De su paso por Granada y del gran concierto en el parque Federico García Lorca debíamos un post. Habíamos visto vídeos en youtube (podéis verlos todos clicando aquí), leído noticas sobre el acto (aquí las puedes leer todas) e incluso twits sobre lo mucho que gustó el concierto (los retweeteé en su día a través de @PradosUrbanos (accede aquí), pero todo queda desplazado por la experiencia de haberlo vivido en directo.
Eso es lo que hizo Marta Ávila, vivirlo y contarlo. Nos ha enviado una grandísima crónica en la que nos narra y nos traslada a aquella noche en aquel parque. No es la primera vez que Marta hace de intrépida reportera (la anterior nos contó uno de los conciertos con Coque Malla), y esperemos que no sea la última. Merecen tanto la pena... Además, en este texto podemos encontrar versos inéditos dentro de esas fronteras. Tesoros, que la pala de Marta, y su talento y buen hacer, nos descubren.
Muchas gracias Marta, en nombre del blog y de todos los que gracias a esta crónica lo sentimos casi como si hubiéramos estado allí:
Eso es lo que hizo Marta Ávila, vivirlo y contarlo. Nos ha enviado una grandísima crónica en la que nos narra y nos traslada a aquella noche en aquel parque. No es la primera vez que Marta hace de intrépida reportera (la anterior nos contó uno de los conciertos con Coque Malla), y esperemos que no sea la última. Merecen tanto la pena... Además, en este texto podemos encontrar versos inéditos dentro de esas fronteras. Tesoros, que la pala de Marta, y su talento y buen hacer, nos descubren.
Muchas gracias Marta, en nombre del blog y de todos los que gracias a esta crónica lo sentimos casi como si hubiéramos estado allí:
«De mayor quiero ser el del medio de Pereza», Benjamín Prado.
Por Marta Ávila.
Si uno suma Granada y trece de mayo de 2011, el resultado es para no olvidar y, más aún, para repetir todas las veces que Benjamín Prado vuelva a juntarse con los Perezita. No es la primera vez que estos tres tipos se unen, y yo ya tuve la suerte de verlos en el ciclo Poétame, en marzo de 2010, en San Vicente del Raspeig (Alicante). Si aquella noche fue tan hermosa que aún la recuerdo cercana en la memoria, la noche del pasado 13 de mayo fue insuperable, al menos hasta la próxima vez que este trío de ases se una para volver a cambiar los límites de sitio.
Desconozco el secreto de la incuestionable magia de los directos, pero cuando uno vuelve a ver a Benjamín, Rubén y Leiva, todo suena a nuevo. Si coincide en dos repertorios una canción, jamás es la misma repetida. Ocurre que Miguel Ríos tenía razón al confesar aquella letra de Víctor Manuel: “Siento que el equipo aquel nunca suena igual. / ¿Qué misterio habrá? /Si logramos conectar lo demás se puede olvidar”.
En esta ocasión, el lugar elegido para ofrecer este rock & poetry era una maravilla, mejor imposible: uno de los mejores parajes al aire libre con los que cuenta Granada: el Parque Federico García Lorca, construido alrededor de la casa del poeta granadino. Un lugar hecho de Naturaleza donde la paz, los rosales y el verde de los árboles sustituyen el mecanicismo que rige la vida moderna.
Al llegar al lugar de la cita, la multitud, paradójicamente, iba haciéndose cada vez más incontable, fuimos tantas las personas que nos juntamos tras la casa del autor de «Poeta en Nueva York» que si existiera algún dios, tampoco él hubiera podido hacer el recuento. Por fin empezaba el viernes y Lorca, durante casi dos horas, dejó de significar ‘terremoto’ o ‘destrucción’, para convertirse en maná de notas, letras, armónica y guitarras. Las farolas del Parque se fueron apagando una a una, como si se tratara de velas. En cuanto dejó de lucir la última, apareció Benjamín Prado sobre el escenario sonriendo con un sombrero de copa muy sugerente al grito de ”Buenas noches, Granada”. En la celebración hubo seis sorpresas: tres poemas de Benjamín Prado inéditos en España y tres canciones de los Pereza aún no grabadas. El júbilo general se fue transformando en una apoteosis que se mantuvo como constante vital de ida y vuelta y no dejó de retroalimentarse durante el acto.
