martes, 29 de enero de 2013

Generación Kronen

La historia está llena de pruebas de que navegando puedes llegar a encontrar tesoros. Hace poco surcaba bit en popa algunas páginas y me encontré con una noticia fechada en el año 1995 que se publicó, con total seguridad, solo en papel (si os cuentan que un día no hubo internet, creedlo, es verdad) una noticia en El País con el titular "Benjamín Prado publica una novela "grunge".

Esa novela era Raro. 

17 años después Raro se ha vuelto a editar. La novela es la misma. Pero el tiempo ha pasado. Ahora nadie encasilla a Benjamín en la "generación Kronen" y Benjamín ya da la talla... 

Echadle un vistazo al texto, miradlo con perspectiva... ¿Seguirá pensando Benjamín que "el grunge le salvó la vida"?

Benjamín Prado publica una novela grunge

"El grunge me ha salvado la vida", dice Benjamín Prado, poeta, periodista y autor de una primera novela "a ritmo de rock" titulada Raro(Plaza Janés), que tiene en la portada una foto desolada del líder del grupo Nirvana, que se quitó la vida en 1994. "Kurt Cobain es para mí el último Jesucristo", continúa Prado. "Lo que he intentado es hacer una novela que pareciera una canción". Y en Raro se siente constantemente una música, de fondo, con temas que se cuelan en las conversaciones y el pensamiento de sus personajes: Dylan, Lou Reed, Soundgarden...Benjamín Prado (Madrid, 1961) reconoce su deuda cultural con Estados Unidos, con la música, el cine y la literatura. "No sé cuáles serán los ingredientes de mi literatura", dice, pero siente que hay algo de Carver y Ford, pero también algo de Handke y Duras.
Lo que molesta a Prado es que incorporar elementos como el rock y el cine siga molestando en algunos círculos literarios. "Hay una agresividad contra los que hablan de Nirvana en lugar de Vivaldi. Para mi es lo natural, voy al cine tres veces por semana y paso mas tiempo mirando San Francisco que Madrid. Parece que si no escribes sobre la guerra civil no das la talla".
Le desagrada, sin embargo, que lo encasillen en los que para. algunos podría llamarse generación Kronen. "Me siento más cerca de Peter Handke que de Alfredo Mañas", afirma. "El libro de Mañas me ha pare cido bien, pero la película es una basura. Le da la razón a los que piensan que los jóvenes son estúpidos y vacíos. Yo no, me siento vacío, me sobran cosas por las que daría el alma".


viernes, 25 de enero de 2013

Operación Fuenlabrada

De esta nos enteramos tarde y no pudimos ir, pero no me gustaría que no quedara constancia de que Benjamín Prado estuvo el pasado 17 de enero en el Centro Cultural Tomás y Valiente de Fuenlabrada en el marco de los cafés literarios que allí se organizan. Benjamín acudió a hablar de Operación Gladio. Seguro que contó cosas nuevas, siempre lo hace, siempre va más allá... Si alguien estuvo y puede o quiere compartirlo, aquí tiene un foro donde será bienvenido. Mientras tanto, quien quiera saber más de Operación Gladio, que haga clic aquí :-)

Extraída de Fuenlabravirtual.com tenemos una foto para corroborar que efectivamente el encuentro tuvo lugar...

martes, 22 de enero de 2013

Caballo de Troya

Algunos días la obligación y la devoción se unen en un mismo punto. Más raro fue aquel verano en que no dejó de nevar, como dice Sabina. Hoy ese punto ha sido El País. En el primer caso lo esperaba, en el segundo ha sido una grata sorpresa abrir las páginas del periódico y volver a ver un texto de Benjamín Prado. Tan suyo, tan comprometido, tan "aprovechando que tengo al público ahí no puedo no decir". Y ha dicho, y en facebook ha preguntado, ¿Estáis de acuerdo...?

Lo estéis o no, leedlo, disfrutadlo, compartidlo... yo opino que merece la pena, ¿estáis de acuerdo?

