sábado, 12 de diciembre de 2009

Entrevista de poesía

Benjamín concedió al diario El Comercio, de Ecuador, una entrevista mientras estuvo, no hace mucho, en la feria del libro de Quito. En ella comienzan definiéndole como el que aparece en los créditos del disco de Sabina, pero acaban hablando de poesía. Interesante.

La poesía es más importante que la economía.
El Comercio. Por Flavio Paredes Cruz

El nombre de Benjamín Prado figura junto con el de Joaquín Sabina, entre los créditos del último disco del cantautor español. Ambos comparten la autoría de los temas de ‘Vinagre y sal’. Más allá de eso, su firma consta inmortalizada en la solapa de 21 libros, entre poesía, ensayo y novela.

En el ingreso del Hotel Colón, golpetea con sus Converse negras sobre la baldosa blanca. Gesticula con sus manos, mientras su boca deshilvana las palabras...

¿Hay diferencia entre escribir poemas y canciones?
Joaquín siempre afronta la canción como si fuera un poema. Hace 30 años que lo conozco, y muchas veces hemos hablado de poesía, casi nunca de música. Durante los siete meses que hemos tardado en escribir este disco, discutimos como dos poetas: peleando por adjetivos, por cada coma; no hay una sola canción que no haya tenido batallas. Lo gracioso es que hemos salido más amigos.

¿Hay música en tu poesía?
No hay un buen poema, que no tenga música; tampoco hay una buena canción que no tenga poesía. Si no la hay, el lector, el oyente, lo nota siempre.

En la escritura de poesía, ¿cómo maneja el aspecto de la contemplación?
Los ojos son la segunda parte, después del cerebro, más importante del poeta. La poesía no tiene que ser hija de los sentimientos; un poeta no tiene porqué ser más emotivo que un banquero, pero sí debe tener la inteligencia para descender hasta el fondo de las cosas. El poema no va a ser tu historia, sino la autobiografía del que lo lea. Para eso es fundamental la mirada: hay que saber cómo mirar, no tener miedo a observar las cosas. (Evoca la frase de la poeta sueca, Ingeborg Bachmann: “La tarea del poeta consiste en no negar el dolor”). La poesía no tiene que mirar solo a la primavera y el atardecer, sino a la gente, a la pobreza, la necesidad, la injusticia.

¿La poesía es ver o visionar?
Entrever. Es fantástico, encontrar diferentes visiones. La verdad, por fortuna, no es de nadie, sino sería muy aburrido. El maestro Alberti descalificaba a un poeta llamándolo ‘sentado’, el que no sale a la calle, el que se conforma consigo mismo. Los muertos decentes te siguen aconsejando después de todo.

En un mundo lleno de imágenes, ¿cuáles son las posibilidades de la poesía?
Todas. Eso nos lo enseñó Neruda, al llamar a una cebolla “redonda rosa de agua”... después de eso, uno ya no come igual una ensalada. Tiene la capacidad de volver a nombrar lo ya dicho; por eso, me parece más importante que la economía, que la política. La poesía es el arte esencial, nombra el núcleo de las cosas.

Si en la narrativa, el conflicto es parte de la historia, ¿dónde está el de la poesía?
La poesía debe tener un punto narrativo, contar de una manera más directa, atacar por la espalda. No solo debe hacer endecasílabos o alejandrinos, no solo es una cuestión de sonido y rimas. Es nadar hacia donde se desea ir, tener tus propios argumentos, para oponerse o estar de acuerdo.

(Buscando eso, se levanta, es lato y delgado, de mirada apacible. Se coloca unas gafas oscuras y se va, caminando, entreviendo...).

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