Como ya anunciábamos allá por el mes de mayo, los poderes políticos han movido a Benjamín Prado del sillón de director de la revista cultural Benjamín Prado. La propaganda se abre paso entre la cultura y los políticos, atiborrados aún de desfachatez e inmunes al odio de la gente, siguen creyendo que teniendo el poder político tiene el derecho de hacer lo que les de la gana.
Por eso, vestido de recortes, como todo, Benjamín Prado deja con este número y con este texto, la dirección de Cuadernos Hispanoamericanos, como él mismo dice, "al volver la última página se cerrará, al menos por ahora, el ciclo que comenzó en febrero del año 2010. Aunque también como es él, siempre nos deja una sonrisa de optimismo en las últimas palabras "si tuviese que apostar por algo, sería porque volveremos a vernos". Eso seguro.
Desde aquí un ¡gracias por el trabajo bien hecho! y un abrazo tan fuerte como enorme desprecio hacia quienes nos están hundiendo en la pobreza y en la incultura.
Una sola puerta y todas las historias
Por Benjamín Prado, Cuadernos Hispanoamericanos nº 744
Una sola puerta puede cerrar muchas historias, y eso es lo que ocurre con este número de Cuadernos Hispanoamericanos en el que al volver la última página se cerrará, al menos por ahora, el ciclo que comenzó en febrero del año 2007, cuando me hice cargo de su dirección. Vivimos tiempos de cambios en que los números rojos propician los ajustes de cuentas, y entre una cosa y la otra, hoy se ha puesto fin a una aventura que comenzó en aquella entrega número 680 de esta revista, que se abría con las colaboraciones de Juan Gelman, Mario Benedetti, Ángel González o Alfredo Bryce Echenique. En el siguiente, escribían Mario Vargas Llosa, Gioconda Belli y Joan Margarit. En el que le sucedió, Almudena Grandes, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez o Ernesto Cardenal...
Y así hasta este ejemplar número 744, en una larga lista de temas, autores y países con la que he intentando dejar constancia de las diferentes voces que integran nuestra cultura y nuestro idioma. En los poco más de cinco años que se me ha dado el privilegio de convertirme en parte de la historia de esta extraordinaria revista, han ido pasando por sus páginas, en algunos casos de menera muy habitual, las firmas de premios Cervantes como Juan Marsé, Ana María Matute, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Carlos Fuentes o Álvaro Mutis; y los maestros como José Manuel Caballero Bonald, Eduardo Galeano, Francisco Brines, Claribel Alegría, Ferreira Gullar, Nélida Piñon, Félix Grande, Sergio Ramírez, Ida Vitale, Hugo Mujica, Rafael Cadenas, Raúl Zurita o Ángeles Mastretta; o las de autores aún jóvenes pero ya consagrados como Juan Manuel Roca, Fernando Savater, Piedad Bonnett, Darío Jaramillo, Andrés Sánchez Robayna, Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenta, Reina María Rodríguez, Julio Llamazares, César Aira, Luis García Montero, Horacio Castellanos Moya, Gustavo Martín Garzo, Ignacio Martínez de Pisón o, entre un larguísimo etcétera, Felipe Benítez Reyes. La mayor recompensa que he tenido a este trabajo ha sido una carta de Mario Vargas Llosa en la que el premio Nobel señalaba "la profunda vocación democrática de una tarea en la que el único criterio de selección ha sido la calidad de los colaboradores". Le pido perdón por hacer públicas esas dos líneas como quien levanta una copa ganada en un estadio.
En estos años, también he puesto especial interés en otras dos cosas: la primera, lograr que los más jóvenes creadores de cada país encontraran aquí un espacio desde el que darse a conocer, e infinidad de ellos han publicado en Cuadernos Hispanoamericanos sus artículos, sus manifiestos y, a veces, sus primeros versos; la segunda, en aprovechar mis viajes a Latinoamérica, bastante habituales, invitado a participar en alguna feria del libro o a presentar alguna de mis novelas, para llevar la revista de viaje, y así han ido apareciendo monográficos o páginas especiales dedicadas a la literatura de hoy en diferentes países que han sido presentados, por ejemplo, en Argentina, Chile, Cuba, Ecuador, Perú El Salvador o Nicaragua, cumpliendo en mi opinión dos de las funciones básicas a las que obligan las siglas de la Aecid: la cooperación y el desarrollo. Tengo la esperanza de haber contribuido a multiplicar el nombre de Cuadernos Hispanoamericanos en esos países y en otros, como Brasil, al que dedicamos un tomo aparecido, por primera vez en sus más de seis décadas de existencia, en edición bilingüe español-portugués.
Una sola puerta puede cerrar muchas historias, y las más hermosas que he vivido en esta casa han sido las conversaciones e intercambios de ideas que he podido tener con todas las personas que me han ofrecido su amistad y su colaboración. Gracias a ellas; a aquienes confiaron en mí a la hora de reflotar este barco y, sobre todo, a los lectores de Cuadernos Hispanoamericanos: todo ellos me han otorgado el enorme privilegio de poner un tesoro en mis manos. En el futuro siempre está nublado y la vida, como dijo Jaime Gil de Biedma, nunca es exactamente como uno se la espera; pero a pesar de todo, si tuviese que apostar por algo, sería porque volveremos a vernos.
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