La muerte de la militancia


Hacia 1962, el director de la Real Academia Española y miembro de la Generación del 27, Dámaso Alonso, se quejaba, en un famoso poema, del modo en que las siglas políticas y comerciales de la época invadían el idioma: “USA, URSS, OAS, UNESCO / ONU, ONU, ONU / TWA, BEA, K.L.M., BOAC, / ¡Renfe, Renfe, Renfe! / (…) ¡S.O.S., S.O.S., S.O.S, / S.O.S., S.O.S., S.O.S.! / Vosotros erais suaves formas, / INRI, de procedencia venerable, / S.P.Q.R., de nuestra nobleza heredada. / (…) Legión de monstruos que me agobia, / fríos andamiajes en tropel. / (…) ¡Oh dulce tumba: / una cruz y un R.I.P.!”. Si el autor de Hijos de la ira siguiese en este lado del más allá y, por algún motivo, tuviera que volver a escribir ese texto para adaptarlo a los tiempos que corren, igual que se actualiza una aplicación de un teléfono móvil, sin duda incluiría en él los acrónimos llegados desde el mundo de la economía que hoy nos inundan: pymes, Ibex, IVA, Sicav, ERE… El resultado más que previsible es que aunque las iniciales fueran diferentes, la historia que contaran iba a ser la misma: que el lenguaje es un caballo de Troya, un instrumento de poder que nos atrapa, se nos impone, nos fuerza a considerar verdadero e innegable lo que se repite hasta el vértigo, lo que salta de los discursos públicos a las conversaciones privadas para adueñarse de ellas.
Esa sospecha resulta demoledora y no hace más que multiplicar por dos la desconfianza que produce la clase política en general y que provoca, entre otras muchas cosas, que solo dos y medio de cada 100 ciudadanos de la Unión Europea pertenezca a algún partido; que en España, según la última encuesta del CIS, no haya un solo dirigente que reciba el aprobado de la población y que la idea más repetida con respecto a ellos sea que son todos iguales. Una certeza tan poco convincente como cualquier generalización y sobre la que no puede crecer nada aparte del desánimo, porque no hay terreno más estéril que un lugar común, pero que cada vez está más arraigada entre los millones de personas que han quedado a la deriva tras el naufragio del neoliberalismo; que sufren en su propia piel los latigazos de los números rojos y el drama del desempleo; que se ven acorraladas por las deudas y al borde del desahucio, cuando no más allá; que después de trabajar 30 años como remeros de los piratas han sido arrojadas por la borda y ahora se les obliga a entregar sus tablas de salvación a los almirantes, para que puedan tapar con ellas los agujeros de sus barcos.
Esa gente, como es normal aunque suene paradójico, ya no tiene fe en sus creencias; desconfía de propios y extraños, de quienes dictan las leyes y de los que las aplican sin piedad en sus negocios o sus empresas. Y, por supuesto, es de todo punto imposible que se pueda ver a sí misma como una pieza valiosa de la máquina que la tritura.
A la luz de los acontecimientos, parece obvio que la oscura España del pelotazo que esquilmó nuestro patrimonio y nuestra credibilidad hace 25 años, no fue abolida como nos quisieron hacer pensar, tan solo cambió de manos; porque lo único que parece haber ocurrido en las últimas tres décadas es que Mario Conde, Luis Roldán y Javier de la Rosa dejaron su sitio a Francisco Correa, Gerardo Díaz Ferrán o al antiguo director general de Trabajo de la Junta de Andalucía Francisco Javier Guerrero y poco más, puesto que, aparte del cambio de apellidos, el país sigue lleno de timadores que viven a la sombra del poder para lograr que su carrera avance deprisa y su dinero negro suba como la espuma. 
