Indicios
Por Benjamín Prado
En el rosal asoman las uñas del leopardo.
En las hojas caídas
se oye volar aún a las palomas muertas.
El reloj cava un pozo en el hombre dormido.
Eso es lo que aprendí
aquella noche, al observar mi casa.
Vi la ceniza,
el musgo,
vi el cuchillo oxidado;
vi el cuerpo que se borra al alisar la sábana
y la flor que se hunde en las islas del moho
y la gota de sangre que crece en la cereza.
Eso es lo que aprendí
aquella noche:
vi que el color rojo
esperaba los dedos de la mujer herida;
vi la estrella de mar
enterrada en la palma de la mano;
vi el reptil repartido entre las uvas.
Fue entonces,
cuando el viento
sopló desde el jardín su cáncer verde;
cuando en la taza rota habían pasado cien años;
cuando mi piel fue un río de la luna.
Aquella noche,
al observar mi casa.
Aquella noche en que busqué respuestas
como el silencio busca hombres dormidos
donde ensayar la muerte.
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