Cuando leáis este artículo ya se sabrá si Madrid es olímpica o si nos presentaremos a los juegos de 2020, que por aquello del guarismo repetido parece que quedan mejor. Para lo que nos ocupa lo mismo da, pues el blog es de literatura, no de deporte. Pero en ocasiones los términos se mezclan, y suele ocurrir cuando Juan Urbano y Benjamín Prado se ponen a pensar.
Tras la votación de hoy aún quedarán 7 años para los juegos y 4 para otra votación como la de hoy y mientras tanto los problemas por los que pena Juan Urbano seguirán en la ciudad. Si tenemos los juegos tendremos que congratularnos y tener la esperanza (en Madrid no queda otro remedio), de que el espíritu olímpico solucione algo (aunque lo dudo).
Las olimpiadas o el caos
Benjamín Prado. El País
En este justo momento, mientras usted lee "usted lee", yo estoy sentado delante de la televisión con mi amigo Juan Urbano, en una cafetería de la calle de la Princesa, para esperar a que nos den en Copenhague los Juegos Olímpicos. Tengo un sueño, me he pintado un dedo de la mano izquierda de cada color y llevo una camiseta de las que regalaban el otro día en la Plaza de Oriente. Y mi compañero me está mirando con una cara en la que me parece ver un rasgo de ironía.
-Claro -dice-, sería fantástico, ¿no? Una olimpiada, los deportistas, los miles de visitantes, la inyección económica para Madrid, las infraestructuras que mejoran, la transformación urbanística, la euforia popular... Aunque, eso sí, espero que en Dinamarca no lean los periódicos españoles. Porque, imagínate, ahora mismo, ahí está la concentración que montaron ayer los taxistas en las terminales del aeropuerto de Barajas, para protestar contra el intrusismo laboral, y dicen que hay más de tres mil coches ilegales recogiendo turistas para timarlos, con lo cual les impide que los timen ellos personalmente, lo cual es intolerable.
"Y luego está el atasco monumental en toda la ciudad, porque ha llovido un cuarto de hora y eso en Madrid equivale a una catástrofe natural que embotella la ciudad desde la Moncloa hasta la plaza de Castilla y de Cuatro Caminos a Atocha, y que alarga la cola de la hora punta hasta las diez y media de la mañana".
"Eso por el día, porque de noche tenemos desde la degradación del centro, que parece un bazar de las afueras del infierno, hasta los chinos que venden comida de madrugada a los juerguistas, que les compran por dos euros unas cajitas de pollo, gato o lo que sea, con unos tallarines tan duros que valdrían para atarse las zapatillas de baloncesto y una salsa de color sangre que parece el zumo del diablo pero, sin duda, será algo mucho peor".
"Todo eso por no hablar, en un día de esperanza como éste, de la trama Gürtel, ese asunto de corrupciones políticas, negocios urbanísticos sucios y financiaciones irregulares que ha dejado al descubierto a algunos señores de las alcantarillas de los que los jueces sospechan que han podido blanquear en una decena de paraísos fiscales en torno a 40 millones de euros".
"Y luego, naturalmente, está lo del Valle de los Caídos y la petición de Izquierda Unida en el Congreso para que se le devuelvan sus muertos a las familias de los republicanos que fueron enterrados allí porque el Funeralísimo necesitaba material de relleno para su cripta, una petición que irá a dar a un discurso que será un callejón sin salida, como de costumbre, con lo cual los presuntos turistas de los Juegos Olímpicos podrán seguir visitando ese monumento de la democracia a la dictadura que aunque es muy grande, también es invisible: miras para otro lado, y las cosas desaparecen. Así de sencillo".
"Después está lo de la conciencia, que desde un punto de vista de derecha a izquierda consiste en pasarse la ley por el Arco del Triunfo, como pretenden o han pretendido en algún momento hacer los profesores que, alentados por la presidenta de la Comunidad, no querían impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía; o los concejales que no querían casar a parejas del mismo sexo; o ahora los farmacéuticos que no van a vender la píldora del día después, porque son más papistas que el Papa, lo cual ya tiene mérito en tiempos de Benedicto XVI".
"O sea, que mira qué fantástico, porque un sueño es lo contrario de una pesadilla y, en consecuencia, si ahora nos dan los Juegos Olímpicos y todo eso se arregla en dos semanas. Benditos sean".
Y Juan Urbano paró el discurso en ese punto. La verdad es que este muchacho hay veces en que se pone intratable.
¡Qué desborde de optimismo!...
ResponderEliminarCómo se nota que no está imbuido del 'efecto Obama' que, para el caso que nos ocupa, tampoco nos viene nada bien, la verdad.
Espero que se equivoque en todo o en casi todo y, con permiso de los monegastos, de los lobos y de los lobbies, nos valoren esta vez lo que no hemos improvisado.
Javier