No deja de tener gracia que Luis Bárcenas, el tesorero del Partido Popular que, entre otras cosas, evadió presuntamente al extranjero, como mínimo, 22 millones de euros, fuese tan aficionado al alpinismo, por lo rápido que llegó a Suiza. Mucho menos divertidas son las preguntas que uno pueda hacerse acerca de algunas decisiones del Gobierno o de sus partidarios en el mundo judicial: ¿no sería el hecho de que Baltasar Garzón imputase al tesorero del PP en el caso Gürtel lo que pudo costarle su puesto en la Audiencia Nacional, condenado, según ha escrito en EL PAÍS un exdiputado popular, Jorge Trías Sagnier, “por unas escuchas que fueron muy limitadas y estaban más que justificadas”? ¿No es demasiada casualidad que la amnistía fiscal que ha propiciado el ministro de Hacienda le haya venido como anillo al dedo a su excompañero Bárcenas para que pudiese regularizar 10 millones de euros no declarados? Demasiadas coincidencias, tal vez.Si antes se había decretado la muerte de las ideologías, de la Historia, de la novela y hasta la de Dios, ahora hay que certificar, al menos hasta nueva orden, la muerte de la militancia. Algo que parecen demostrar el último eurobarómetro, según el cual Grecia, España y Letonia, por ese orden, son los tres países del continente donde se tiene menos confianza en los partidos políticos, y un reciente sondeo llevado a cabo por Metroscopia, donde se recoge que el porcentaje de los que aquí desconfían de nuestras instituciones y de sus representantes es, ni más ni menos, que del 97%. Es comprensible, si recordamos que, a día de hoy, existen en nuestro país más de 300 parlamentarios, alcaldes y concejales imputados por los jueces en tramas de corrupción.
El francés Alain Touraine, con quien Bauman compartió aquel galardón, cree que “los políticos llevan demasiado tiempo actuando a espaldas de la sociedad, han roto con ella y al hacerlo han lastrado las democracias”, que al someterse a los poderes económicos renuncian a su papel de “mediadoras institucionales entre el Estado y la sociedad a la que representan, con lo cual nos dejan a casi todos fuera del sistema”. Ese lugar al margen es al que van a parar los parados, los insolventes o los desahuciados.El filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman, ganador en el año 2010 del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y padre del influyente concepto de “sociedad líquida”, que define un mundo en el que no hacemos pie y flotamos a la deriva, dice que la impotencia o sumisión del poder ante los mercados y la caída de aquel espejismo con las palmeras pintadas de rosa que era el Estado de bienestar, nos ha vuelto escépticos e indiferentes, y sostiene que lo único que ha conseguido la posmodernidad es que “hoy nos domine la incertidumbre y no tengamos más valores que los relativos”, porque todo lo demás ha perdido su solidez y, por tanto, no se puede usar como contrapeso a los peligros que tiran de nosotros hacia el abismo. Que el poder se encuentre en manos de “grupos casi abstractos y que parecen fuera del alcance de las instituciones, produce una sensación de impotencia y ha echado abajo los dos pilares sobre los que se debe de articular un país: la solidaridad y la confianza”. Tiene razón, el pesimismo nos domina, nos hace insolidarios y nos obliga a pensar que el futuro cabe en tres palabras: sálvese quien pueda.
El encargo que le ha hecho la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales para que busque el modo de mejorar la imagen de los políticos y su anuncio de que se tomarán medidas legales para endurecer las penas de inhabilitación a los corruptos y mandarlos a prisión, no parece que pueda ser tomada muy en serio cuando en su propio partido cubren y justifican a multitud de inculpados en asuntos muy sospechosos. Y lo hacen con tanto éxito que la inmensa mayoría de los candidatos envueltos en delitos de esa clase, son reelegidos cuando se vuelven a presentar a unas elecciones e incluso, tal y como ocurrió con el antiguo presidente de la Comunidad Valenciana, mejoran sus resultados. Quizás eso cambie ahora que, según