jueves, 3 de diciembre de 2009

Querida. Un epistolario a 18 manos

En pocos lugares se siente más que en una carta. ¿Os acordáis? Yo no mucho, y eso que practiqué bastante. La tecla ha sustituido al bolígrafo. Afortunadamente nos quedan poetas, autores que siguen escribiendo cartas. 18 de ellas forman el libro "Querida", de ediciones Península.

Un libro que quizá pase desapercibido pese a que tiene kilates con nombre de Eduardo Arroyo, Bernardo Atxaga, José Luis Borau, Sergio Cabrera, Francisco Calvo Serraller, Medardo Fraile, Carlos Franz, Luis Goytisolo, Pedro Guerra, Gustavo Martín Garzo, Antonio Martínez, Eduardo Mendicutti, Benjamín Prado, Javier Reverte, Santiago Roncagliolo, Daniel Samper, Juan Gabriel Vásquez, Vicente Verdú y Ángel González.

La de este último debe ser para sucumbir, pues es la carta póstuma que Ángel González le dejó escrita a su mujer, Susana Rivera, cuando él muriera. En esa carta, y según la agencia EFE: "confiesa en ella que sólo le entristece la muerte por una razón, por no poder volver ver a su esposa, la persona "que más quiero en este mundo -dice-, también la más honesta, la más íntegra, la más buena: la mejor".

"Gracias por toda la felicidad que me diste. Recuerda tú los momentos de felicidad que vivimos juntos y que esos recuerdos te sirvan de ayuda en estos momentos tristes. No te dejes dominar por la tristeza", continua el poeta, quien se despide con un beso "muy largo, interminable".

EFE sigue informando que: "Para publicar este volumen, el editor Pepe Verdes invitó a una serie de intelectuales a escribir a una mujer y, fortuitamente, tuvo noticia de la carta de González a través de Benjamín Prado y decidió incorporarla a "Querida. Cartas de Hombres a Mujeres", gracias a la generosidad de la viuda del gran poeta, Susana Rivera.

Los intelectuales invitados al proyecto debían redactar una carta a una mujer, sin que la relación existente con ella fuese determinante, ya que podía tratarse tanto de una amiga del colegio, como de una amante, una madre, una desconocida en el metro, etcétera. "

Aún no conozco la de Benjamín, habrá que buscarla, mientras tanto, y para abrir boca, pinceladas de algunos lienzos a la carta:

«Ésta es una carta de protesta, de protesta airada y por delegación, además...» (J. L. Borau).
«¡Que sorpresa encontrarnos después de tantos años y qué poco nos hemos visto!» (M. Fraile).
«Nunca vas a leer estas líneas. ¿Tiene eso importancia?» (L. Goytisolo).
«Tenemos una crisis doméstica con la mortadela» (A. Martínez).
«Estaba acodado mirando al vacío en el palco de la ópera...» (F. Calvo Serraller).
«Esta misma mañana he pasado la palma de la mano por la parte superior del armario ropero...» (V. Verdú).
«El canal para adultos pone esta noche Lo que el viento me metió...» (S. Roncagliolo).
«El matrimonio nos está distanciando» (E. Mendicutti).
«Muchas veces a lo largo de este tiempo me he preguntado dónde estarías...» (G. Martín Garzo).

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