Quizá le faltó la frescura que sí tuvo el primer concierto, el de los Veranos de la Villa, pero ganó en solidez, en sonido y en seriedad. El espacio lo merecía, un teatro, todos sentados en grandes y cómodas butacas... todo invitaba al deleite, y no defraudaron.
El poema caminos y la canción Hasta el final arrancaron los primeros aplausos de la noche. El dúo, y la guitarra de Nico Nieto, empezaban a calentar y a calentarnos. El recital siguió con "esta noche contigo" la primera de las canciones de Benjamín leída de su libro de poesía "Ecuador" y que tan bien canta Joaquín Sabina.
"Es un privilegio estar aquí. Traía el sombrero para descubrirme ante ustedes al finalizar el concierto, pero se me ha caído", saludaba Benjamín a los allí presentes (¿quizá medio teatro?), haciendo alusión al primer percance de la noche, cuando el sombrero salió volando y fue rematado con un elegante puntapié. Benjamín se erigió como maestro de ceremonias y continuó recitando canciones, la versión de "números rojos" que aparece en iceber (y en mi opinión mejor que la que finalmente llevó Sabina a su disco) dejó paso a los primeros invitados de la noche: Nacho Mastreta para introducir el sonido de viento, y Marina ¿Soreing? con el chelo.
Dos guitarras más, las de Nico Nieto y Coque Malla y la voz de Benjamín dejaron paso a mi canción favorita de Coque, Berlín. ¡Espectacular! (se perdona hasta el lapsus final, que lo hubo).
Marea Humana se subió al escenario con El Inmigrante, recitado por Benjamín Prado, acompañado por el saxo de Miguel Malla. Y el verso de ecuador "hace falta la noche para ver las estrellas" arrancó el poema al son de la guitarra de Nico, pero también de Rubén Pozo (la mitad de Pereza, como le presentó Benjamín), el último artista invitado en aparecer esta noche.
Pero no la última sorpresa, porque por primera vez sobre un escenario Benjamín Prado se adueñó del micro para cantar Agua Pasada, la canción que él y Joaquín Sabina escribieron en Praga y que os dejo aquí... como colofón a esta primera parte de la crónica del concierto, que no es sino el preludio de la segunda, que publicaré mañana.