dicen los últimos escrutinios, el 87% de los españoles pide que se aparte inmediatamente de sus puestos a los políticos a los que la ley implique en algún delito. Ya veremos si eso tiene un reflejo real en las urnas o solo demuestra que el novelista Mark Twain dijo la verdad cuando escribió que en este mundo hay tres tipos de mentiras: los embustes, las patrañas y las encuestas.Para hacer más hondo el desencanto, las noticias inacabables sobre la corrupción, que incluyen en su nómina oscura desde miembros de la familia real hasta dirigentes de las dos grandes formaciones políticas del país y de los partidos nacionalistas más pujantes, han pulverizado la fe de los españoles en los cargos públicos. Cómo no iba a ser así al ver a algunos de ellos robar, mientras nos imponen a los demás sacrificios sin fin, hasta el dinero destinado a las ayudas sociales, el subsidio de desempleo o las víctimas del terrorismo, que una y otra vez acaba en las cuentas opacas que esconden en diferentes paraísos fiscales los encargados de administrarlo. El yerno del Rey, por poner un ejemplo, usó como tapadera para blanquear capitales, según todos los indicios, una fundación de ayuda a niños discapacitados.
El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, recuerda que “al principio la política falló porque no supo anticiparse a la crisis, ni la vio llegar; y después porque no tomó medidas para impedir el crecimiento de la desigualdad, ni actuó contra los abusos de las corporaciones”; y ahora teme que el desencanto de la mayoría acerque a muchos hacia la ultraderecha y otros suburbios de la condición humana. Sin duda, es un riesgo que no conviene ignorar, porque cuando las personas se sienten atrapadas, buscan libertadores, y ese es un gremio en el que abundan los farsantes y, a menudo, los canallas.
Como dice el sociólogo Juan Carlos Zubieta Irún, profesor de la Universidad de Cantabria, “el comportamiento indigno y zafio de algunos políticos provoca que los ciudadanos se alejen de ellos. La financiación ilícita de los partidos, las listas electorales cerradas, la falta de democracia interna o el incumplimiento de las promesas hechas en campaña explican el grito de los manifestantes del 15-M: ¡No nos representan!”. Una reacción que considera comprensible entre quienes sufren el azote de la crisis mientras tienen noticia de “las prácticas usureras de algunos bancos, el escándalo de las primas y los sueldos multimillonarios de sus directivos o la estafa de las preferentes, que hacen que corran al pasar junto a una sucursal”. La iniciativa de dejar la basura al pie de los cajeros automáticos de ciertas entidades, explica de forma gráfica lo que sienten sus damnificados. Y quizá sea un aviso de lo que puede ocurrir si las cosas no mejoran.
Los nuevos dirigentes de izquierda y derecha que, sin duda, pronto van a sustituir a los actuales, van a tener que trabajar mucho para devolvernos la esperanza, o no saldremos de aquí. Es imposible resolver un problema que no crees que tenga solución.Tienen que hacerlo, antes de que tengamos que escribir otro poema de la familia de Dámaso Alonso en el que se hable de un país irremediablemente partido en dos: “Paro, euro por receta, Bankia, tasa judicial; / privatización, recalificación, prevaricación; / testaferros, desahucios, paraíso fiscal, / sobresueldos, recortes, Suiza, malversación…”. Y así hasta llegar hasta el fondo de reptiles, que es como hace 30 años se llamaba a la dotación para sobornos que guardaban en sus cajas fuertes algunos ministerios. Con la diferencia de que entonces éramos militantes por la mejor razón que se puede serlo: porque teníamos fe en el futuro. Ahora, todo ha cambiado y, según concluye el informe de Metroscopia, si en 2010 empezaban el año con optimismo el 78% de los ciudadanos, ahora nada más que lo hacen el 43%.

