Desde Facebook Marta Ávila nos avisaba de la publicación de una nueva entrevista sobre Benjamín Prado y Operación Gladio en la web ...sigue leyendo en el que Raúl Argemí pregunta en torno al libro, centrándose en el tono más político del libro y Mireya de Sagarra fotografía al autor, que estaba en Barcelona, en la pose que podemos ver a la derecha:
-¿Cuál es la razón para que un escritor como Benjamín Prado, nacido en el 61, escriba Operación Gladio, una novela que gira sobre el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha en el 77, y se extiende por la red de carniceros fascistas orquestada por la CIA para impedir que en Europa el comunismo llegue al gobierno? -Uno no elige los recuerdos. Ni elige en qué medida los va a recordar. Rafael Alberti dijo: he conocido a Picasso, a Neruda, pero de lo que no me voy a olvidar nunca es de una canción de propaganda que oía en la radio de niño. Para mí, uno de los recuerdos de mi infancia más fuerte es el asalto al Palacio de la Moneda, con Salvador Allende resistiendo con su casco. También el terremoto de Managua, y el asesinato de los abogados de Atocha. Luego, otro recuerdo potente que se encarnó en este libro, es el del Valle de los Caídos. Recuerdo que cada año nos llevaban con la escuela, y siempre sentía lo mismo. Había allí algo como una fuerza que tiraba para abajo; una tristeza siniestra.
-Dos son los casos que convergen en Operación Gladio. Por un lado, el asesinato de los abogados a manos de sicarios de la derecha. Por otro, la petición de los restos de un republicano que fue enterrado ilegalmente en el Valle de los Caídos. Quería escribir una novela de espías –reconoce Prado-, porque cuando escribo me gusta divertirme, y una novela de espías era lo ideal. Entonces pensé en una conspiración de estado, en los pasillos sucios del poder, recordé lo que sabía de Gladio, y me pasó lo que le pasa a Alicia Durán, la periodista de mi novela, cada vez fui a más. Cuando asesinaron a los abogados la investigación avanzó sólo hasta cierto punto. El punto en se empezó a ver que los asesinos habían recibido armas y estaban conectados con servicios españoles, y que detrás de ellos estaba Gladio, o sea la CIA. Ahí se detuvo todo, nadie quería mirar a la cara a la CIA. Algunos dicen que es paranoia vincular a la CIA con todas las conspiraciones, pero lo cierto es que siempre ha estado allí, con o sin paranoia”.
-Los libros como éste revisan la Historia de España. La Transición se ocupó de pasar una gran goma de borrar sobre la memoria. -Para mí era inevitable hablar de la Transición, tan elogiada, tan ejemplar, para lo que querían conseguir en aquel momento. Y puedo entender que en el 77 la gente tuviera ciertos miedos, pero hoy ya no somos los mismos, podemos mirar de frente algunas historias. Nada impide que nos propongamos revisar el pasado. Aunque a algunos eso les moleste y piensen que, cuando alguien quiere saber quien fue su padre, o desea recuperar los restos de su abuelo para llevarlos al cementerio, quiere reabrir heridas y busca venganzas. Es un despropósito, pero muy propio de España. Elegimos vivir de espaldas al pasado, mirando con desesperación hacia adelante. Otros países, como Francia, Italia, o Argentina se han atrevido a mirar el pasado, nosotros, cuando un juez como Garzón quiere investigar, lo condenamos.
-Uno de los recursos de Operación Gladio es el libro de entrevistas que prepara Alicia Durán. Las entrevistas retratan con meticulosidad a distintos actores de esos tiempos. Tiempos que dejan una marca porque el discurso y los razonamientos del entrevistado del PSOE son casi idénticos al del entrevistado de la derecha. -Me alegra que se note, porque piensan igual la derecha y la… ¿izquierda? Bueno, el socialismo. Lo que había de izquierda en España, el Partido Comunista, fue uno de los grandes perdedores de la transición, arrió todas las banderas para conseguir sólo la extinción.
-Los supuestos entrevistados coinciden en afirmar que “en el Estado de Derecho, lo que no se puede probar no existe”, afirmación que es una corrupción flagrante, y propia de abogados que cofunden la trapacería judicial con la filosofía del derecho. -Es que para ellos el estado de Derecho es sólo la excusa que alimenta un juicio, la realidad va por otra parte. Para ellos un crimen existe si se puede probar, que haya un muerto no es suficiente. Es que las dictaduras que permanecen mucho tiempo dejan resaca, vicios que se extienden a los tiempos de democracia. No hay más que ver cómo actúa la derecha española cuando pierde alguna elección, se siente saqueada. Ellos están convencidos de que tienen un derecho que nadie más tiene para estar arriba.