La fiesta empezó con ‘Pelos de punta’ –del disco «Algo para cantar» de los Pereza-; para mí, toda una sorpresa de rock & roll ligero que yo –qué ruina- no conocía. Rubén, Leiva y Benjamín, juntos: “Alrededor de una bombilla a las 3 de la mañana / vuelan dos polillas y ella se ha ‘largao’ a su casa / y yo tirado en la cama rascando la guitarra, / a veces, un porro y a veces una paja […] ya no sé qué decir que te ponga los pelos de punta”.
Acabando los últimos acordes, empezaron a sonar los primeros de ‘Está lloviendo’, tema de «Aviones»,–el disco por el que yo descubrí a los Pereza-. Lo difícil no es escribir una canción, sino personalizar lo universal y que parezca sencillo: “Saco canciones del alma, / y me las vuelvo a comer…/ Luchando cada palabra, / y tú como quien oye llover…” Jamás olvidaré la nube de vino que me llovió encima en aquel momento por la euforia de una seguidora desmesurada que no supo controlar su vaso, qué bárbaro, ni Baco introduce de ese modo en el climax, y Benjamín Prado -claro, siempre a la altura de las circunstancias-, recitaba el primer poema de la noche, su “canción políglota del vino”, ‘El optimista’, de «Marea Humana»: “Por aquellos / que saben, /como mandó Cernuda, / pedirle /a su existencia / dirección / y sentido […] Por […] los que al comer pan / saben /el idioma del trigo”, con uno de esos finales que operan en uno, al modo que lo hace el abrazo de un amigo con pitillo compartido: “Por la esperanza / de que no lo olviden”, versión «No me cuentes tu vida» - una maravillosa antología, que acaba de ser publicada en Perú, que Benjamín tuvo en las manos durante todo el recital rockero-.
La segunda pareja, en mi opinión, fue una de las mejores casadas de la noche. Lo cierto es que estremecía escuchar a media luz a esos tres chicos, que todavía no saben que son genios, trabando ‘Champagne’ -también de «Aviones», como el resto de los temas de la velada- con ‘El Resucitado’ –poema X de ‘El enamorado’ de «Marea Humana», en la versión de «No me cuentes tu vida» -. Aquello sonó muy bien: “Dos cuerpos de alfiler se pinchan sin frenos, / no miden si más o menos. / Pero no, pero no tengo la culpa de ser más yonqui cada vez /de tus taras y tus multas, de tus pies…”. Nunca dejará de sorprenderme el hecho de que en medio de la efervescencia siempre presente en los rock & poetry en los que participa Benjamín, sea con Coque Malla, con los Pereza o con el mismo Joaquín Sabina, todos los presentes guardan un silencio lleno de mimo cuando él recita; será que el propio Benjamín tiene razón cuando dice que “el hecho de que no le guste a alguien la poesía es antinatural”. Ahí van cinco de mis veintinueve versos favoritos del poema: “Y ahogué en mi propia sangre /al inocente que no supo / que dártelo todo / lo convertía en un hombre sin nada. / Vacío para ti.”
La celebración continuó con la lectura de ‘María y el fantasma’, poema recogido por primera vez en «No me cuentes tu vida», que junto con un segundo homónimo y ‘Nunca es tarde’ son tres piezas hasta ahora inéditas a este lado del charco, que merecen que esa antología se edite también en España y, en su defecto, son una buena excusa -como dice mi amiga Adriana Estébanez- para escaparse a Perú a por ella. Supongo que ya encontraron este poema en las páginas de este mismo blog; búsquenlo si no es así, porque no tiene ni una sílaba de desperdicio. Valle Inclán hablaba de la “perspectiva del titiritero que mira a sus muñecos” cuando le preguntaban cómo era capaz de fabricar la magia en poemas como ‘Rosa del pecado’, supongo que trató de recrear el esperpento en esos versos que yo, sin dejar de admirar cada vez que leo, cambiaría con los ojos cerrados por la perspectiva de camarada -que te enciende a un cigarro y te convida a unos sorbitos de su copa- de Benjamín; ‘María y el fantasma’ es una buena prueba de ello. Si no se sienten así al leerlo, yo pago la próxima copa.
