Sin más comentarios... de Marea Humana y quizá muy al caso (indiferente en el género)
La rencorosa
Por Benjamín Prado.
Para ti que gobiernas el país del rencor
donde todo está inmóvil,
donde nada se cura.
Para ti que conviertes
cada palabra en una cicatriz
cada recuerdo en una barricada.
Para ti se inventaron la soberbia y la ira.
Yo que viví en tu mundo de horas irrevocables
y golpes sin regreso,
sé que no existe paz para tu guerra,
que no hay nada más que pasado en quien nunca habrá olvido.
Adónde vas a ir,
si a tu sed de venganza no hay agua que la sacie;
si no existe victoria que te haga sentir fuerte;
si tú vives
como
quien
para
huir
del
fuego
sube
a la azotea de una torre en llamas.
Para ti
cuyos ojos abiertos en las sombras
son las heridas blancas de la noche.
Para ti en cuyas manos
se leen los venenos,
se clavan para siempre las espinas.
Para ti se ha inventado la amargura.
La desazón.
ResponderEliminarPara ti que disfrutas de la injuria que hiere
donde llaga la carne
donde todo es dolor.
Para ti que me juzgas
como un rey sin corona, como un dios
que ha olvidado que es un hombre mortal.
Para ti se reservan los posos de la sombra.
Yo que viví en un mundo de creencias ingenuas
y vuelos sin regreso,
sé que no existe paz para tu guerra,
que no hay memoria de luz en quien nunca hubo afecto.
Adonde vas a ir
sin piedad sublimada entre tus cuencas,
si tu única victoria es el ser indiferente,
si tu vives
como
quien
para
guardar
la suerte
liga al rocín ganador de antemano.
Para ti
son los culos abiertos en la tierra,
en la noche de premios y castigos.
Para ti en cuyos ojos
se leen los amparos,
se clavan las espinas de la envidia.
Para ti se ha inventado lo mediocre.
(Parodia de El rencor de Benjamín Prado)
.
Este es uno de los actos más sabinescos que recuerdo desde que aprendí a tararear con trece las canciones del quijote "madrileño"!!!
ResponderEliminarY ahora, para mezclar meseta amarilla con tango, y con un poco de saña de la buena, recuerdo que fue Borges quien dijo que en el más allá, en una suerte de paraíso sin tiempo, el hereje y el ortodoxo son, para el dios de los dioses, el mismo individuo domesticado.