domingo, 10 de octubre de 2010

Lo contrario del olvido es el conocimiento

Los apuntes hispanoamericanos vuelven al blog, en esta ocasión con el editorial de Benjamín Prado de la revista 694, de abril de 2008. En él nos habla de la importancia de rendir culto a los clásicos, entre los que mencionaba, ya entonces, lógicamente, al "actual" Mario Vargas Llosa.

Editorial. Cuadernos Hispanoamericanos. nº694. Abril 2008
Por Benjamín Prado.

Por fortuna, los sellos Galaxia Gutemberg, del Círculo de Lectores, Trotta y la Biblioteca Castro, decidieron ya hace tiempo tomar el testigo de editoriales emblemáticas como Aguilar, Eslicer o Plaza & Janés, y reemprender la aventura de publicar las obras completas de los autores más importantes de la historia y, especialmente, de los maestros de nuestro idioma. La tradición y el mercado dicen que es una empresa ruinosa, que deja números rojos y facturas sin pagar a ambos lados del Atlántico, y que el destino de quien la emprende es el endeudamiento y la desaparición, porque los volúmenes son caros y los lectores pocos; pero también es una empresa necesaria, porque un país no puede prescindir de esa especie de museo portátil y a domicilio que son los sucesivos tomos de nuestros clásicos que van formando la Biblioteca Castro, de Lope de Vega, Calderón de la Barca o Góngora a Tirso de Molina y de Clarín, Larra, Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán a Gabriel Miró y Álvaro Cunqueiro; o la suma literaria de Américo Castro o Luis Rosales en Trotta; o la inmensa obra de Ramón Gómez de la Serna, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Pío Baroja, Rubén Darío y tantos otros creadores esenciales como está publicando Galaxia Gutenberg en sus bellos libros azules y blancos, donde también tienen cabida autores vivos de la magnitud de Francisco Ayala, Mario Vargas Llosa, Miguel Delibes, Nicanor Parra, Jua Goytisolo... Si son libros esenciales, quizá cabría preguntarse si no sería lógico que iniciativas como ésa tuviesen un importante apoyo económico del Gobierno, a través del Ministerio de Cultura, que podría consistir, por ejemplo, en comprar ejemplares de todas esas obras para abastecer las bibliotecas públicas, los institutos Cervantes, las sedes de la AECID en toda Iberoamérica e, incluso, la bibliotecas de las Universidades y de los Institutos de Enseñanza Secundaria. ¿Me arriesgo a que me llamen utópico si digo que con un pequeño tanto por ciento de lo que se gasta en Defensa se podría afrontar ese gasto?

Las obras completas son lo contrario a la cultura de la novedad que tan a menudo llena las librerías de productos para leer y olvidar. Enfrentarse a esos tomos de paginación intimidatoria demanda sosiego, paciencia y verdaderas ganas de conocer a un autor, su época y la evolución de su trabajo. En definitiva, es un proceso que requiere calma y ganas de aprender, no de consumir y estar a la última, como a veces sucede en este mundo donde la publicidad lo gobierna todo y la prisa nos obliga a correr para todo, incluso para obtener placer y atesorar conocimientos.

Ojalá que la vida de esas empresas, sin duda algo quijotescas, sea larga y sus tomos de obras completas sigan saliendo a la calle para poner a mano de los lectores lo mejor de nuestra cultura y también de la literatura universal. Es una labor admirable y que impide que las cosas caigan en el olvido o se conozcan sólo de modo fragmentario. Lo contrario del olvido es el conocimiento, y eso es lo que debemos alentar y proteger.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá... Subjuntivos son mis pensamientos...