que no había hecho nunca y lo puse en verso. Fue divertido.





ESCRITO EN LISBOA


Decía que se escribe porque existir no basta
y que él pasó de incógnito a través de su vida;
que ser poeta era su forma de estar solo
y que se sintió siempre
vencido igual que alguien que sabe la verdad.

Al lado de su estatua
le he contado a María que Pessoa soñaba
estar lejos, aparte de quien era;
que construía ruinas
y que algunos le llaman
el arquitecto de lo inacabado.

Creía que esconderse era ser libre
y que cerrar los ojos lo apartaba del miedo:
-Cambia por vino el dulce amor que no tendrás.

Ayer vine a Lisboa
porque era la ciudad de ese hombre triste
que sólo peleaba para huir del combate;
que pensó que quien calla es dueño del silencio;
que no necesitaba más que siete palabras
para contar su historia:
envidio a todos porque no son yo;

y hoy me marcho seguro de que no cambiaría
sus versos negros por la marca blanca
de tu anillo en mi piel.

Prefiero estar contigo y que me olviden
a escribir una obra maestra en la que cuente
que aún no te he encontrado
o que ya te perdí.

Cris M dijo...

Precioso! Una descripción preciosa de Fernando Pessoa. Sólo se puede imaginar lo dificil que es hacer poesia que llegue a otros cuando se vive dentro de un interior tan desgarrador...

Un beso,
Cris M

Anónimo dijo...

Precioso poema,Benjamón. Como siempre.










Lu Felina.

Benjamín Prado dijo...

Gracias, "anónimo". Sí, Cris, la verdad es que cualquiera se apunta a ser Pessoa, ¿no? Ahora que lo pienso, este poema se parece a la novelita "Dónde crees que vas y quién te crees que eres", donde uno también sacaba la conclusión de que si para ser Hans Christian Andersen hay que ser él, no merece la pena el negocio.

Cris M dijo...

Una de las cosas que más me alegra de estar en breve en España de vacaciones es poder comprarme muchos de tus libros (en Argentina solo conseguí "mala gente que camina"). Luego de leer "Donde crees...", te cuento que me pareció.

En verdad, una de las cosas que hallo grandiosa de la escritura es la capacidad de transformar interiores turbulentos en maravillosos relatos que hacen mejor la vida de nosotros, los lectores. (Eso que decia Vargas Llosa: "darnos la vida que no nos resignamos a no tener").

Grande beso,
Cris M

Benjamín Prado dijo...

Gran frase del gran Mario, sin duda, Cris. El camino es de ida y vuelta, inventándote la vida de otros te haces una idea de quién eres tú, y viceversa.