A continuación, tras tocar ‘Windsor’, los Pereza nos sorprendieron con el primero de los tres temas nuevos de la noche, ‘Ozono’, cuyo comienzo es de esos que colocan al borde de un abismo: “A veces busco respuestas / mirando el cielo aburrido / de ese manojo de estrellas / y de ozono en un revoltijo. / A ver qué pasa si aflojo, / a ver qué pasa si tiro, /a ver qué pasa si corto / y después aflojo en un hilo […]”. Cuando uno cree que no se puede llegar más alto a la hora de traducir la palabra ‘arista’ a ‘espejo’, suena de nuevo sorprendente la voz de Benjamín con ‘Bandera blanca’, uno de los poemas irrepetibles que luchan por abandonar a cada verso las trincheras o rellanos del amor porque lograron ver su ‘azul’ continuo al final de la ‘luz roja’: “tú vives porque yo existo, / yo moriría por ti. / Bandera blanca, mi amor. / Bandera blanca, amor mío.” A sabiendas de que el exceso pueda diluir el efecto, diré que este poema es una maravilla, originalmente publicado en «Iceberg»; después en ‘A vuelta de correo’; y hoy también recogido en «No me cuentes tu vida»; siempre me hará pensar en los versos de Jaime Gil de Biedma. “Para saber de amor, para aprenderle, / haber estado solo es necesario." J. Gil de Biedma.
Al introducir la quinta pareja, Leiva nos erizó la piel: “Esto que vamos a hacer es una saeta carcelaria. Un hombre, desde la cárcel, me lo mandó en un SMS, me emocioné al leerlo y le puse música y de eso salió una canción que se llama ‘Vis-à-vis’.”. Mientras Leiva la cantaba, yo le robé al vuelo cuatro versos, aquí van: “Ayer te escribí una carta, / hoy te escribo esta canción. / Mañana tenemos cita / donde le roban tiempo al amor.”. Benjamín continuó con su segunda sorpresa de la noche, el inédito que cierra esa maravillosa antología peruana, ‘Nunca es tarde’, si los versos que lo forman, pudieran ser color, serían verde-prado. Me explico, si un día Benjamín escribió “Nunca es tarde para empezar a tener mala suerte ,refiriéndose a la que corrió Paul Valéry al cruzarse con la mujer cuyo amor se bebió hasta la última gota de su vida destruyéndolo al final de sus días; estos versos, por la misma razón, revelan y son todo lo contrario, una suerte de poema, una esperanza soplada al viento: “[…] de pronto la puerta no es un error del muro / y la calma no es cal viva en el alma / y mis llaves no cierran y abren una prisión”. Además de ser una idea genial, cada verso del poema comparte puro contento al conseguir inundar de una telempatía filantrópica que despierta satisfacción.
Desde el punto más alto del encuentro, Leiva se atrevió con ‘Tiramisú de limón’, advirtiendo con modestia: “Que Joaquín Sabina me perdone”. La calidad no bajó, ni en este momento, ni en todo el durante del rock & poetry. A continuación, los tres juntos estrenaron ’El botín’ una maravilla de canción a seis manos con la tinta aún caliente: “A mi perder me mata, / a ti ganar te pierde. / Yo buscaba un tesoro / y tú sólo un botín.” ¿No es genial? No cuelgo videos porque la calidad no hace justicia al directo, ojalá se grabe algún día este tema con aquel final brutal de armónica de Benja inserto en el coro de guitarras.
Le llegó el turno a Rubén, que recordó el Poétame de Alicante y, tras añadir: “¡Benjamín Prado!, el sombrero más sexi de todo el planeta”, llenó con su voz todos los espacios del escenario con la lectura de ‘Caminos’: “El camino que lleva desde la tinta a Shakespeare, / de la flor / a la mano de los enterradores…”, poema de «Iceberg», también recogido en «No me cuentes tu vida» cuyo final, la mitad con rizos de los Pereza, deslizó sobre los primeros acordes que le extendía Leiva para dar comienzo a una de mejores canciones de ‘Aviones’, ‘Amelie’.
