El juego poético que nos propuso Benjámín sigue avanzando, y a la espera. Tal como nos recuerda en su blog va así, ¿alguna sugerencia?
Se viaja siempre contra tu país,
de ti mismo a un lugar donde ser otro
que ya no te recuerde,
ni quiera regresar.
Pero dónde hay un mundo más allá del pasado,
para escapar de ti.
El que se marcha aprende a olvidar los caminos.
Quien se queda, renuncia a la aventura de irse
y al sueño de volver.
Pero de qué le sirve la distancia
al hombre que no olvida
el que está condenado a que su rostro
se pueda reflejar a la vez en dos ríos.
(...)
Yo nunca fui más lejos que al dejarte marchar.
Javier Bergia
Hace 5 horas
1 comentario:
Esto llega anónimo:
Si el paraíso está en otra esquina,
el que se marcha tiene que elegir.
El que se queda ya lo ha hecho.
Ummmm, en ese paraíso ya ha estado demasiada gente; aunque se me ocurre que siempre podriamos jugar con la idea de que renunciar al paraíso puede ser un modo de librarte de la manzana envenenada... Eso le interesa al poema. Y también la idea de que moverse es elegir y quedarse quieto, también. Voy a empezar a pensar en una mezcla de las dos cosas.
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