jueves, 10 de enero de 2013

México

Si en la antología publicada en El Salvador Benjamín llevó a sus páginas un poema con el mismo título, en su antología "Si dejas de quererme lo sabrá este poema" (y que pudimos leer aquí el lunes pasado)", en la otra antología, la que se publicó en Puebla, "Yo solo puedo estar contigo o contra mí", el (creo) inédito no podía llamarse sino "México".

Hoy lo rescato y pasa a adornar las paredes de este blog para disfrute del público visitante. Benjamín, nos dejes de regalarnos poesía. Gracias!!

México, por Benjamín Prado
En México aprendías que escribir
es tratar de saber a qué palabras
sustituye el silencio;
que cualquier puerta sirve de entrada a un laberinto;
que la vida
no dura lo bastante como para olvidarla.

En México encontrabas
poemas
que sabían
volverse hacia el lector
igual que girasoles
y andar sobre el lenguaje como un lobo en la nieve.

Todas las huellas iban a Octavio Paz y él no era
sólo una estatua - bronce que camina al pasado-,
sino una luz azul,
un río que guiaba la luna entre los árboles,
debajo de los puentes en llamas de la Historia.

-Aquí murió Cernuda; aquí vivieron
Altolaguirre y Concha Méndez. Aquella casa
fue la de Emilio Prados. Busque a León Felipe
dentro del bosque de Chapultepec.

Los fantasmas cruzaban el Callejón del Diablo,
San Ángel, Coyoacán, la Calzada del Hueso,
el Lago de la Muerte... y Octavio Paz hablaba
igual que si bebiera
de sí mismo,
su imagen en el agua, su voz como un imán:
... la furia es el origen de la filosofía...
... piense igual que si hubiera otros dentro de usted...
... las guerras no se ganan disparando a las lápidas...
... cualquier virtud es siempre una exageración...

En México me hablaban las canciones
y supe que lo triste no era que te marchases,
sino que no pensara irte a buscar.

Leer te abre los ojos
y te enseña a vivir.

lunes, 7 de enero de 2013

Si dejas de quererme... o contra mí

Finales de 2012 nos dejó dos nuevos libros de Benjamín. No fue aquí, en España, desde donde escribimos, ni fueron totalmente inéditos, pero sí dos homenajes a este poeta. Porque en esta ocasión ambos fueron de poesía y ambos antológicos. En El Salvador, el uno, "Si dejas de Quererme lo sabá este poema", en Puebla, México, el otro "Yo solo puedo estar contigo o contra mí". 19 poemas el uno, 43 el segundo.
 
Benjamín estuvo "haciendo las américas" durante octubre y noviembre y nos dejó algunos destellos, algunas lecturas que ya hemos publicado en el blog. Pero vamos, esta semana, a aprovechar para dejar dos poemas que vieron la luz en las páginas de estos dos libros y que dan el salto a este rincón on line en el que nos reunimos al calor de la poesía de Benjamín.
 
El primero de los poemas se publicó por primera vez en el libro de El Salvador, en "Si Dejas de Quererme lo sabrá este poema" dando nombre a la antología y homenajeando al país donde se publicó. Un poema escrito desde la felicidad y el miedo. (Recuérdalo en su voz, aquí).
 
San Salvador, por Benjamín Prado
Si dejas de quererme lo sabrá este poema
y todo lo que cuenta se va a volver mentira.
 
Los volcanes de Izalco y Santa Ana
se te olvidarán
y ya nunca habrás ido
al lago Coatepeque,
ni a las Puertas del Diablo,
ni habrás visto volar a los pelícanos
sobre la playa de La Libertad.
 
Si te marchas no habré estado en la selva
del Cerro Verde
y tú no habrás escrito
nuestro nombre en las hojas de un maguey.
 
Yo volveré a mi mundo de llaves sin memoria
y sábanas en blanco
y recuerdos impares;
a pensar que no existe equilibrio más bello
que el de las cosas que se tambalean;
que en el amor,
como en todos los juegos
los dados son más lentos que la suerte
y los tramposos ganan la partida.
 
Si dejo de mirarte
volveré a comprender
que el que dice que sueña con los ojos abiertos
es que en una de las dos cosas miente.
 
Hoy que somos felices
y la luna es tan blanca sobre San Salvador
que la imagino entrando al Café Bella Nápoles
a buscar el fantasma de un poeta perdido,
me ha gustado pensar que te marchabas,
para saber quién eres.
 
Hasta el miedo es hermoso desde que estamos juntos.