En ningún momento dejó de haber una tónica festiva; ya fuera bailando o haciéndose guiños a modo de chascarrillo, esos tres chicos sembraban la sonrisa permanente a los que estábamos en aquel Parque, al permitirnos ser espectadores del buen rollo en que estaban entrecruzadas sus energías. En este punto, Benjamín nos confesó: “Cuando alguien me pregunta qué quiero ser de mayor, yo respondo que el del medio de los Pereza”. A lo que las guitarras de Los Pereza, replicaron a dúo emocionadas homenajeando a Benjamín al introducir los primeros tonos de la última canción del ‘Aviones’ ‘Llévame al baile’. Antes de la última estrofa, Benjamín desenfundó de «No me cuentes tu vida» el poema III de ‘El enamorado’ y, acompañado por las guitarras de Leiva y Rubén, leyó in útero: “Eso no, vida mía, / eso no voy a dártelo, / yo que te lo doy todo…” Si alguien me permitiera facturar en un cofre un solo poema para rescatarlo en el año 5000, yo tendría un grave problema, pero sin duda, éste es de los que más me piden la llave de la cerradura de ese cofrecito. Ya lo dijo Dante Alighieri: “El único secreto en el amor es desterrar los disfraces”… Aunque el video está incompleto, no me resisto a copiar este enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=cnzZiKceMO4
Por último, en los bises, ‘4 y 26 ‘ y ‘No me cuentes tu vida’. Tras este poema -que ya dije, forma parte del trío inédito que merece ese viaje al Perú-, en otro de los alardes de generosidad a los que uno nunca se acostumbra, Benjamín Prado lanzó sus ejemplares hacia el público en forma de palomas batiendo en vuelo con alas de antología y los Perezita cerraron aquel trece poético con la balada ‘Violento amor’ y ‘Lady Madrid’, adoro el sabor a Traveling Wilburys y Joaquín Sabina que me deja este rock & roll cada vez que lo escucho.
En fin… Sólo puedo decir que, si se trata de algo que hace Benjamín, mi respuesta siempre será “sí a todo”. Tuve la suerte de conocerlo hace un año y medio y, desde entonces, sólo se ha equivocado en una cosa. Aunque él diga que “recita, habla, canta o actúa para los que están a partir de la sexta fila porque los de las seis primeras son el público fijo al que es imposible sorprender”, yo -que estoy segura de no ser una excepción- siempre que voy a verlo, vuelvo a casa más viva, siempre me hace efecto. Siempre tan generoso con sus libros y tan cercano en sus versos… tan afable y, a la vez, tan prominente que un día de estos se saldrá de España y vivirá en dos continentes a la vez, si es que de algún modo no lo hace ya dentro de cada una de las estanterías que habita en España y América latina… Ya ven, hay tipos a los que siempre se les quedan pequeñas las fronteras del adjetivo ‘insuperable’. Compruébenlo si tienen oportunidad y me cuentan.
Marta, he leído tu crónica y nada más terminar me levanté cogí un sombrero y volví a leerla y a continuación me lo quité como descubriéndome ante tanta belleza. Tu prosa se contagió de la poesía "verde prado" y del sonido de las guitarras que aderezan la crónica.
ResponderEliminarBesos mil.
Muy chula la crónica, Marta. Te la has currado. Además, percibo cierto estilo benjaminiano (él también como Bob Dylan de "tan sustantivo acabará convertido en adjetivo"
ResponderEliminarGracias!
Gracias Juan Jo, ¡qué tipo tan genial! Te estoy imaginando de segunda lectura con sombrero y me da la risa, ¡qué crack! En cuanto pueda, me escapo a "Chespir's nait" Sí, ja,ja,ja, lo de esos tres chicos fue para quitarse el sombrero. Un abrazo. Umm, Catalina, se tendrá que notar por algún sitio todo lo que una se bebe, ¿no?, ja,ja.
ResponderEliminarMeadow, gracias a ti: ¡Eres un gusto de jefe, el mejor jefe que he tenido!, ja,ja,ja. Para mí es un placer hacer de "reportera Gustavo" si es para ti y tu blog. Me diverti dos veces, viéndolo y escribiendo tres semanas después. Ojalá repitan prontito.