-Una cosa que siempre me sorprende es que la derecha española es atrabiliaria, que no hace ni siquiera el gesto de otras, más modernas, para agiornarse, ponerse al día, que actúa como una casta con derechos otorgados por Dios. -Piensan como una casta que está más allá del juicio de los otros y aceptan el juego del voto, pero no aceptan que a veces les ganen, les parece injusto, porque siempre tuvieron y tienen razón. Eso fue lo que se conservó con la Transición. La organización Gladio, que cita en su novela Benjamín Prado, fue creada luego de la Segunda Guerra Mundial por EEUU para impedir el acceso de los comunistas a los gobiernos europeos. El premio Nobel de la Paz Henry Kissinger fue su operador más eficiente en los años 70. El mismo Kíssinger que facilitó que los pistoleros fascistas italianos sumaran sus fuerzas a los pistoleros derrotados de la OAS, y a los asesinos más o menos triunfales de las AAA de Argentina, para torturar en media Latinoamérica. Esos pistoleros operaron en España, por el año 77/78 con el amparo de elementos locales. Tras esa investigación va su periodista, la pista italiana de Gladio.
-La CIA opera en todas partes, pero pocas veces, muy pocas veces, sin conocimiento y apoyo de las fuerzas locales. ¿Por qué se sabe tan poco de los españoles comprometidos es los asesinatos? -Porque no hay voluntad de saber. Hay que recordar que a poco de eso estábamos metidos en el GAL, con los mismos métodos pero desde un gobierno socialista. Algo así como que al enemigo no se le vence ni se le convence, se le hace desaparecer, se le elimina. Son métodos que no tienen nada de democráticos. Y con todo eso siembran al fin el miedo y se avanza en el control de la vida de las personas. A cada rato nos dicen, si usted no tiene nada que ocultar, ¿por qué se preocupa de los controles?, y los controles siguen avanzando. Cambiamos seguridad por pérdida de la libertad.
-El terrorismo, ese fantasma tan inasible, permite extender el miedo, la gente tiene más miedo a algo que difícilmente le llegue a matar que a lo más cercano, un accidente o un infarto. -Tampoco se entiende el terrorismo, que parece todo muy parecido, cuando muchas veces son respuestas a ataques como los de la CIA en Libia, por ejemplo, con aviones fantasmas, cohetes teleguiados, todo tipo de armas sucias, a lo que les responden de la misma manera.
-No deja títere con cabeza, pero salva a la monarquía española, como muchos españoles. Voy al hueso. Tengo la convicción de que el Franquismo duró 40 años porque los españoles se dijeron “es lo que hay” y tragaron. ¿Cuántos años habrá que esperar para que los que tragaron esta monarquía franquista se atrevan a mirarla a la cara? ¿Sucederá alguna vez? -(Ríe) Nunca. Eso no sucederá nunca. Esta monarquía es la cara de la Transición, es lo pactado. Una negociación en la que, como dice uno de mis personajes, “eran cuatro y el nuestro el más tonto”, porque los que verdaderamente perdieron fueron los comunistas. Aunque tengo mis dudas de que Carrillo fuera el más tonto, tal vez era el más vivo. Tiene razón. Cuesta suponer inocencia en un dirigente que sobrevivió a todas las purgas del estalinismo soviético. . Operación Gladio. Tres mujeres están en el centro de la acción. Hacía tiempo que no veía tantas mujeres en acción. Una es Bárbara, una juez de derechas –¿hay otra clase de jueces?-. Otra es Mónica, una progre que defiende a Garzón y trabaja con los grupos de recuperación de la memoria, al tiempo que es amiga de la jueza. Y la tercera, la periodista antes mencionada. Buen ojo y buena pluma la de Benjamín Prado para narrar desde las pasiones y las minucias cotidianas de estas tres mujeres; no es cosa fácil. Aparte de eso, un fragmento sucio de la historia reciente de España, con olor a pólvora y ocultamiento. Para leer y alimentar la paranoia. Como dijo cierto pensador anónimo, en este mundo, el que no está paranoico es porque está loco. .
Uy, si aquí aparezco yo, ja,ja,ja. No lo había visto. Gracias Meadow. Vi esta entrevista de casualidad y me encantó... El modo en que Argemí articula las preguntas y las respuestas que da Benjamín. Se nota la consideración a 'Operación Gladio', que me encanta doblemente, por necesario, y por estar inmejorablemente escrito. Un abrazo.
ResponderEliminarEstoy acabando de leer la novela. Me gustó mucho los dos anteriores “Jamás saldré vivo de etse mundo” y “Mala gente que camina”, pero esta última novela la he encontrado dispersa, quiere hablar d emuchas cosas (supongo que estan interrelacionadas), da demasiados datos históricos, e caballo entre el reportaje y la novela. Hay algunas inexactitudes, lo cual llama bastante la atención cuando hay un alarde de documentación : la policía secreta de Ceacescu no fue la Stasi (RDA-Stroessner) sino la Securitate. Y lo vi nada más lo leí. En fin, sales de la novela abrumada e inquieta. Si ésa ha sido la intención del autor, lo ha conseguido, pero se disfruta poco, literariamente hablando. En cuanto al lenguaje, me recuerda algo a Almudena Grandes (a la que se rinde homenaje con “Mónica Grandes”). Tebngo pendientes varios sobre la transición, el de Ignacio Martinez de Pisón, el de Rafael Reig, a ver qué nos dicen. Un saludo.
ResponderEliminarYo tambien he cometido un error, no es Stroessner sino Honecker, el president último de la RDA. Os pido disculpas.
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